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Una fábrica de prótesis y de sanación emocional

por Teresa Ovalles Márquez
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Aparte de las prótesis fijas que ya están adaptadas y funcionando, están desarrollando otras que el paciente podrá mover mediante sensores y circuitos bioeléctricos; un exoesqueleto y una prótesis para un pequeño perro con lesión medular: innovaciones para mejorar la vida de seres con movilidad reducida

Teresa Ovalles M. / Fotos: Yorwuel Parada

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¿Qué hay detrás del dolor por la pérdida de una extremidad? ¿Qué hizo que Omi se sintiera tan conmovido cuando intentó hablar de su niñez y no pudo? Pero… ¿quién me habla desde ese dolor?

Omi Rivas es técnico ortoprotesista, y Maigualida Espinoza Cotty es la artista plástica que inspiró a esta periodista a escribir lo que ahora lees. Maigualida, con su pierna amputada y un pincel en la mano, me movió. Y me sigue moviendo, conmoviendo.

Omi tiene 46 años y a ratos trabaja de pie. Labora en una fábrica de prótesis en la que no sólo se comercializan sino que se remedia –con la presencia de trabajadores que son usuarios de prótesis– el sufrimiento emocional de los pacientes.

En el equipo interdisciplinario de la fábrica trabaja como Coordinadora de Eventos y “coach” Francis Galeno. Ella tiene prótesis en ambas extremidades inferiores desde que tenía tres añitos. Pero esta mujer es tan temeraria y valiente que se lanza al vacío en parapente. Para ella no hay restricciones posibles. Perdió el miedo y su único límite es el cielo.

Hay dos planos en los que una situación como ésta afecta nuestra psique. El plano emocional-espiritual y el plano físico en el que se sufre la amputación. A Omi, tras sufrir un accidente en moto por los días del deslave y tragedia de Vargas (1999), en la autopista Caracas-La Guaira, le amputaron la pierna izquierda por encima de la rodilla (transfemoral). Maigualida también tiene una limitación de movilidad porque le amputaron su pierna izquierda.

Haz que otras personas caminen

Omi tenía 22 años cuando sufrió el accidente de moto. Fueron amaneceres muy duros, no solamente para Omi sino para su mamá. Pero Omi corrió con la suerte de que Fernando Carballo, el ortoprotesista que lo recibió, tenía piernas biónicas. Así, Carballo le dio aliento y lo invitó a hacer un curso en el entonces INCE, en la especialidad de ortoprótesis. Omi tenía además talle y figura para servir de modelo y ejemplo a otra gente que se hallase impactada por un accidente, así le argumentó Carballo para convencerlo.

“Mi mamá (Tarcila Hernández) falleció después, hace siete años, pero en aquel momento me dijo ʽhijo, quiero que tú pongas a caminar a otras personas como te pusieron a caminar a ti”. Yo le respondí: “Eso es muy difícil, pero lo voy a hacer por ti, para que te sientas súper orgullosa de tu hijo”.

“Ella llegó a verme con la prótesis trabajando, incluso yo salí en la película Vuelve Miranda y ella me vio en el cine también y en varias entrevistas que me hicieron en televisión y en la radio y se sentía muy orgullosa”.

Al sol de estos amaneceres Omi está casado, tiene una hija de veinte años y es abuelo.

“Juego basquetbol con la prótesis, me gusta ir a la playa, que me vean con la prótesis, que me vean nadando y se me quedan viendo en la playa y yo llego hasta lo último y me regreso nadando”.

El mayor orgullo de Omi (llamado así por su padre en honor a la ópera latina Hommy, de Larry Harlow) es ver caminar a sus pacientes y ayudarlos a adaptarse a su nueva condición.

El arte sana

Actualmente alterna en su casa entre una silla de ruedas, un par de muletas y una patológica tristeza que sabe llevar con resignado humor y pinceles. Maigualida tiene inmensos deseos de pintar en gran formato. Pero le faltan recursos financieros. Por ahora.

A Maigualida le cuesta llorar, mientras que Omi expresa sus sentimientos de dolor con lágrimas. Maigualida vuelca en su pintura colores ocres y tenues rojos y amarillos. Otras veces el lienzo sólo atrapa el blanco y el negro plasmando así, quizás, su tristeza.

