Pauline Arrindell y Lídice Navas andan en una hermosa misión: comunalizar en Caracas la semilla y la historia del maíz Guanape, emblema de resistencia cultural
Teresa Ovalles Márquez / Fotos: Yrleana Gómez
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El maestro pueblo Pablo Characo, creador e impulsor del Movimiento Semillas del Pueblo y del proyecto «Sin maíz no hay país», dejó simientes que ahora andan germinando en terrenos baldíos de Caracas.
En Los Jardines de El Valle hay un equipo de mujeres y hombres incorporados al proyecto de ensemillamiento que apunta hacia lo político, lo formativo y el cultivo y la siembra de maíz en conucos urbanos. Todos y todas están inspirados en el proyecto «Sin maíz no hay país» que impulsó en vida Pablo Characo desde el estado Anzoátegui, y luego por varios estados del país.
El ensemillamiento de la variedad Guanape MFE en las zonas urbanas de Caracas, va a certificar las condiciones en que crecen estas simientes de maíz en ciudades. Es muy distinto a hacerlas germinar en los campos y en extensiones que no sufren la contaminación y lo reducido de los espacios. En las urbes, las zonas donde se puede sembrar son distintas aunque estén habitadas por gente con estirpe de labriegos. Ensemillar implica el cumplimiento de un protocolo riguroso para que la simiente brote y tenga lapsos de germinación rápidos y seguros, una de las cualidades de la semilla Guanape MFE de Pablo Characo.
En este proyecto de ensemillamiento del Movimiento Agroecológico Los Jardines de El Valle, los protagonistas son todas y todos sus integrantes, pero tenemos una vocera cimarrona llamada Pauline Arrindell, bióloga del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) desde donde lleva la ciencia a las comunidades. Pauline, junto con Lídice Navas, luchadora feminista y ex diputada por El Valle, impulsa la organización y sistematización de esta actividad.
Pauline alzó vuelo del IVIC con el objetivo de, entre otros, crear un manual de siembra en comunidades urbanas y que ese compendio sea certificado por la Universidad Bolivariana de los Trabajadores «Jesús Rivero».
Desde El Valle hasta El Valle
En la ciudad de Caracas, este grupo de semilleristas estuvo esperando las lluvias con ansias para poder llevar a la tierra simientes que luego se convertirán en espigas y en mazorcas que den alimento a sus hijos y a los habitantes de este, a veces hostil, valle que nos da cobijo.
Ellas y ellos confían en que las lluvias harán brotar las semillas ante la carencia de riego, y por ahora se esmeran en pulir la parte formativa y el manual. Acondicionan el terreno para hacerlo apto para la siembra del maíz de otro valle, el de Guanape. Y será entonces cuando las semillas que certificó en vida Pablo Characo con los pobladores de los caseríos de Médanos (M), La Florida (F) y La Escondida (E), (de allí MFE), en el municipio Bruzual del estado Anzoátegui, den espléndidas cosechas del robusto y fuerte maíz.
Los fundamentos filosóficos y prácticos de estos semilleristas pasan porque ellos y ellas entienden que el campesinado es el dueño y guardián de la semilla y no la Monsanto, ni los estados que la comercializan para la producción meramente agroindustrial, dejando de lado al campesino con semillas “envenenadas” y cero aportes. Los semilleristas entienden que a través del conuco se preserva no sólo el germoplasma sino también el conocimiento popular y ancestral del tratamiento de la sagrada tierra y lo que de ella germina. Igualmente se preserva nuestra soberanía alimentaria y las semillas nativas mejoradas por el saber campesino.
Pauline nos reunió en el espacio de la siembra bajo la sombra de enormes apamates colmados de chicharras, que no dejaron de animar la cita periodística con su estridencia de invocación de las lluvias y deseos de acoplamiento. Su cantar acompasado, fuerte, intenso y terco no fue impedimento para grabar y escuchar con nitidez lo que cada miembro del plan expresó.
Para esta bióloga, hija de un trinitario, nacida en la Maternidad Concepción Palacios hace 45 años, este plan de siembra y formación le da continuidad y consagra el proyecto de Pablo Characo «Sin maíz no hay país». Ella, junto a Lídice Navas, honra la memoria de su maestro pueblo y la del alimento ancestral que se mantiene hasta el sol de hoy en la mesa del venezolano.
Maritza Medina, otra de las abanderadas del proyecto, expuso sus raíces campesinas. Ella nació en Anzoátegui y luego se desplazó a Valle de la Pascua (otro valle más) para posteriormente establecerse en la capital.
