Acudiendo al viejo truco de la reingeniería ha conseguido mejorar las versiones comerciales de varios artefactos
Ricardo Romero Romero / Fotos: Will Pérez
Uno de esos “reinventores” que habitan en el estado Carabobo, específicamente en la ciudad de Valencia, se propuso a darle un “toque técnico” a los destiladores de agua, mejorando su capacidad, rendimiento y durabilidad. Nos referimos a Giomar Cermeño, natural de Quiriquire, un pueblo petrolero del estado Monagas. Su historia en los predios de la invención industrial, metalúrgica, eléctrica, electrónica, metalmecánica y otras disciplinas donde el ingenio desarrolla todo su potencial, le viene desde pequeño. Más adelante nos ocuparemos de esos inicios.
Comparado con los convencionales, el que rediseñó Giomar Cerdeño en un proceso de reingeniería lo llevó a mejorar la cantidad de agua que se procesa en la tanquilla. “Coloqué un colector de partículas en doble serpentín, algo que constituye una mejora en el rendimiento de la cantidad de agua a ser destilada. Es además un destilador ecológico. ¿Eso que significa? Que se toma medio litro de agua, se llena una de las cámaras (recipiente dentro del mecanismo que contiene el agua no destilada), para luego procesar por agitación y cae en un dique o tanquilla, mientras se va llenando otra cámara que agregué. Procesa un gasto menor de agua en el mismo tiempo que lo haría uno de los destiladores que hay en el mercado, que repito, usan innecesariamente mucha agua”, expresó Giomar señalando las partes que componen su ingenio particular.

Uno de sus modelos usa una sola resistencia, cuando usualmente usan dos. La resistencia común de estos destiladores es de cerámica y cuarzo, mientras que, en esta inventiva, se sustituye por acero inoxidable, haciéndola (adivinen), más resistente y económica. Se agregan otros elementos como empacaduras, las cuales modificó para más durabilidad.
Los prototipos que los lectores pueden apreciar en las imágenes que acompañan este texto los ha elaborado “el flaco” Cermeño con sus propias manos. Dispone de tecnología endógena para construir los respectivos moldes, cosa que requiere de muchos recursos. Sin embargo, no se amilana y sigue fabricando sus destiladores y otros aparatos por cuenta e inversión personal. De acuerdo con sus accesibles palabras “la innovación requiere dedicar tiempo a investigar, al ejercicio constante de la memoria y mantener la mente despierta”.
“Tuve que salirme fuera de lo común, que no fuera el modelo gringo o el europeo, ya que muchos de esos destiladores no tienen control de nivel, quizás a propósito para mayor desgaste del equipo; recoloqué el condensador para que su nueva posición diera un resultado óptimo. El calor que suelen emitir las resistencias se comen otros componentes como empacaduras y reduce la durabilidad. Una resistencia de cuarzo cuesta alrededor de 750 dólares, mientras que una de acero inoxidable cerca de 120 dólares”, dice Cermeño. Nos muestra ambas resistencias y señala que no es un simple cambio de material, ya que ese acero debe ser templado bajo una fórmula que permita un calentamiento adecuado para la vaporización del agua que luego se va a destilar.

Agregó el ingeniero popular que su destilador reduce el tiempo del proceso, destilando en un lapso más corto de 4 a 5 litros de agua. Para el mantenimiento de su aparato rediseñado se requiere menor gasto e inversión, porque en vez de usar agua desmineralizada, “se usa agua corriente, también suelen usar ácido fosfórico y ácido clorihídrico, que evidentemente es más caro que el agua desmineralizada, además esos ácidos desgastan el vidrio”.
Un artefacto complejo
La destiladora de agua es uno de los instrumentos más importantes en lo que respecta al uso industrial, sanitario o medicinal, y permite una diversidad de ensayos de laboratorio. Con ella se logra purificar el agua corriente, ya que la misma, dependiendo de dónde se origine, puede contener gran variedad de elementos químicos (hasta 14 en total) que en una medida milimétrica, podrían entorpecer procesos experimentales para elaboración de productos, sobre todo en los análisis físico-químicos.
A este respecto, la destiladora de agua, a través de procesos térmicos, separa las moléculas de agua de otros elementos que se encuentran diluidos en la misma, a través de un entramado de vaporización, que luego es llevado de nuevo a un estado líquido a través de un condensador. Una vez destilada el agua, ella carece de componentes sólidos (incluyendo material radiactivo nanométrico) y pirógenos. En resumen, una destiladora es un filtro de alta potencia bajo un proceso de considerable complejidad.

