Inicio En resiliencia Temazcal y otras sanaciones

Temazcal y otras sanaciones

Nora Couyi y Vladimir García exploran y reproducen conocimientos ancestrales de medicina indígena en Casa MaleyWa, en los Altos Mirandinos

por Soriana Durán
333 vistos

Soriana Durán / Fotos Abraxas Iribarren

_________________

El temazcal, o temazcalli en náhuatl, es un baño de vapor de origen mesoamericano que se construye con materiales como el barro o la arcilla, y tiene forma semejante a un iglú o a un horno rústico. Es una especie de cámara circular que puede alojar a un grupo de personas variable según su tamaño. Aunque su estructura es simple, busca simbolizar el vientre materno mediante el calor y la oscuridad que allí se generan.

Cuando se entra a un temazcal hay que hacerlo casi gateando y con poca o nada de ropa. El suelo –que es de tierra pura– está frío y la luz que se filtra por la puerta y los orificios de la cúpula es escasa. En el centro hay un hueco hondo donde se depositan las piedras calientes y el agua con hierbas medicinales y/o aromáticas. Empieza a parecerse más a un vientre, al vientre de la Madre Tierra, cuando se cubren todas las entradas por donde se cuela la luz y el vapor se condensa en el interior, dándole una dimensión casi corpórea a la profunda oscuridad que se asienta en ese espacio comprimido. La frescura inicial desaparece, dándole paso al calor que se intensifica con cada bote de agua sobre las piedras ardientes.

Si bien puede parcerle una experiencia agobiante y claustrofóbica a mucha gente, lo cierto es que el temazcal es una terapia ancestral, utilizada por hombres y mujeres indígenas desde tiempos remotos para curar malestares físicos, emocionales o espirituales, además de ser una forma de meditación a través de distintos rituales indígenas que involucran instrumentos musicales y cantos heredados de culturas milenarias como la maya, la zapoteca o la mixteca.

Nora Milagros Couyi, más conocida como Yaya, es la mujer que se encarga de llevar las ceremonias de temazcal en Casa MaleyWa, residencia que construyó junto a Vladimir García, su compañero de toda la vida, en San Diego de los Altos, estado Miranda.

“Nosotros llegamos aquí y yo no sabía nada de plantas. Pero siempre habíamos querido tener una casa que tuviera jardín. La buscamos, no la conseguimos, en Caracas todo era muy caro, hasta que mi papá un día dice que compráramos un terreno. Y así hicimos, compramos este terreno y comenzamos a construir. No era así, era una cosa muy pequeñita, pero con el tiempo comenzó a estar más bonita. Después yo misma decía que qué íbamos a hacer nosotros con un patio tan grande, y cuando comenzamos a hacer los talleres (de medicina ancestral) descubrimos por qué tenía que ser así.”

Situada en las faldas de un cerro tupido de vegetación, la casa de Yaya y Vladimir está llena de varios tipos de plantas, árboles y flores que cumplen un rol específico en la medicina indígena que maneja Yaya y que complementa con las actividades relacionadas al temazcal, porque además del baño de vapor la pareja ofrece un almuerzo a base de frutas, tubérculos y vegetales que cosechan de su terreno, y otros alimentos orgánicos de productores del área, como miel o pescado de río.

“Cada familia debería tener, como mínimo, unas de mala madre y de la libertadora. Esas plantas son Kalanchoe. Ahorita se utilizan mucho para el cáncer porque son fuente de vitamina C”, explican Vladimir y Yaya mientras muestran su inventario de plantas cuyos atributos nutricionales y medicinales van desde la cicatrización de heridas como pasa con la libertadora, –que se llama así porque, según contaba la gente, el Libertador Simón Bolívar se llevaba una matica de esas para todas las batallas– hasta la “purificación” o eliminación de quistes ováricos. También las hay para usos más cotidianos, como la valeriana, que es para descansar y relajarse.

“Tengo una amiga, que es como una hermana, y me dijo que había un señor, un chamán, que hablaba de plantas y me metió en un curso con él, estuvimos un año en ese taller. El chamán se llamaba José Flemming Rodríguez, de las etnias chaima y piaroa. Fue así como una gran ventana que se abrió. Nunca me perdí una clase, y ahí había médicos, homeópatas, de medicina china, y yo decía ¿Qué hago yo aquí?”, cuenta Yaya, que terminó aprendiendo el oficio y el estilo de vida que conlleva saber de medicina ancestral por pura casualidad. Ella estudió diseño gráfico y con Vladimir se dedicó muchos años a la publicidad, pero después de que comenzaran a militar abiertamente en el chavismo, la pareja fue execrada por gente del medio y les impidió conseguir trabajo. Sin embargo, reflexiona Yaya, que fue por este hecho que pudieron conocer y asentarse en la medicina ancestral.

“Aquí nosotros tenemos todo. La tierra nos da los alimentos que requerimos. Estamos sanos, vivimos tranquilos. No necesitamos ir a Caracas sino para asuntos puntuales que no se pueden resolver desde aquí, pero aquí tenemos todo”.