El testimonio de Maigualida dice así:

Escribir sobre la experiencia que viví con la pérdida de mi pierna es un hecho que cuesta mucho poder expresar, describir y explicármelo a mí misma aún más. Lo que sí tengo claro que sucedió después de la amputación, es que dejó en mí un vacío profundo, un abismo que no puedo mirar. Pienso que es la consecuencia del dolor que generó desprenderme de una parte de mí, y que ese dolor, o vacío, vive a mi lado, silencioso, y no quiere conectarse con el pasado, no le interesa el pasado, no quiere mirar hacia atrás. Quizás porque en medio de tanta tristeza, revivir nuevamente estos eventos me afectan. Soy de las que pienso que donde hay miedo habita el dolor y creo que trato de evitarlo. Viví muchos episodios de angustia, desesperanza, para luego emprender una lucha contra la muerte ya que la infección estaba comprometiendo mi vida y así me lo comunicaron los médicos. Sentí que ya no podía más, que tenía menos posibilidades de vida y el miedo me atrapó. Pensé lo difícil que sería para mi hijo, que había hecho todo lo humanamente posible para que yo saliera de ese cuadro. Es obvio que es un trauma, no solo para mí, para mi hijo, para mi familia, para mis amigos, que fui poco a poco aceptando, superando en lo posible en medio de tanta adversidad. Recuerdo que pasé dos años o más, ya casi no lo preciso, entre operaciones, hospitalizaciones, intentando evitar llegar a una decisión radical, pero no pude, fracasé. Ya no tenía otra alternativa, perder la pierna o la vida. Decidieron amputar. Ya no me sorprendió.

A pesar de mi tristeza, estando hospitalizada y en aislamiento, realicé una serie de dibujos. Necesitaba algo que me diera fortaleza. Creo que la pasión por el arte fue determinante. El arte sana.

No debe ser tarea fácil trabajar en una fábrica de prótesis, como tampoco es fácil trabajar con la tristeza.

Lo más impactante han sido las prótesis cuadrilaterales, para personas que han sido amputadas de brazos y piernas por descargas eléctricas. Para nosotros es una felicidad total ver hoy en día caminando a esa persona, ver toda esa evolución del paciente

La fábrica

Juan Carlos Restrepo, innovador y experto en electrónica y mecatrónica, dueño de la empresa Zona Biónica Innova –ganadora en el año 2018 del Premio Nacional de Ciencia y Tecnología–, también tuvo una infancia muy dura, casi fue un niño de la calle en Cucúta, Colombia, y con sus ensombrecidos ojos afirma con contundencia y orgullo:

“Aquí tenemos un banco de tristezas, pero desde el primer día que llegan son quemadas. Todo el que llega aquí se va recargado desde el primer día. Yo cada mañana abro mi Instagram donde tenemos un cuarto de millón de seguidores y te puedes imaginar la cantidad de bendiciones, de agradecimientos y mensajes que nos dicen que de verdad salen de aquí recargados”.

Nos informa Juan Carlos Restrepo que en Zona Biónica Innova han fabricado por lo menos quinientos componentes propios, de fabricación venezolana, aunque también importan piezas y “…hacemos lo que hacen las casas protésicas convencionales, lo que marca la diferencia es el centro de innovación que tenemos”.

Restrepo inició el camino de la empresa ortopédica en 2017 agremiando a personas que usaran prótesis.

Poco a poco fuimos creando un equipo que rotamos en distintas actividades como rapel, esnórquel, parapente, donde llevamos a los usuarios nuevos y los invitamos a una actividad. Ahí se lanzan en parapente o en rapel y le demuestran al mundo que la vida continúa y que pueden seguir haciendo muchas cosas de una manera normal, aunque haya algunas que antes hacían y ahora no. Por eso erradicamos la palabra discapacidad y la transformamos en nuevas capacidades. En Latinoamérica sólo hay dos casas dedicadas a la fabricación de componentes, es decir, dos centros de innovación, dentro de los cuales, humildemente, estamos nosotros. Tenemos siete años funcionando. Año y medio de desarrollo y cinco dedicados a lo que es una casa protésica convencional. Tenemos unas instalaciones en el Centro de Especialidades Médicas Los Rosales, piso 7, donde hacemos valoración y rehabilitación posprotésica.