Entre sus varios componentes están: Generador de vapor, válvula de control, resistencia de inmersión, condensador/alambique, cámara-colector de partículas, censor de temperatura, presostato, electrodo, filtro de carbón activado, resistencia, tanquilla, caldera, recubierta, en el caso de los más complejos. Tanto su fabricación como la materia prima para su elaboración suelen ser muy costosos.
La mayor parte de su estructura es hecha de cristal, lo que convierte a esta herramienta valiosa en un objeto frágil y sumamente caro. Algunos destiladores de uso industrial y sanitario, tienen componentes de plástico, en este caso la recubierta.
Otro que desguazaba juguetes
Como lugar común de estos creadores de aparatos extraños para el resto de nosotros los mortales, es que Giomar también se divertía con los juguetes, pero desarmándolos. Y los volvía a armar, como piezas de lego o rompecabezas, Giomar siempre lograba poner los tornillos donde iban y nunca le sobraban o faltaban. Uno de sus juguetes preferidos, que le regaló su mamá Belkis, fue un camión de volteo, al que volteó ruedas arriba. Hiper curioso el niño.
Ya bien crecido y adolescente, es becado para hacer varios cursos en Sidor, debido a que su papá fue trabajador de esa industria. Pero al cumplir la mayoría de edad, la temible “recluta” de esa época le tocó la puerta. Lo que para muchos era una maldición (quien escribe esta nota vivió años de terror por esa cuestión) al joven Cermeño le vino como anillo al dedo. Lo enviaron a prestar su servicio militar en la aviación, armando y desarmando aviones, motores y cualquier cosa mecánica, eléctrica o electrónica que pasara por los talleres de la Fuerza Aérea en la ciudad de Maracay.
Luego de darse de baja, este inquieto personaje tuvo un gran recorrido por inmensas industrias y trasnacionales radicadas en las distintas zonas industriales de Venezuela. Adquirió una significativa experiencia en electricidad, electrónica, mecánica, metalmecánica, química, termodinámica, entre otras vivencias ligadas a su trabajo, que más bien, en su caso, se tiñó de pasión.
Posteriormente, se cansó de laborar como empleado y se dispuso a montar su propio negocio. Le puso Scan-Lab y usa la imagen de un cangrejo, porque arregla cualquier problema, enredo o cosas que parecen imposibles de resolver en materia de equipos de laboratorio, manómetros, calibradores, maquinarias pesadas diesel, jumbos payloader, entre otros.
Nació en el seno de su trayectoria, la iniciativa de mejorar y optimizar las destiladoras de agua, autoclaves, motores de maquinarias manufacturadoras, radiotransmisores, (que no es lo único que se ha dispuesto a reinventar, cosa que dejaremos para otra entrega). También perfeccionar el uso y durabilidad de este instrumento, tan necesario en fases experimentales y primordiales de la producción industrial. Lo que quizás era un imposible para los fabricantes del preciso filtro (a los que pudiera representar una amenaza para sus ganancias ya que algunos prefieren que sus destiladoras sigan siendo muy frágiles o de menor durabilidad), Giomar lo hizo factible: reemplazar piezas que sostienen la estructura, de tal manera que su resistencia sea mayor al constante uso y rigor de este delicado aparato.

Vocación para la formación
A pesar de que este innovador no pasó por ningún salón académico universitario, ha desarrollado el conocimiento de la matemática, física y química (primordiales en su labor), y está convencido de que todo lo que sabe, debe ser enseñado y compartido con nuevas generaciones. Quiere convertir su taller-laboratorio en una escuela. Por su local transitan estudiantes universitarios, pasantes y hasta profesionales universitarios graduados.
Viajar por toda Venezuela lo convenció de que es, en esta tierra, donde deben desarrollarse sus innovaciones “yo recorrí todo mi país, pasando por diversas empresas, fábricas, industrias, en definitiva, es acá donde se debe apostar, darlo todo”.
Dejando a un lado los tres prototipos de destiladores de agua que Giomar Cermeño rediseñó, llamó nuestra curiosidad una “maleta didáctica”. La misma posee todos los componentes analógicos (contador, reversible, entre otros) para uso de instrumentación, electricidad y electrónica. “Esta maleta la tengo para enseñar a los estudiantes que constantemente vienen al taller para que los asesore en sus proyectos. Es una herramienta pedagógica necesaria, ya que la mayoría de nuestras academias tienen una formación deficiente, basada mayormente en clases informáticas, pero con poca praxis directa”.
“Generalmente no tienen los suficientes equipos de laboratorios para experimentar. Sin ese equipamiento, poco pueden avanzar. No son muchos los estudiantes de universidades de la región, que conocen de primera mano un microprocesador. Y la mayoría se van a graduar y solo han visto ese elemento por internet. Hay que procurar buscar la excelencia, de otro modo nada se va a lograr”. Con esta reflexión, el quiriquireño radicado en Valencia sueña con convertir parte de su casa en una institución técnica, donde la innovación y las ganas por arreglar las cosas sirvan para contribuir a engrandecer más a nuestro terruño.
