
Alejandrina Reyes Páez | Imprescindibles
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“¿Y que es un Daglier? Un espíritu de luz planetario, por eso mi padre me colocó ese nombre”.
La identidad es un fuego que nunca deja de arder, alimentado por las experiencias, los recuerdos, las luchas y los referentes que encontramos en el camino. Daglier Hernández, estudiante perenne de la antropología, practicante de la acupuntura, sanador, es un ejemplo de cómo la conexión entre espiritualidad, inteligencia popular y saberes ancestrales puede ser un motor de la transformación social.
En los años ‘80, en los pasillos de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, conocí a Daglier. Era un estudiante de Antropología que destacaba por su energía y pasión. En un pequeño cubículo, junto con nuestro amigo Sanen Argüello, participaba en tertulias sobre política, cultura, espiritualidad y sanación, reuniones marcadas por reflexiones profundas sobre arqueología, sociología, cultura. Allí, Daglier compartía una trayectoria que mezclaba espiritualidad, medicina tradicional china, compromiso social y las luchas sociales.
Nació el 5 de mayo de 1951, nació y creció en Caracas, la capital de la República hija de la migración del campo a la ciudad. Su madre, María Romelia Vergara Ruiz, provenía de Chiguará, estado Mérida, y su padre, Augusto Hernández, de Cumaná, estado Sucre. Augusto es seguidor de la escuela espiritista de Joaquín Trincado, quien influenció profundamente la visión espiritual de Daglier.
Su infancia estuvo marcada por la creatividad y resiliencia de su madre, quien enfrentó los retos de la vida en esa ciudad capital con soluciones prácticas frente a las adversidades, como construir una carpa para proteger a su familia y así evitar que le tumbaran el rancho con sus 5 hijos adentro, como lo hicieron con otros que tomaron los terrenos en las Brisas del Paraíso. Esta actitud de enfrentarse a los problemas y buscar una solución a los mismos fue heredada por su pequeño hijo. En su juventud, Daglier se vinculó con movimientos políticos de izquierda y movimientos deportivos, practicando judo bajo la guía del sensei japonés Masatoshi Sato, quien introducía meditaciones en los entrenamientos, sembrando las bases de su interés por la energía y la medicina tradicional china.
Inició estudios de acupuntura en la Escuela Magnético-Espiritual de Maracay, donde aprendió sobre los meridianos y los cinco elementos, desafiando las racionalidades occidentales con las enseñanzas de maestros como el maestro Saguaya, Omar Viera y Velázquez, este ultimo de la Escuela Neijing, donde pasó 4 años de formación en acupuntura y moxibustion. Su enfoque innovador combina los principios de la medicina china ancestral con la utilización de materiales y cosas que utilizamos en la vida cotidiana, como por ejemplo el crear herramientas con ganchos de ropa, imanes y semillas para la sanación, que van de la mano con las agujas milenarias colocadas en los puntos correctos. Fue impresionante verlo acudir, junto a todo un grupo de acupuntores coordinados por él, al llamado para atender a las personas afectadas por el deslave de Vargas en 1999. Allí atendió los padecimientos post traumáticos de cientos de personas con su caja de herramientas, sus manos, su moxa, sus agujas, todo esto en el medio de un caos total. Ademas alertó sobre la necesidad de atender por prevención a los que estaban bajando atendiendo a las víctimas para evitar que colapsaran.
Para Daglier la inteligencia popular es esencial en su trabajo y está relacionada con la innovación. Ha enseñado a lo largo de 40 años, ofreciendo atención y brindando sus servicios en múltiples y diversos cursos de acupuntura gratuitos, fomentando el aprendizaje colectivo y adaptando técnicas milenarias a las necesidades venezolanas.
Su filosofía se basa en el principio de Simón Rodríguez: el aprender haciendo, y su visión de la medicina trasciende la técnica, incorporando la transformación de la conciencia y la conexión con el entorno.
Daglier ha aprendido que las revoluciones no nacen en las oficinas, ni en espacios, ni en consultorios cerrados, nacen en las calles, en los fogones, en los campos, en las casas, donde el conocimiento se transmite de boca en boca y se transforma en herramienta útil para el pueblo y ayuda a crear conciencia sobre los necesarios cambios de patrones de vida, patrones de alimentación, patrones de relacionamiento social, patrones de concepción sobre la salud y sobre las enfermedades; el tomar conciencia sobre la necesidad de hacer ejercicios físicos, estar en armonía con la naturaleza, el hidratarse.
Señala este maestro que el entrenamiento físico no es solo fuerza, sino energía contenida como en el chakshu. Masatoshi Sato, su sensei, sin decirlo en palabras, le enseñó que el cuerpo no se mueve solo por músculos, sino por intención, por memoria ancestral, por energía que conecta el conocimiento con la acción, y Daglier le incorpora que el cuerpo se mueve también por la intención que se posee de manera individual y /o colectiva, de manera que al enfermarse el cuerpo y quedar inmóvil, se afecta todo y reina el desequilibrio y el caos.
Nos dice que “en la práctica, innovar es romper con la inercia”. Es descubrir que la salud, no la medicina, no está sólo en los laboratorios, en las farmacias, sino en los remedios de las abuelas, en los conocimientos ancestrales de mas de 5.000 años de la medicina china, que han estado a la mano del pueblo; en comprender por qué nos enfermamos y no tratar solo las consecuencias de la enfermedad. Se trata es de restablecer la salud integral de las personas. Es importante que los líderes políticos, lideres comunales, traten que la comunidad comprenda que es necesario ver el tema de la prevención en salud integral como una prioridad y para ello la medicina china, la medicina ancestral, puede contribuir de manera significativa.
Este ser imprescindible representa a través de su historia ese alguien que busca respuestas en la espiritualidad, en las ciencias sociales, en la fuerza de la cotidianidad, en la política, en sus conocimientos de medicina china, en beneficio de la población. Nos dice a través de su práctica que la innovación no está en lo complejo, sino en lo simple, en mirar alrededor y encontrar formas nuevas de aprovechar lo que siempre ha estado allí.
Daglier representa un espíritu de transformación continua, uniendo espiritualidad y esa ciencia ancestral expresada en aquel libro El Emperador Amarillo, que ha sido siempre su acompañante, que ha acompañado su creatividad en la práctica de sanación y educación popular, demostrando la necesidad de que exista cada vez más la unión entre conocimiento ancestral, ciencia, adaptación y transformación frente a los desafíos del presente.

2 comentarios
Hola hermanita!! que hermosa biografía del maestro Daglier!!.
Honor a quien honor merece!!.
Como dice el dicho: Dios les creo y ELLOS (Alejandrina y Daglier se juntaron).
Bendito en vientre de sus madrecitas!! que de acuerdo a la voluntad de Dios (con 15 años de diferencia les trajo al mundo)…a este mundo distópico dónde venimos a llenar una carencia de valores, de Amor y de empatía por nuestro prójimo!!. Larga vida y salud para Uds!!. Bendecidos!!💥❤️
buenos días grupo .Buenísimo estupendas experiencias compartida.