Explica que actualmente son más de quinientas personas que han podido caminar sólo con productos fabricados en nuestro país por Zona Biónica Innova. “Más allá de un centro protésico somos un centro de innovación, fabricamos dispositivos para todo lo que es el área de discapacidad. Ahí estamos haciendo una prótesis para un canino con una lesión medular”.

Son considerados una de las casas premium –asegura Restrepo–, y es por la forma diferente de hacer las cosas, lo cual consiste, para empezar, en tener un equipo de usuarios de prótesis.

“Es impresionante cuando alguien llega pensando que el mundo se le acabó y a la persona que lo atiende le faltan dos piernas; el que le da la bienvenida le faltan dos piernas, al que lo atiende en el consultorio también le falta la pierna derecha y todos son profesionales y cuando entras a un sitio donde ves que puedes tener una nueva vida eso es importante y ya por ahí marcamos una gran diferencia. Ya eso es un plus, algo que no le va a brindar cualquier casa protésica”.

–¿Que lo motivó a usted a hacer prótesis?

–La historia inicia con la amputación por sarcoma de un miembro a una hermana. Siendo una mujer muy activa, un día le detectan cáncer en un miembro inferior y esto la deprimió muchísimo, la sumió en el encierro, ella no quería que nadie la viera así. En esos momentos yo me encontraba en España y empezamos con un desarrollo, y un día llegamos con la loca idea de decirle vamos a fabricar una prótesis para ti y eso la motivó muchísimo. No era una prótesis comprada, queríamos hacerla nosotros. Ya hoy en día una prótesis no es algo que se esconde, sino es algo que se luce con orgullo y cada vez son más tecnológicas. Ella se llamaba Noris López, y estaba encerrada en ese mundo, en una cama, no aceptaba vistas, no quería que nadie la viera, ella creía que ya la vida se le había acabado. Le mostramos todo este universo de posibilidades (en ese entonces tenía 62 años) y le mostramos que podía lucir su discapacidad y demostrar al mundo, con entereza, que se podía superar. Ella murió sin poder usar la prótesis pero nos inspiró para seguir en este trabajo.

–¿Cuál de las prótesis tiene mayor demanda?

–Las que son para miembros inferiores. Y lo más impactante han sido las prótesis cuadrilaterales, para personas que han sido amputadas de brazos y piernas por descargas eléctricas. Son los casos más fuertes que hemos manejado por acá, y para nosotros es una felicidad total ver hoy en día caminando a esa persona, ver toda esa evolución del paciente.

«Hemos hecho dos prótesis cuadrilaterales y muchísimas bilaterales. En estos casos, Francis Galeno ha sido un gran pilar en la evolución emocional de ellos, porque la tienen como ejemplo y ella hace de todo, se lanza en paracaídas, anda en bicicleta. Francis Galeno vive en Valencia, pero siempre está acá, ahorita está en una preparación para una certificación internacional como entrenadora».

«Aquí también he podido desarrollar parte de la electrónica en lo que son miembros superiores donde hemos desarrollado circuitos bioeléctricos, que son sensores que van a la piel y toman un registro muscular para poder accionar mecánicamente una mano; eso lo hemos desarrollado ya aquí en Venezuela. De estos hemos hecho unos cinco o seis brazos que cumplen totalmente con las normas desde lo biomecánico, anatómico y funcional, y es cuando la persona dice ‘…esto era lo que yo necesitaba'».

«Estamos en desarrollo del exoesqueleto y otro miembro de nuestro equipo, Miguel, que es médico neurólogo, está haciendo ahorita una especialización en Inglaterra en mecatrónica médica, para poder aplicar equipos médicos de alta generación en el área de la neurología. Con él tenemos el desarrollo de fabricar un brazo gigante para rehabilitación de pacientes, no necesariamente amputados, sino con lesión por trauma, neuro, todos los niveles de lesión que la gente pueda tener en los brazos. Es un robot, una trazabilidad de data de cada paciente, ese es un proyecto bastante ambicioso que tenemos ahorita, creo que puede estar en año y medio. La Universidad de Londres es donde él está ahorita. Él ha tenido bastantes divergencias con la directora del proyecto porque él dice que aquí en Venezuela hay un equipo de locos que puede tener eso en dos años mientras ellos allá estiman diez años. Creo que podemos hacer ese brazo en un tiempo récord».

