Están las abejas sin aguijón, y están las otras, las apis. Para Pablo Alejandro Pérez, rescatar una colmena de estos insectos africanizados es como bailar al son de una salsa brava
Teresa Ovalles Márquez / Fotos Yrleana Gómez
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El equipo reporteril de La Inventadera fue invitado a una jornada de extracción y rescate de una colmena de abejas que había puesto en situación de alarma a la comunidad de la calle Quito con Panamá de Plaza Venezuela, Parroquia El Recreo de Caracas. La misión era múltiple: trasladar una densa y alerta comunidad de abejas africanizadas desde una zona residencial (comunidad de seres humanos) hasta un lugar seguro, donde se pudiera a aprovechar su producción de miel, sin que hubiera personas lesionadas y sin que esas personas quedarán con la sensación de que las abejas son sus enemigas. ¿Qué podía salir mal?

A instancias de la organización comunal Cipriano Castro de esta zona, consciente de la importancia del rescate de estos insectos, actuaron los Bomberos del Distrito Capital; la Corporación de Servicios Eléctricos, Corpoelec; miembros administrativos del Consejo Comunal, que tuvo como vocera a Reina Pacheco y a David Castillo, y el experto en apicultura y encargado de la extracción de las abejas africanizadas, Pablo Alejandro Pérez.

En este caso se busca el adiestramiento del Cuerpo de Bomberos en acciones de rescate y aplicación de protocolos adecuados para la preservación, ya que generalmente queman las colmenas y a las abejas, y se desconoce la especificidad de estos benéficos insectos. En algunos casos son africanizadas y en otros son abejas nativas sin aguijón, productoras de una miel casi exclusiva para fines medicinales.

En los casos de movilización de las abejas, se acostumbra trasladarlas a la parte Sur de la ciudad de Caracas, en donde se encuentran conuqueros especializados en apicultura y comunidades organizadas que se interesan en la cría de estos bichitos.
Situación de riesgo
La tarde del sábado 6 de enero de 2024 se planificó el traslado de la colmena de abejas africanizadas. Se notificó a los vecinos a través de las redes sociales y por papeles de advertencia pegados en las entradas principales de los edificios de las calles Quito y Panamá de Plaza Venezuela, que debían mantener cerradas puertas y ventanas, y notificar la presencia, en el caso de que hubiere, de personas alérgicas grado cuatro. La picadura de una sola de estas abejas es mortal en esta situación.

Al principio había calma y serenidad. La reportera gráfica de La Inventadera; un bombero y el hombre que se disponía a manejar la cesta mecánica para llevar al experto en traslado y extracción de los insectos, se apertrecharon con los trajes especiales que los resguardaban de las picaduras de al menos 80 mil insectos que habitaban el panal, según cálculos del apicultor (las primeras estimaciones daban un cálculo mucho menor). Los demás, bomberos, comerciantes y miembros del Consejo Comunal debían permanecer a una distancia prudente del operativo. El perímetro de una cuadra y media se mantuvo aislado por camiones de bomberos y conos de alerta. Nadie debía pasar.

La tensión creció cuando la cesta mecánica de Corpoelec que conducía al apicultor a la rama más alta del árbol alcanzó la colmena. El apicultor empezó a rociarlas con humo. Una nube de abejas lo rodeó y su traje se veía a los lejos densamente poblado por los insectos. El apicultor estiraba hacia el frente la malla protectora que se adhería a su rostro.
Esta reportera se resguardó en uno de los jeeps de Corpoelec, que mantuvo los vidrios cerrados y el aire acondicionado encendido.

El experto había dispuesto de un dispositivo que emitía densas bocanadas de humo con las que ahuyentaría a las abejas de la improvisada y perfecta colmena, para luego aspirarlas y meterlas en un tobo de medianas dimensiones, reubicarlas en refugios artificiales (cajas de madera) creadas para albergarlas y posteriormente trasladarlas. El anidaje de los insectos productores de una miel exquisita usada primordialmente con fines medicinales, se terminó de realizar en apiarios del sur de la ciudad donde se ubican conuqueros y comunidades interesadas en la cría de los intimidantes bichitos.

Durante el operativo pudimos observar que uno de los bomberos resultó picado. Las abejas vulneraron el traje que lo protegía parcialmente y sus compañeros lo socorrieron aplicando humo con cajas de carton. Al final, el bombero se recuperó y la contingencia fue superada.
En estos operativos se requieren cajas de cartón para que emanen humo al ser quemadas y poder mantener alejadas a las abejas. Es parte del protocolo para retirar los trajes una vez que culmina la actividad (después de dos horas o algo más), y todavía quedan sobrevolando y a la defensiva algunos especímenes.
Dieciséis variedades en Caracas
Las abejas son clave en la reforestación ante el impacto ambiental antrópico en campos y ciudades. El biólogo y carpintero Pablo Alejandro Pérez, consciente de la virtud que tienen estos alados insectos, se dedica a rescatarlas, preservarlas y conservarlas en la ciudad de Caracas y sus alrededores.