Medicina que funciona

El pequeño vivero que tiene Casa MaleyWa proporciona hasta materia prima para crear aceites, brebajes, tónicos y cremas corporales para usos específicos. Vladimir, por ejemplo, trabajó en una fórmula facial de arcilla que utiliza después del temazcal. Esta mascarilla tiene propiedades antiinflamatorias y antioxidantes. También tiene la fórmula de un tónico para el crecimiento del cabello, hecho con barba de palo (Tillandsia usneoides) y tuna (Opuntia ficus-indica), con la receta que le compartió el mismo chamán que formó a Yaya y que, por cierto, fue la prueba que terminó de convencer a Vladimir sobre la efectividad de la medicina natural y la vida en naturaleza, honrando lo máximo posible la sabiduría de nuestros indígenas.

“Lo usé como dos veces nada más, porque no hizo falta. Hasta se me olvidó después. Y ahí fue cuando comencé a tomar la cosa en serio, de la sabiduría ancestral, de las plantas, su poder. Y me ha tocado apoyar a Yayita. Nos quedamos aquí”.

El escepticismo es una actitud común que acompaña a la gente que viene por primera vez a las terapias de temazcal. Hay que considerar que la medicina tradicional –hegemónica– no contempla los saberes populares, y mucho menos la medicina indígena, como terapias “comprobadas” o efectivas en su mayoría, y este prejuicio se ha extendido por siglos en las sociedades occidentalizadas, por lo que el temazcal y cualquier otra manifestación de la cultura indígena son relegadas a la categoría de mitos o creencias pseudocientíficas.

Foto referencial

“Aquí vino una señora muy grande, alta, muy seria. Porque aquí a veces las personas llegan muy serias. Y bueno, hicimos la actividad y ella al final me abrazó muy fuerte, me dio las gracias y se fue con una sonrisa extremadamente grande. A la semana me llamaron los médicos de ella, dos señores que me preguntaron qué hice yo, porque esa señora ya estaba bien. Había sanado. Después resulta que esos médicos ya han venido para acá como cinco veces a hacer el temazcal”, cuenta Yaya, orgullosa y a la vez asombrada de que con el temazcal tiene la posibilidad de ayudar a quien lo necesite, y más cuando son casos de patologías complejas.

“Hay gente que no sabe que tiene una farmacia en su casa. El chamán decía que cuando una planta nace en tu casa es porque la necesitas, y ve que aquí, por ejemplo, nació este cadillo de perro, y yo tenía unos dolores como de riñón y me acordé de lo que dijo el chamán. Comencé a hacer mis infusiones con mi cadillo de perro y se me quitaron los dolores. Hay gente que llega con una planta o uno las busca, y yo como caminaba mucho y planta que veía que me parecía bonita la agarraba y la sembraba aquí, y resulta que todas las plantas que yo agarré, eran medicinales. Otras han llegado, como este que se llama araucaria, que en Chile es un árbol sagrado, y allá abajo hay una mata de cují, que vino una wayuu y dijo que para su pueblo esa mata es sagrada también. Después me trajeron una mata de cacao, y para el temazcal el cacao es sagrado también”.

Poco después de adentrarse por completo en las plantas medicinales, su uso y la filosofía que las acompaña, Yaya decidió construir un temazcal en el patio de su casa con la ayuda de un albañil, el señor Felipe, que trabaja con el jardín de la casa. El primero que ella hizo, de bambú y barro, se cayó. El señor Felipe le ofreció unos adobes de barro con los que construyó el nuevo temazcal. Luego Yaya conoce a Raul Ramírez, mexicano y temazcalero, quien le concedería el permiso en náhuatl, pero con una condición: “Yo al principio lo quería para mí, para la casa, para nosotros sanar, pero Raúl me dijo que no. Que eso tenía que estar al servicio de todos”.

“El temazcal es un lugar para sudar. El calor se genera con las piedras, que se someten al fuego. Los temazcales se hacen aquí de manera itinerante, se hacen de bambú y se cubre con paños, porque ahí estás a oscuras. Una de las cosas que nos decía el chamán ‘mírense adentro’, y resulta que en el temazcal estás a oscuras; no tienes manera de ver cómo está vestida la otra persona, si usa lentes, de qué color tiene la ropa… no ves nada. Lo que haces es escuchar. Escuchas el sonido de las abuelas –las piedras calientes al rojo vivo– cuando comienzan a crujir al rociarlas con agua y comienza el vapor. Las piedras deberían ser como redondeadas. También se utilizan piedras volcánicas, pero por aquí yo no he conseguido piedras volcánicas. Hasta que no están al rojo vivo, no entran al temazcal”.

Según la cantidad de gente que haya se utilizan siete, nueve o trece piedras. Si son muchas personas, se ponen más, porque al haber más gente se genera más calor de manera natural. Dentro del temazcal hay dibujos en las paredes que representan cuatro puertas, cuatro direcciones –norte, sur, este y oeste–, cuatro etapas de vida, cuatro elementos de la naturaleza y cuatro animales que los simbolizan: el águila para el aire, el jaguar para el agua, la serpiente para el fuego y el colibrí para la tierra.

