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La primera bruja

por Lheorana Carolina
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Lheorana González | Comunicadora, fotógrafa

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“Nuestras calles están invadidas por penes, están en todos lados, está normalizado”. Así comienza un ingenioso video promocional de una organización internacional llamada ‘Nosotras’, que muestra en su introducción fotografías de penes dibujados en paredes, baños, calles, ascensores, mesas, puertas, etc.

Este audiovisual (que tiene de trasfondo la comercialización de toallas sanitarias) es una breve convocatoria a mujeres de toda Latinoamérica a escribir historias sobre sus úteros, así como a hacer expresiones de arte callejero, grafiti y esténcil, en todas las ciudades, como manifestación masiva que visibilice a modo de protesta nuestro órgano reproductor femenino oprimido, subyugado y controlado por los hombres y el sistema.

Pero las ciudades no sólo están llenas de dibujos y grafitis de penes por todos lados. Los territorios del mundo habitado por los humanos han sido marcados a lo largo de la historia con un atorrante falocentrismo simbólico representado en estatuas, obeliscos, obras de arte, rascacielos, faros, y otras arquitecturas útiles o no, que han servido de cimientos fundacionales en el proceso de violentas conquistas, erigidas en paralelo a la creación de estructuras políticas patriarcales: leyes, educación, historia, arte, literatura, filosofía, ciencia y en sí, todos los lenguajes y las áreas del conocimiento, diseñados a partir de signos, símbolos, ideas y conceptos escritos o instaurados originalmente por varones e impuestos por imperios.

En este contexto social hegemónico «falogocéntrico»[i] en términos derridianos, las mujeres hemos quedado invisibilizadas y subyugadas por milenios con el estigma de asumir roles bien específicos. Nuestros cuerpos fueron convertidos en entidades útiles para la servidumbre: objetos sexuales, entes ornamentales o cuerpos conquistables y negociables, que han pertenecido, a partir de algún punto de la historia, a los varones, en el marco de arbitrarias normas o leyes religiosas y/o estatales; primero a los amos (en tiempos de invasión y conquista), después al padre, luego al novio o esposo, y finalmente a los hijos. Se impone entonces, el estereotipo de mujer dócil y sumisa, que debe ser moldeada por la sociedad desde su nacimiento para cumplir con estos roles durante toda su vida, como principio fundamental que garantice el sostenimiento y funcionamiento del sistema patriarcal capitalista.

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Pero, ¿cómo fue que los hombres llegaron a imponerse por encima de nuestro carácter femenino libertario, subyugando nuestra naturaleza creativa y controlando nuestra condición original de mamíferas procreadoras? ¿En qué momento de la historia de la humanidad los varones tomaron el control de nuestros cuerpos para convertirlos en mercancía, en género y sexo inferior o en propiedad privada? ¿En qué punto de la historia los hombres se impusieron como jefes supremos para controlar nuestros cuerpos, nuestras vaginas, nuestros úteros y nuestras voluntades?

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Una de las respuestas está en la invención de la institución familiar, que es seguramente, la primera convención social utilizada para el control y formación de esa trama o tejido celular social que contribuye al funcionamiento de los sistemas o estructuras hegemónicas. En tanto que los apellidos en las culturas occidentales y orientales, figuran como maniobra reglamentaria inventada para constituir, demarcar y organizar familias, viviendas, propiedades y territorios. Este sistema organizativo ha contribuido, además, a erigir la pirámide de las clases sociales como estructura predominante para la segmentación de los pueblos en castas, capas, géneros y razas.

Otra respuesta la hallamos en El libro de la biblia, inspirado en supuestas mediaciones divinas entre presuntos profetas varones y dios. Es el más poderoso medio de comunicación unidireccional inventado e impuesto durante siglos con métodos inquisitorios, como única e irrefutable verdad. Encontramos en este libro escrito por varones, la justificación, la creación y el origen de los primeros humanos como representaciones mitológicas de gran influencia. Adán es el protagonista y Eva es la antagonista en alianza con la serpiente que representa el símbolo del falo. Ambos personajes conforman la primera familia retratada en el Génesis, relato originario que denota grandes contradicciones entre el primero y el segundo capítulo.

En el capítulo uno, dios crea en primer lugar a los animales; después crea al hombre y a la mujer sin establecer ninguna supremacía entre ellos. Seguidamente, en el capítulo dos, se lee un relato distinto que pareciera haber sido redactado en épocas posteriores. En este segundo capítulo, dios modela a partir del barro, cual estilizada obra de arte, al primer varón: Adán, y lo ubica en el paraíso terrenal denominado Edén. Luego, crea a los animales y le atribuye el poder a Adán para que les dé nombre. Por último, y a partir de una costilla del varón, cual historia aterradora de Mary Shelley, y como una especie de accesorio útil para el primer hombre, dios crea a la mujer.

“Y dijo Dios: No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él”. (Génesis 2:18)

“Y Dios hizo caer sueño sobre Adán: entonces tomó una de sus costillas, luego cerró la carne en su lugar; y de la costilla Dios hizo una mujer, y trájola al hombre. Y dijo Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos, y carne de mi carne”. (Génesis 2:21-23)

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En este libro no sólo se relata el origen mitológico de la primera estructura familiar patriarcal sino, queda establecida la configuración sustancial de los primeros estereotipos de hombre y de mujer. Por un lado, Adán encarna el poder procreador humano; sin copular y sin ser portador del útero. También es representado como un personaje bueno, ingenuo, obediente, tranquilo a imagen y semejanza de dios y víctima de la alianza entre Eva y el falo (la serpiente, el demonio).

