
Gino González | Máscaras de la mercancía
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Vivía el maestro Rafael Infante en La Chipola, un caserío entre Guayabal y Cazorla en el estado Guárico. Su casa estaba algo distante de la carretera principal y los vehículos entraban por un trecho de tierra hasta cierto punto, y a partir de allí había que continuar caminando a pie. Una tarde estaban en el patio y le dijo Juana Araujo, compañera de vida del maestro: “Rolo, por allá viene una gente hacia acá”. Cuando las personas que venían por el camino estuvieron más cerca y pudieron identificarlos, exclamó el maestro Rafael Infante: “¡Pero, chica, si es Nerys!”. Era el maestro arpista Nerys Torrealba, que junto a otros amigos se acercaba con un litro e ron en la mano.
Al encuentro, le dijo Rafael Infante: “Qué jue, loco, qué haces porai”. Y Nerys Torrealba le contestó: “Que estaba tocando en San Fernando, me acordé de ti y vine a beber contigo” .
Algunos no sabrán quién es Nerys Torrealba y mucho menos Rafael Infante, ni qué importancia tiene esta anécdota. En primer lugar, les diré que Nerys Torrealba fue un reconocido arpista de un estilo maravilloso. Más allá de la destreza indiscutible en el arpa, en él se destaca, a mi criterio y en el de muchos más, la belleza de su estilo. Queda de parte de ustedes buscar su música y apreciarlo por cuenta propia.
Desafortunadamente no dejó para el público (que se sepa) ningún trabajo instrumental, su obra está dispersa como acompañante entre los distintos cantadores a los que acompañó, principalmente en las canciones de Santiago Rojas. Ese que toca en “La viuda millonaria” es Nerys Torrealba. Pero también grabó con Francisco Montoya, Jesús Moreno, Ángel Ávila, Dámaso Figueredo y tantos más. Maestro, además, y propulsor de otros arpistas de gran renombre en la actualidad en el mundo de la música llanera, como José Archila. Nerys falleció repentinamente en marzo de 1994.
Reviste, por otra parte, gran importancia para mí, esa visita de Nerys Torrealba, en pleno apogeo de su carrera, al maestro Rafael Infante, por cuanto ello refleja, aparte de sus destrezas como músico, sus cualidades personales. La tendencia en el mundo de la farándula es la arrogancia. El poder es dulce y si te descuidas hace estragos en el alma. Las causas habría que buscarlas entre los complejos y miserias de nuestra psicología social.
Dicen y que la pobreza
junto con el sufrimiento
y que carcome la mente
y también el esqueleto
por eso el rico ambiciona
y nunca está satisfecho
y el pobre que está mirando
ambiciona, por supuesto. *
Rafael Infante formaba parte del grupo de arpistas que se la pasaban reunidos junto a Joseíto Romero en Calabozo, esos que un día vieron llegar a aquel muchacho, bajo de estatura y brazos corticos, que se destacaría como ninguno en el arpa. Nerys Torrealba pasaba a integrarse a la parranda. Joseíto Romero, para quien no lo sepa, es un arpista relevante en la historia de la música llanera. Es quien toca el arpa en el corrío de Florentino y El Diablo que grabaran José Romero Bello y Juan de los Santos Contreras “El Carrao de Palmarito”. Fue uno de los arpistas destacados en la agrupación Los Llaneros del Oeste que grabó a muchísimos cantadores en la década de los 60 y 70 del siglo pasado. En las producciones discográficas aparecía de manera llamativa el nombre de quien cantaba y el conjunto acompañante apenas reseñado sin identificar sus integrantes.
La cultura del capitalismo es inmediatista y de reducida percepción. En el mayor de los casos, lo esencial pasa desapercibido o muy pronto se arrincona en el olvido. Quien precisa que lo vean debe recurrir al escándalo para ser percibido.
Pueblo de memoria corta
la publicidad lo droga **
De allí que los músicos, en su mayoría, queden relegados en el tiempo. Hubo un tiempo en que en la música llanera (al igual que la central), íntimamente relacionada con el baile, el reconocimiento recaía en el arpista (o en la bandola, la guitarra o el violín). Luego, la industria del espectáculo promocionaría a los cantantes. Eran lo más visible y más fácil de vender. Los y las cantantes se percataron de su valor como mercancía y se enfocaron en su promoción personal, obviando a los músicos, sin los cuales no serían posibles.
Son muchísimos los casos, en diferentes géneros musicales, de agrupaciones que se formaron colectivamente y alcanzaron renombre, pero como el o la vocalista fueron lo más visible, no resistieron la tentación de abrirse paso como solistas.
¿Quién tiene la culpa de eso? “El público” Diría Daniel Santos en una entrevista que le hizo Héctor Mujica en una oportunidad y publicada en un libro titulado El Inquieto Anacobero.
De Rafael Infante les hablaré en otra entrega.
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*Gino González: No se ha cumplido la edad
** Gino González: ¿Dónde está la inteligencia?
2 comentarios
Buen análisis y un pertinente reconocimiento, desde el talento de Nerys, a aquellos nombres que con sus dones artísticos y musicales complementaron y garantizaron la proyección de notables cantantes venezolanos. ¡Enhorabuena buena Gino, gracias y felicidades!
Felicitaciones GIno. Me encantan tus trabajos y tus reseñas de nuestros artistas del llano. En Barquisimeto, en mis tiempos de juventud, había un programa que se llamaba «Los venezolanos primero» que daba cuenta del canto recio del llano. Era maravilloso, igual que tus trabajos y tu canto!