–¿Es decir que tienen grandes proyectos?

–Para diciembre tendremos la nueva sede en Ruiz Pineda, para continuar en el área de desarrollo e innovación. El Brazo de rehabilitación y exoesqueleto son los dos proyectos fuertes para nosotros en este momento. Para eso vamos a ampliar lo que es la tecnología de impresión 3D que ya en Venezuela tiene cinco años, creo que fuimos los pioneros en incursionar en el desarrollo de impresión 3D, lo digo porque fuimos de la mano de las casas premium que traen estas máquinas y fuimos los primeros en adquirir esta tecnología. Todos nuestros diseños fueron realizados en impresión 3D. Yo diseñé un robot gigante del torso para arriba, con todos los movimientos y toda la cinemática y movimientos biomecánicos del cuerpo humano. Ese robot lo tenemos por ahí porque cuando ganamos el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología, alguien lo dejó caer y se desarmó por completo pero lo vamos a volver a armar para tenerlo en la nueva sede.

–¿Quiénes son su competencia?

–En Venezuela, obviamente, hay casas protésicas, casas muy buenas y de treinta años de tradición, pero no hemos conseguido desarrolladores en Venezuela. La Universidad Simón Bolívar tuvo un proyecto de diez años para la fabricación de rodillas, pero no se les dio el proyecto, creo que estaba más anclado al resultado académico que a la motivación propia de una persona en querer dar un resultado. Ahí hay una gran diferencia entre los proyectos de corte académico a cuando tú como innovador tienes un proyecto personal y le pones el ingrediente de la motivación y la pasión. Con esos elementos los proyectos llegan a buen término y se concluyen. No así con los proyectos académicos que son el resultado de una idea de estudiantes, pero no suele ser una pasión. En la USB cerraron ese proyecto y no hubo un resultado positivo, eso hizo que nuestro proyecto cobrara fuerza. Hicimos una edición especial de una rodilla que la nombramos la Autana, en honor a nuestros cerros y esa rodilla se fue caminando en un venezolano desde San Cristóbal y ahorita está en Uruguay, él dice que no es emigrante sino caminante. Se llama Yesly Aranda y va con el sueño de caminar toda América del Sur. “Toda Sudamérica en una prótesis y una pierna”, se llama su travesía, él es amputado en un accidente automovilístico y hace esta travesía para motivar a su hija que también quedó amputada en ese accidente.

–¿Cuántos años tiene en Venezuela, y qué significa para usted este país?

–Tengo veintitrés años ininterrumpidos en Venezuela y para mí significa una alegría muy grande, una motivación, un agradecimiento enorme a mi segundo país, es el país que me adoptó, me abrió las puertas y siento que le debo mucho. La vida no me va a alcanzar para crear cosas, siempre decimos que este es un trabajo de venezolanos para venezolanos y me siento feliz de que toda nuestra plataforma sean personas de nuestro país desarrollando y llevando calidad de vida. Hemos trascendido fronteras; hoy día tenemos prótesis nuestras en Suramérica. En España quieren conocer a todo el equipo, nuestro equipo es de poco más de doce personas y llegamos a veces hasta a 20 o 30 personas, incluyendo niños. Todas las prótesis de niños que hemos puesto hasta ahora han sido donaciones de Zona Biónica. Nuestra primera prótesis infantil fue para una niña que tenía 18 meses y ella dio sus primeros pasos de vida con nosotros, con componentes nacionales y la hemos mantenido en el tiempo.

–Hábleme de la prótesis que está haciendo para una mascota

Estamos haciendo una prótesis para el perrito Hachi, de una telenovela, no sabíamos que tiene una condición y decidimos invitar a Hachi para una toma de impresiones. Posteriormente entramos al proceso de elaboración y cuando lo terminemos lo vamos a mostrar en las redes, desde el inicio hasta el final de cada proceso. Ya el yeso esta listo para tallarlo, va a tener unas rueditas en la parte de atrás para que no se arrastre y pueda desenvolverse bien, todo respetando su condición fisiológica y que pueda hacer sus necesidades.

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En la nueva sede de Zona Biónica Innova, ubicada en el sector Ruiz Pineda, Caricuao, al oeste de Caracas, abrirán una fábrica especializada en calzados para diábeticos elaborados con piel de cabretilla española, anunció Restrepo.

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