Eva tentada por la serpiente, de William Blake. GB,
1799-1800

Por otro lado, Eva, la primera mujer, es configurada como la antagonista: un ser infiel, perverso, desobediente, lleno de traición, seducción y malicia, culpable del pecado original y merecedora del desprecio y del castigo; responsable de la expulsión del paraíso del Edén, condenada al sufrimiento, a la opresión y a la subyugación por parte de dios y de los hombres por los siglos de los siglos.

Se escribe en este relato de carácter religioso, manipulador y milenario, los principales fundamentos de la Era patriarcal: la misoginia, el sexismo, la familia heteroparental, el estereotipo del varón como patriarca y representante de dios en la tierra, el estereotipo de la mujer como ser inferior: sirvienta, sumisa, seductora, traicionera y castigable, que debe ser controlada, expulsada o suprimida por dios y por los hombres si llegase a ser desobediente. Nace en el Génesis de la Biblia, la idea intrínseca del estereotipo de la bruja, una de las protagonistas de nuestro Aquelarre.


[i] Falogocéntrico: Término creado por Jacques Derrida en su ensayo «El factor de la verdad» (Derrida, 1975), análisis crítico del filósofo Lacan, mediante la fusión de los términos falocentrismo y logocentrismo. (Olivares, 1997:88) [… ] Los nuevos planteamientos feministas proponen que la mujer creadora se salga de las imágenes encuadradas por la cultura falogocéntrica y realice la representación desde los bordes e intersticios de dicho cuadro. De esta manera se produciría un proceso de constante renegociación [… ] (Guerra, 1994: 188 en Olivares, 1997:92).

OLIVARES, Cecilia, Glosario de términos feministas. Editorial El Colegio de México, 1997.

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Campesina y contralto

12 comentarios

Edgar A. Zambrano 1 octubre 2024 - 21:41

El miedo a la liberación de la mujer, a la igualdad de géneros, su sometimiento histórico de la mujer, en las sociedades de dominación explotación capitalistas-religiosas. Buenas reflexiones! Lhana

Respuesta
Lheorana Carolina 4 octubre 2024 - 00:02

Exactamente, la industria del miedo es el control remoto que sostiene al sistema religioso patriarcal capitalista. Saludos Edgar!, gracias por el comentario.

Respuesta
IRVING CORONEL 29 septiembre 2024 - 04:37

MUY BUEN ARTICULO!!!!
Te felicito, además de interesante es de mucho aprendizaje para mí.
Besos y Abrazos

Respuesta
Lheorana Carolina 30 septiembre 2024 - 14:16

Gracias Irving por leerme y que alegría saber lo que dices. Te mando un fuerte abrazo!

Respuesta
ReneAlejandro 26 septiembre 2024 - 21:21

Que bueno está negra!!

Te abrazo 😘

Respuesta
Lheorana Carolina 27 septiembre 2024 - 15:17

Gracias René!, te mando un fuerte abrazo venezolanísimo desde aquí hasta Chile.

Respuesta
Leonardo Guilarte Lamuño 22 septiembre 2024 - 22:55

Está buenísimo. Qué bien lo hilaste y además las imágenes contribuyen a contextualizar. creo que se cumple el objetivo de incentivar la reflexión. Felicitaciones.

Respuesta
Lheorana Carolina 27 septiembre 2024 - 15:33

Estaremos haciendo análisis, opiniones, semblanzas y crónicas con cierta regularidad en nuestra nueva columna Aquelarre sobre diversos temas en torno a la mujer y la sociedad, junto a excelentes escritoras de nuestra revista digital Lainventadera.com. Gracias por tu comentario Leonardo y gracias por leerme. Abrazo y saludos!

Respuesta
Any 22 septiembre 2024 - 09:19

Buenísimo!!
Muy interesante el articulo, el patriarcado y el falo en una combinacion ansestral para invisibilizar a la Mujer, al Genero Femenino, al Útero y al Ser Creador, osea el ser mas parecido a un Dios.. Entonces soy bruja desde que naci, jajajaja, me encanta serlo entonces por los siglos de los siglos..

Respuesta
Lheorana Carolina 27 septiembre 2024 - 16:02

El mito del Génesis de la biblia escrito por varones, es una estrategia de manipulación religiosa milenaria perversa y vigente para el control de nuestros cuerpos y nuestras vidas. El sistema patriarcal necesita mantener a las mujeres en la servidumbre y la esclavitud, para eso inventaron las religiones y el dios varón. Este sistema fundamentalmente misógino y religioso, nos condena como brujas porque nos necesita arrodilladas y brutas. Gracias por tu comentario. Abrazo!

Respuesta
Coromoto 21 septiembre 2024 - 13:47

¡Excelente artículo!
El falo se normaliza en las instituciones educativas, no me refiero a los ambientes de aprendizaje convencionales, sino en las áreas comunes, y en los baños, donde los jóvenes de ambos sexos siguen imponiendo culturalmente la representación falocentrista patriarcal, así en la caminata cotidiana que se hace por la ciudad. La raíz occidental de ello, se percibe de manera magistral en este texto, no me había percatado de la relación falocentrista del génesis, siempre allí de manera impositiva por los siglos de los siglos.
Seguiré de cerca estos «Aquelarres» son polémicos y excelentes para dar el debate en la conversa con las panas o «las brujas».

Respuesta
Lheorana Carolina 27 septiembre 2024 - 16:14

Nos hemos acostumbrado a la imposición del falo como símbolo de poder y privilegio. Es un código de dominio imperial-religioso del que no nos percatamos tan fácilmente. Abrazo, gracias por leerme y gracias por tu comentario. Salud!

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