Una vez entran las abuelas se cierra la puerta y se vierte el agua en el centro del temazcal. Ahí también se incorporan ramas y plantas que Yaya reparte a los participantes “pa’ que ellos se den sus ramazos también”. Se hacen cánticos, muchas veces improvisados, que están dirigidos a la Madre Tierra. Por otra parte, el contacto con la tierra es importantísimo, según Yaya; “La manera de nosotros recargar la energía es así, descalzos. En contacto directo con la tierra”.

Entre las personas que suelen visitar el temazcal de Casa MaleyWa hay mujeres muy mayores y niños pequeños, pero también hay quienes no pueden soportar estar ahí dentro, con tanto calor y tanta oscuridad. Vladimir solo se atrevió una vez y no tiene planes de volver a intentarlo.

“Aquí se llora, se ríe, la gente canta, se asusta, se duerme. En un temazcal familiar se deshicieron las piedras, eso me llamó mucho la atención. Tengo una prima que vino y dijo que no podía y se puso a llorar, pero logré que no se saliera. Hay gente que le da mucho miedo la oscuridad. Ven luces de colores, ven personas que no están… Hay gente que me pide que no ponga más agua. Es que esto rompe con el lugar de confort”.

Entre los beneficios del temazcal se encuentran, principalmente, la desintoxicación, la relajación profunda y la limpieza de vías respiratorias. También mejora la circulación sanguínea. Para Yaya y para aquellos que se dedican al temazcal, se trata más de un ritual de meditación profunda y de búsqueda de respuestas personales ante conflictos de la vida.

“Esto es un renacer. Tú sales del vientre, tú naces. Hay testimonios de gente que logra superar muchas cosas después del temazcal. La gente lo agradece, así como hay gente que entra, se sienta y se va porque no puede”.

Justo el día de la publicación de esta reseña (sábado 13 de septiembre de 2025) se está realizando una sesión de temazcal en la sede de Casa Maleywa.

Autor

Compartir:

3 comentarios

Carlos Guaicaipuro 15 septiembre 2025 - 18:44

Apropiación cultural indebida:
La apropiación indebida de rituales y tradiciones ancestrales indígenas es el uso o adopción no autorizada de elementos culturales de pueblos indígenas por parte de miembros de una cultura dominante, a menudo sin comprender ni respetar su profundo significado. Esta práctica puede ser una forma de explotación que trivializa prácticas sagradas, niega su autenticidad, genera beneficios económicos para el apropiador y puede perpetuar la opresión al descontextualizar estos elementos de su origen cultural. Para evitarla, es crucial investigar el contexto de la cultura de origen, entender el significado de los elementos y buscar la aprobación y participación de las comunidades indígenas en todo el proceso.
¿Qué es la apropiación cultural indebida?
Se refiere al uso de vestimenta, música, símbolos, rituales, gastronomía, conocimientos y otras expresiones culturales de una cultura minoritaria por parte de una cultura dominante, sin el consentimiento o la aprobación de los creadores originales.
A diferencia del intercambio cultural, la apropiación se considera un acto de explotación, especialmente cuando ocurre en contextos de poder desigual, donde la cultura dominante toma elementos de una cultura oprimida.
Por qué es problemática
Pérdida de autenticidad y sacralidad:
Los rituales y tradiciones pierden su significado original al ser sacados de su contexto espiritual y cultural.
Explotación y beneficio económico:
Elementos culturales con profundo significado para una comunidad pueden ser reducidos a modas o «exóticos» para beneficio comercial de la cultura dominante, sin que la comunidad de origen reciba una retribución justa.
Perpetuación de la opresión:
Al tomar elementos de culturas subyugadas, la apropiación puede reforzar relaciones de poder desiguales y contribuir a la folclorización de las culturas indígenas.
Vulneración de derechos colectivos:
Los pueblos indígenas tienen derechos colectivos sobre su patrimonio cultural, pero las leyes actuales de propiedad intelectual no siempre ofrecen la protección adecuada, dejando sus expresiones culturales vulnerables.
Cómo evitarla
Investigación y comprensión:
Profundizar en la historia, el contexto y el significado de los rituales y tradiciones indígenas antes de usarlos.
Respeto por los elementos sagrados:
Evitar la apropiación de símbolos y prácticas que tengan un profundo significado espiritual o cultural.
Apoyo a la protección legal:
Abogar por marcos legales que reconozcan los derechos colectivos de los pueblos indígenas sobre su patrimonio cultural y que prevengan el extractivismo cultural.

Respuesta
Fernando Jimenez 14 septiembre 2025 - 10:59

excelente reportaje a una familia que debo mucho, el corazon de los tres cedros te transporta al planeta del principito. de hecho ellos an creado el planeta MALEYWA

Respuesta
Teresa Ovalles M. 13 septiembre 2025 - 19:14

No apagues la luz, aprende a encender la noche. Felicitaciones Soriana!

Respuesta

Deja un Comentario