Medina contó que los inicios del proyecto datan del año 2019 en la Universidad Simón Rodríguez, en su núcleo de El Valle, ubicado en la calle 8. Arrancaron con un taller de ensemillamiento de la variedad Guanape MFE. En los espacios verdes y pequeños (cincuenta metros cuadrados) de esta universidad comenzaron a crecer las mazorcas y de ellas seleccionaron las mejores semillas. Posteriormente, algunas de estas simientes las llevaron a cultivar en los terrenos de uno los miembros del grupo: Pablo Andrade (72 años), en sus terrenos de 700 metros cuadrados en la calle 18. De allí son las semillas que esperan cultivar en el terreno ubicado justo al lado del liceo Judith Liendo (antes Diego de Lozada). Allí crecerá un pequeño maizal bajo la sombra de los enormes apamates en los que se posan pichones de gavilán entre plantas de café y un huerto medicinal que resguarda la señora Zoraida Torres, de 82 años, también activista de este plan de ensemillamiento y miliciana con el grado de Cabo II.
El terreno lo cultivó por un tiempo un señor de la comunidad llamado Reinaldo Wallis, un pintor que fue sembrando algunas plantas frutales en ese espacio, donde también había unos ranchos de nómadas de la Misión Negra Hipólita. “Luego vino Vladimir Mora a hacer las mediciones en el terreno de 400 metros cuadrados y nace entonces, en enero de 2021, el Movimiento Agroecológico Siembra Los Jardines, como parte del equipo de estudio de la Universidad Bolivariana de Trabajadores Jesús Rivero”.
A decir de Lewis Allen, –un apasionado y enamorado del movimiento–, el terreno se convirtió en el laboratorio experimental, no sólo para maíz sino para plátano, lechuga, berenjena y ají. “Nosotros aquí hemos hecho ferias de lechuga y berenjena para brindarle a la comunidad precios súper solidarios”.
En este terreno, en el mes de junio, sembrarán 150 gramos de maíz, lo que equivale a unas cien semillas.
Cada semilla una planta
A Lewis Allen le apasiona el proyecto de siembra. Da todo de sí mientras nos explica que no es lo mismo el ensemillamiento que sembrar para el consumo. Para Allen esta semilla autóctona Guanape MFE “…tiene todas las características de nosotros los venezolanos porque es una semilla insurgente, una semilla caribe, es una semilla que viene rompiendo paradigmas de lo que es la siembra estándar, viene rompiendo con todo”.
Añade Allen que la semilla de maíz de Pablo Characo garantiza, comprobada y científicamente, que por cada grano crece una planta.
Nuestro movimiento nace con la intención de la formación, la auto formación y la intención de multiplicar ese conocimiento en las comunidades, que es lo que quería Characo, porque nosotros somos los ejecutores de ese sueño. Lo primero que entendimos es que este maíz no se vende, este maíz va con algunas condiciones, comprobando el manual, «cientificándolo», sistematizando, porque quizá más adelante, si el ministerio necesitara certificar la semilla, ya hay unos datos que nosotros ya comprobamos. Esta es una semilla urbana, pero es todo terreno, se da en todos lados, pero bajo los parámetros y las normas de Characo. Esta semilla debe ser para uso comunal, es decir, si usted está en un barrio nosotros le vamos a dar esta semilla, no se la vamos a vender, le vamos a dar un kilo de semilla y usted nos va a devolver dos, pero de esa semilla usted le va a dar a todos los conuqueros de su barrio y ahí usted va a cubrir esas necesidades de alimentación, por lo menos de maíz.
Se deben sembrar con una distancia determinada y son tan buenas y con un grado de germinación de 99 a 100 por ciento que pueden darse hasta en terrenos rellenos de escombros. De todas maneras, hay unas condiciones muy específicas de siembra y recolección, que enseñan en el taller de ensemillamiento y que estarán escritas en el manual. Las semillas suelen seleccionarse de la parte central de la mazorca, excluyendo las de los extremos.
Uno de los requisitos para llevar el plan a las comunidades es, en primer lugar, tener el terreno, hacer el taller y luego los integrantes de las comunas deciden cuándo sembrar. Para precisar los recaudos necesarios y hacer solicitudes, pueden comunicarse por el correo reportemaiz@yandex.com
Pasamos horas conversando con algunas y algunos de los activistas del Movimiento Agroecológico Siembra Los Jardines para que expusieran sus expectativas y nos contaran como es su conexión con el proyecto. Y como cada cabeza es un mundo, ahondamos en sus sentires y percibimos pasión y entrega en todas y todos. Respiramos un aire de sueños y futuro bonito en torno a la siembra y el resguardo de la semilla de maíz Guanape en la parroquia El Valle. Hubo también expresiones de admiración por el maestro pueblo Pablo Characo, cuya memoria sigue arando en tierras fecundas de los venezolanos y las venezolanas.
2 comentarios
Excelente trabajo, por los lados de Guayana también estan experimentando….con la semillas de Characo…igual que en Lara y Portuguesa
Saludos, profesor