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Bosque de manglar: tierra y mar abrazados

por Éder Peña
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Éder Peña | Como la vida misma

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Imagina una playa cristalina y un sol brillante, la arena blanca besada por las suaves olas… Nada que ver con un matorral oloroso a huevo podrido, con lodo, jejenes y hartas raíces que no te dejan nadar ni disfrutar de la maravilla que es bañarse y pasar un día bomba en una playa tropical.

El matorral enunciado es un tipo de bosque, llamado manglar, que es específico de las zonas costeras tropicales y subtropicales. Se extienden por todo el mundo y son claves para la vida en estas regiones.

Conforman menos del 1% de los bosques del mundo pero el 90% de estas formaciones vegetales se encuentran en países del Sur Global y las tasas de destrucción han aumentado rápidamente y a gran escala, al punto de que están desapareciendo de tres a cinco veces más rápido que el resto de los bosques en el mundo.

Sin embargo, pueden almacenar el carbono hasta cinco veces más que otros bosques tropicales, y hasta por miles de años, por lo que son considerados ecosistemas de “carbono azul” junto a marismas y praderas marinas.

El olor mencionado se debe a la presencia de sulfuro de hidrógeno (H2S), un gas que se produce por la descomposición de materia orgánica en ambientes con poca cantidad de oxígeno, como sus raíces, en donde las bacterias que se encargan de la descomposición en ambientes anaeróbicos utilizan sulfatos en vez de oxígeno. Esto no indica contaminación, sino formas de vida distintas a lo que se acostumbra a ver, la descomposición es el motor para la vida que estos ecosistemas ofrecen.

Venezuela cuenta con siete especies de mangles predominantes: Rhizophora mangle, R. harrisonii, R. racemosa (mangles rojos); Avicennia germinans, A. schaueriana (mangles negros); Laguncularia racemosa (mangle blanco), y Conocarpus erectus (mangle botoncillo).

Son los únicos árboles con flores que pueden vivir en la confluencia de tierra firme, agua dulce y marina, esto les permite adaptarse a condiciones ambientales fluctuantes, como cambios en la salinidad, inundaciones regulares del suelo, sedimentos cambiantes y bajas concentraciones de oxígeno en el agua.

Hay mucha presión sobre ellos, tanto por los lugares que ocupan, idóneos para el turismo y la producción camaronera, como por sus recursos maderables. Interrumpir su flujo de sedimentos y el equilibrio entre agua salada y dulce; implica la ruptura de las interrelaciones entre organismos y recursos.

CANCÚN, QUINTANA ROO, 12JULIO2016.- El juez Quinto de Distrito en Quintana Roo del Poder Judicial de la Federación (PJF) concedió la suspensión definitiva sin monto de fianza en el malecón Tajamar, relacionado con cualquier acto que implique la ejecución de remoción del manglar, quienes lo dañen de manera irreparable o cualquier otro tipo de vegetación, dijo Carlos Gamboa, secretario general de la asociación civil “La tierra es nuestra casa”. “A estas suspensiones se suma la prohibición de traslado de cualquier especie del sitio, así como el relleno de material pétreo en la zona, un avance importante para nosotros, pues perseguimos el beneficio para toda la comunidad cancunenses, de hecho somos la única asociación relacionada con la defensa de Tajamar que contamos con estas acciones legales”. FOTO: ELIZABETH RUIZ /CUARTOSCURO.COM

Se ubican en numerosos sitios de nuestra costa como la ciénaga de Los Olivitos; el golfo Triste, en Morrocoy; el complejo lagunar Tacarigua-Unare-Píritu; península de Paria, caño San Juan y el delta del Orinoco.

A alguna gente se le ha ocurrido talarlos para poder ver sus aves (no te rías), a otros les parecen un estorbo para poder mirar hacia el mar (insisto, por favor). Estos motivos “estéticos” son más lamentables que la locura de creer en el crecimiento infinito en un planeta finito.

