En la antesala de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, nuestro Planeta Tierra va en rumbo acelerado hacia una verdadera catástrofe climática cuya magnitud podría ser ya de alcance apocalíptico.
En esa clave hay que leer las declaraciones desesperadas del secretario general de la ONU, António Guterres, quien esta semana hizo un llamado urgente y en un tono preocupante a líderes mundiales, bancos y organismos multilaterales, recordándoles que la vaina es bien seria y deben agarrar mínimo porque el mundo está en camino a un “aumento catastrófico” de la temperatura global de alrededor de 2,7 grados centígrados.
Tras conocer el abrumador informe sobre la brecha de emisiones de gases de efecto invernadero elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, y seguramente otra información privilegiada que escapa a los hombres y las mujeres de a pie, Guterres habló de una catástrofe climática (literalmente) y un “complejo escenario” por venir.
El portu al frente de la ONU regañó a un poco de gente y alertó que “el liderazgo que necesitamos está apagado”, los países no invierten en modelos industriales sostenibles, al tiempo que donantes y bancos se hacen los Güili Mei.
A pocos días del cónclave climático en Glasgow, Escocia, llamó a capítulo a los líderes mundiales (los grandes envenenadores del aire que respiramos) y les pidió casi que por favor, que al menos por esta vez, sean “muy claros en sus acciones, con planes audaces, plazos definidos y anticipados” para reducir las emisiones de CO2. Dicho en criollito, les rogó que dejen la habladera de pajita, que sean serios y se organicen, porque lo que viene es candela.
“La era de las medias tintas y las promesas vacías debe terminar. El reloj está corriendo”, concluyó el titular de la ONU. ¿Amanecerá? y veremos. Con información de Prensa Latina