Pérez, que ha trabajado en agroecología y reforestación, explica que estas especies nativas que viven en el Valle de Caracas, contribuyen de manera muy eficiente en el mejoramiento de los cultivos de frutas y semillas.
−Cuando hay abejas las plantas producen semillas más grandes y más frutas, entonces los hijos de esas plantas en donde ellas viven van a ser más grandes y se van a producir en mayores cantidades. Todo se recupera más rápido mientras haya abejas. Así, los árboles que se ahuecan cuando se encuentran al borde de la muerte, se recuperan gracias a la acción restauradora de las colmenas. “Yo empecé a criarlas porque me daba nota; las buscaba en bicicleta porque no tenía nada que hacer en pandemia. Ellas suelen agruparse en los árboles pero también en los muros de contención de las ciudades y donde vivo, en el municipio Baruta, hay muchos”.
Con el proyecto que lidera Pérez, “Mis vecinas las abejas”, han inventariado en la Gran Caracas 16 variedades, una cantidad “muy respetable”.

−Nuestro proyecto abarca la Gran Caracas sin incluir ningún Parque Nacional. Siempre hemos estado en las zonas o islas verdes. El Valle de Caracas contiene tres vallecitos perpendiculares; entre cada vallecito hay una zona verde; uno de ellos es Fuerte Tiuna que llega hasta el Sur de Caracas, luego hay otra zona verde que es la que está entre Caricuao, El Valle, Coche y La Vega que coinciden con tres parques nacionales y esos llegan también hasta el Sur de Caracas y los Altos Mirandinos. Hay otra isla en donde hay muchas abejas que es el parque recreacional Ezequiel Zamora en El Calvario, en el que trabajamos con la gente de la Universidad Popular del Ambiente Fruto Vivas.
“Para nosotros es muy importante que la gente que maneja el tema agroalimentario sepa de abejas, porque se deben conocer muy bien en el manejo de alimentos los procesos de polinización de las abejitas. La idea es que las universidades se apropien de esa tecnología y la manejen de una manera más integral. Es importante conocer que hay abejas nativas sin aguijón pero que hay otras, que son las que pican, que no son de aquí, y otras que son las solitarias, es decir que funcionan como un todo separado. Es como una comuna, una estructura social muy bien organizada. Algunas son eusociales como la apis, también eusocial, que tienen una reina con muchas hijas.

Lejos del enjambre
Para realizar las fotografías a este experto en apicultura nos dirigimos a El Laguito, parque recreacional ubicado en las inmediaciones del Paseo Monumental Los Próceres, en el Fuerte Tiuna. Allí no solamente se cumplió la tarea de hacer fotos sino que también sirvió para ubicar espacios-árboles en donde habitan y conviven diversas especies de abejas nativas como las rubitas, variedades de pegones, los cigarrones, que también son abejas, y las coquitas o angelitas, entre otras.
A propósito de la existencia de una casi infinita variedad de abejas –en el mundo hay 20 mil variedades– Pérez aclara que no sólo las abejas de la variedad apis están en condición de vulnerabilidad en Asia y Europa, específicamente. En Venezuela también se encuentran vulnerables algunas especies nativas, sin aguijón, como la guanota. Hace la salvedad de que la variedad apis mellifera (con aguijón) es una especie muy importante, ya que cumple una función polinizadora significativa por su abundancia, con efecto benéfico y además logran convivir en armonía con las especies nativas.

Informa Pablo que a los bomberos se les da un adiestramiento que pasa por dar a conocer y enseñarles los tipos de abejas, su importancia ecológica, su simbología y que no se deben exterminar. Pero…
−¿Cuál es la simbología de las abejas?
−Las abejas son supraorganismos, eso quiere decir que es un todo separado en partes que funcionan en unidad. Y esa capacidad que tienen de trabajar en resiliencia, en cooperación, en simbiosis y además de hacer esa serie de ejercicios que a nosotros nos funcionaría, hacen sinergia, que es lo más eficiente que nosotros podemos hacer y es lo más natural, aunque ahora no funcionemos así.

“Otra cosa que a mí me gusta mucho resaltar es la diversidad de abejas que hay, cosa que deberíamos entender como humanos, el respeto a la diversidad, no sólo la diversidad biológica que tiene Venezuela como país megadiverso, sino la diversidad cultural, política, étnica, sexual, política… como las abejas que son morenas de ojos verdes, las hay rubias de ojos verdes también, aquellas son una negritas pelirrojas, las aricas son rojas con alitas amarillas, las guanotas son color cenizo, grandes; los abejorros son negros y peludos, los cigarrones son de diferentes colores, hay pegones rojos y negros, en fin…

Mini biografía
Desde que era niño Pablo Alejandro Pérez ha estado vinculado a las abejas. Ama la naturaleza. Es biólogo egresado de la Universidad Simón Bolívar, y carpintero. Nació el 30 de marzo de 1982 y desde que se dedica a la biología se ha especializado en el estudio, rescate y movilización de abejas. Es agroecólogo y se ha dedicado también a los ambientes que requieren ser reforestados.
Una de sus aficiones es bailar salsa, de hecho, considera que rescatar una colmena de abejas africanizadas es como bailar salsa brava. Antes practicaba deportes extremos como la escalada de montañas.
Es hijo de un escultor y de una farmaceuta. También se dedica, como era de esperarse, a la venta de miel y propóleo tomado de un meliponario de pegones rojos.

2 comentarios
Bello reportaje, me llena de vigor saber que esto sucede, una mirada más amplia, más conciente y lejos del antropocentrismo que tanto daño nos ha hecho. Felicitaciones para Alejandro y su equipo. Vivan las abejas!
Buenos días, que bello e interesante reportaje, su narrativa educa y enriquece el alma. Felicitaciones a todos por tan bella labor de conservación de la especie.