Son sistemas dinámicos, como la vida misma, entre las adaptaciones que tienen sus especies está la capacidad de excluir sal por sus raíces, otros por las hojas, lo que les permite vencer al estrés salino. También el rápido crecimiento del dosel y sus embriones vivíparos (semillas que germinan en el fruto cuando este aún permanece en el árbol), sus propágulos son dispersos por las mareas, sus raíces expuestas respiran por encima del suelo.

Son eficientes en la retención de nutrientes y sedimentos, esto les convierte en hábitats de cría para especies de cangrejos, langostinos y peces de importancia comercial, lo que permite sustentar poblaciones y pesquerías de alta mar. Insectos, reptiles, mamíferos y aves también se reproducen bajo su protección.

Al captar sedimentos, que de otro modo podrían dañar los arrecifes de coral y las praderas de pastos marinos, actúan como filtros naturales, también sus raíces aéreas son anclajes que estabilizan y protegen las zonas costeras contra el impacto de las tormentas.

Distintas poblaciones humanas que coexisten con los manglares asumen que su salud es la de estos bosques, no se trata solo de un asunto escénico basado en asombrarse por su belleza, sino que la importancia religiosa, los usos educativos y el apoyo a los medios de vida son fundamentales para las comunidades costeras.

Sectores académicos han planteado que los manglares son una excelente solución para mitigar el calentamiento global debido a su mencionada capacidad secuestradora de dióxido de carbono (CO2) atmosférico que es convertido en materia orgánica. De hecho, en conjunto, los océanos, los bosques, los suelos y otros sumideros naturales de carbono del planeta absorben aproximadamente la mitad de todas las emisiones humanas.

Sin embargo, en 2023, que fue el año más caluroso jamás registrado, un equipo de investigadores halló que la cantidad de carbono absorbido por la tierra se desplomó temporalmente. Es decir, los bosques, las plantas y el suelo –como categoría neta– casi no absorbieron carbono.

La misma investigación reporta que, sin las presiones de la sequía o los incendios forestales, la tierra volvería a absorber carbono nuevamente, pero la fragilidad de los ecosistemas es evidente y cada vez menos predecible. Al menos 118 países dependen de la tierra para cumplir sus objetivos climáticos nacionales, pero el aumento de las temperaturas, de las condiciones climáticas extremas y las sequías están empujando a los ecosistemas a territorios inexplorados.

Además, parte de esta materia orgánica se metaboliza y regresa a la atmósfera como metano (CH4), un gas de efecto invernadero con mayor potencial de calentamiento global que el CO2 que es emitido por el agua y los sedimentos en descomposición. Así lo revela un estudio publicado en la revista Science.

Hay cierto mecanicismo que asume a la naturaleza como una hoja de contabilidad en la que hay solo ingresos y egresos, bajo esa lógica se han establecido metas como la de neutralidad de carbono —o “cero neto”— que pretende equilibrar las emisiones con la captura de carbono mediante reforestación y otras soluciones basadas en la naturaleza (SBN).

Sin embargo, el continuo ascenso de la temperatura media global está demostrando lo complejos que son todos los procesos naturales, son infinitas variables las que intervienen en el proceso climático global. El profesor Pierre Friedlingstein de la Universidad de Exeter, quien supervisa los cálculos anuales del Presupuesto Global de Carbono, ha dicho que «no podemos simplemente dar por sentado que tenemos bosques y que los bosques eliminarán algo de CO2, porque no va a funcionar a largo plazo».

Por otra parte, excluyendo el tema carbono, distintos estudios han evidenciado que las actividades intensivas en los manglares, como los criaderos comerciales de camarones, pueden ser financieramente viables, desde el punto de vista de un particular, pero no económicamente factibles desde el punto de vista de la sociedad.

Es más lo que pierde la sociedad en inestabilidad de la costa, pérdida de especies marinas comercializadas, contaminación; compactación del suelo y extracción intensiva de madera para uso local, que lo que se gana una porción pequeña de propietarios al devastar estos bosques.

Esto sin contar el simbolismo detrás de estos bosques en los que confluyen mar, tierra, el misterio, la tradición pesquera y un hervidero de causas y efectos que generan una complejidad asombrosa como la vida misma.

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