Alejandro Silva Guevara | Fotos: Abraxas Iribarren
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En el estado Guárico se encuentra un caserío en el que la actividad económica gira en su totalidad alrededor del trabajo con barro y arcilla y la diversidad de productos que de él se derivan. Se trata de una comunidad de apenas 54 casas ubicadas a orillas del río Portuguesa, el cual pasa por los estados Cojedes, Guárico, Portuguesa, Barinas y termina desembocando en el río Apure. Este caserío guariqueño, ubicado en el municipio Francisco de Miranda, lleva el nombre de El Socorro de Portuguesa y no está dentro del estado que le da nombre.
Al sur oeste de Guárico se encuentran ubicadas 52 casas, mientras que del lado de Barinas hay dos. Esas viviendas son de bahareque, bien construidas, y Fidelina Manzo asegura que cada casa es un taller y a la vez una galería en la que exponen todo el trabajo que realizan como sustento, como su modus vivendi. Dentro de estas actividades producen bloques de adobe, tejas, tinajas, jarrones, budares, tazas, ollas, cucharones, entre muchas otras cosas.
Cuando Fidelina tenía apenas 3 años trabajando con arcilla tuvo esta experiencia que la llevó a conocer a esta comunidad y compartir con ellos por 37 años: «Fui a un sancocho en el pueblo de Calabozo, donde trabajo y tengo mi taller. Hicieron un hervido que sirvieron en unas tazas de barro rojo con su platico y les pregunté que de dónde habían sacado esa vajilla tan hermosa. La persona que me sirvió me respondió que ella tenía 20 años con esa vajilla y que la había comprado en un caserío, por allá… Inmediatamente le dije que quería ir a conocerlo, entonces la señora se animó y fuimos. Nació una historia a partir de esa primera visita”.
En el caserío hay veinte talleres de cerámica en el que las mujeres son las principales protagonistas en cuanto a la producción de lo que llaman “cerámica culta”, con un nivel de exhibición apto para museos por su destacada fuerza artística y su profunda belleza, mientras que los hombres se dedican a la producción de bloques, ladrillos, tejas y vasijas grandes. Mujeres y hombres trabajan a partir de las 3:00 de la mañana para evitar el calor intenso del sol cuando buscan el material.
Fidelina afirma que la experiencia dio origen a una serie de hechos que revelaron que no solo se trata de una comunidad que se dedica al arte de dar forma y usos al barro, sino que existe una historia profunda que data de la época precolombina.
Las huellas de las manos
Este caserío se asienta sobre miles de años de una historia poco atendida. En toda la zona se pueden encontrar restos de las civilizaciones que hicieron vida allí, en ese mismo lugar, y que también se dedicaron al trabajo con barro y arcilla. No es extraño encontrar piezas de altísimo valor antropológico en los lugares de los que los pobladores toman el abundante material para trabajar. “Una de las señoras tenía un hijo que siempre traía a su casa piezas que encontraba, y eran tantas que cuando la señora se molestaba amenazaba con lanzarlas al río (de hecho lo hizo en un par de ocasiones). También ha sido común la reutilización de las valiosas piezas para complementar la consistencia de sus propias creaciones”, relata Fidelina.
Otras ceramistas del caserío le entregaron varias de estas piezas, hechas con pocas variantes en la técnica de como se supone que se hacían siglos atrás, y finalmente pudo llevarlas para ser analizadas en la Universidad Simón Bolívar, dando como resultado que tienen un origen de más de 1.500 años de antigüedad. La tarea no resultó fácil debido a que esas piezas se encuentran protegidas por el estado venezolano y no pueden ser trasladadas sin los permisos de rigor, aunque paradójicamente no se ha hecho un trabajo intensivo de recuperación de este importante testimonio arqueológico. Se han encontrado vasijas, objetos de cerámica utilitarios y decorativos, y lo que la profesora Fidelina considera que son de los hallazgos más hermosos: la pintaderas, que son unos rodillos pequeños con formas variadas que eran utilizadas como una especie de tatuaje temporal impreso en el cuerpo con pinturas vegetales.
“La locería nos conecta con nuestra historia, con la geografía. La cerámica no es nada más vasijas; la cerámica es cultura”, afirma Fidelina, quien ha llevado su experiencia a un nivel de importancia académico con la invitación de instituciones como la Facultad de Antropología de la Universidad Central de Venezuela, la Universidad Simón Bolívar y la Universidad de las Artes, además de otras como la Casa de la Cultura «Francisco Lazo Martí», que les otorgó un reconocimiento en el estado a El Socorro de Portuguesa por el trabajo comunitario que se desarrolla allí. También ha realizado algunas exposiciones importantes en otros estados, y en Caracas en el Centro La Estancia hace ya algunos años, entre otras cosas por lo delicado que es trasladar este tipo de material.
Por esas razones, en el conversatorio ofrecido por Fidelina en los espacios del Centro de Expresión Artística Museo “Jacobo Borges”, con el acompañamiento de Xiomara del Valle León, directora de este recinto ubicado en el Parque del Oeste “Alí Primera”, se realizó con un videobeam y apenas un par de pintaderas.
Fidelina reconoce que no se dedica a la fabricación de lozas, sino que se convirtió en un puente entre el trabajo de esta comunidad y el resto del país: “Nunca he sido hacedora de piezas; lo mío es la relación con la gente, porque vengo de una experiencia de trabajo socio cultural que me dio la apertura necesaria para valorar el conocimiento de la gente, la identificación con las particularidades de cada uno, saber quiénes somos, qué hacemos, cómo lo hacemos, qué dificultades tenemos, basándonos en una relación de apoyo mutuo (…) No se trata de ir a aprender una técnica con alguien, sino de relacionar ese trabajo con la vida y todo lo que representa”.
En el museo hay un espacio para la exposición de ese trabajo que se realiza a partir de la arcilla y el barro. Allí está el testimonio de la historia y del presente de esta comunidad, en una muestra fotográfica que da cuenta del trabajo de 37 años de Fidelina con los y las integrantes de El Socorro de Portuguesa. Allí se pueden apreciar trabajos de leyendas vivientes de El Socorro, en representación de un colectivo de loceras: Vicenta y María Cancine.
1 comentario
Hay que rescvatar ell Arte de arcilla precolombina.figuras de los Aztecas,Inca, Mayap.en el cuartel vsan Carlos Haber un espacio de museo.Att Ramon contreras