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La papa nativa celebra su ecofestival en Gavidia

por José Roberto Duque
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Este artículo fue publicado en 2021. Es importante tenerlo en cuenta para efectos del contexto, cambios y evolución de las situaciones aquí planteadas

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Por acá en #LaInventadera tenemos un terrible sentido de la oportunidad: visitamos Gavidia dos semanas antes de lo debido, por pura emoción y ganas de ir a enterarnos de los avances de Proinpa y conocer de cerca la historia de la producción y mejoramiento de variedades de papa (van por 90, nos cuentan). Como ya regresamos de esas montañas nos estamos perdiendo la celebración de un festival que va por su décima edición: el que honra y propaga el conocimiento de esta joya de la cultura y la gastronomía de los Andes. Nada grave; estamos igualmente contentos de reseñar el evento de hoy (domingo 12 de diciembre) en ese páramo sobrecogedor, y de entregarles el siguiente #AVANCE de lo que será nuestro reportaje en la edición de la revista Inventorǝs, que echaremos a rodar el 17 de diciembre

José Roberto Duque / Fotos: Lheorana González

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La Red de Productores Integrales del Páramo es, al menos en ese territorio todavía escabroso que son las acciones conjuntas entre el gobierno bolivariano y el Poder Popular en materia de producción de alimentos, la más alta expresión de la organización revolucionaria venezolana. Esto se puede decir sin vacilaciones, aunque necesariamente habrá que explicar qué significa y a qué remite esa idea de altura o altitud (“la más alta expresión”: forma de decir las cosas que inmediatamente cae bajo sospechas, porque parece propaganda).

Manipulación de germoplasma en el Centro Biotecnológico para la Formación en la Producción de Semillas Agámicas (CEBISA – Proinpa)

En términos pedestres y simples, que es como al final se entienden todos los conceptos, la gesta Proinpa merece ese y cualquier buen calificativo porque está consiguiendo una vieja utopía o anhelo de compleja manufactura: rebasar la frontera artificial que “alguien” creó para que los campesinos se sintieran extraños y estorbando en los laboratorios y centros de investigación científica, y los científicos sintieran lo mismo cuando los invitaban a chapotear ahí donde se bate, no el cobre, sino la tierra, el estiércol y las plagas.
Resumen del logro, conquista o gesta en desarrollo: los productores agrícolas de Proinpa están llevando a cabo procesos que, antes de la Revolución, estaban reservados a científicos, o el país fue obligado a creer que solo podían hacerlos unos señores científicos con décadas de laboratorio, biblioteca y universidad. Por ejemplo, el manejo de la genética de semillas, para la recuperación y mejoramiento de variedades comerciales y nativas.

Así comienza a crecer una semilla limpia y altamente productiva

El salto adelante que ha significado la demolición de ese esquema o barrera no ha sido casual ni espontáneo. Ha sido, en primer lugar, el producto más notable de un programa o misión que el Ministerio para Ciencia y Tecnología ha llamado Alianza Científico-Campesina. Y ha sido también obra de la voluntad de un puñado de productores y docentes que no se dejaron impresionar por la sonoridad de eso que llaman “ciencia y tecnología”.

Creciendo en los invernaderos

Es un alivio verificar que con solo leer es nombre de la alianza ya casi no hace falta explicar en qué consiste, de qué se trata o qué se propone en sus líneas gruesas. Pero Proinpa no es una experiencia que pueda resumirse en una frase, en un eslogan y ni tan siquiera en un buen reportaje. Así que este simple avance no pretende abarcar toda la información histórica, impresiones y resultados de 22 años de recorrido, sino invitarlos para que lean y vean en nuestra revista descargable, a partir del viernes 17 de diciembre, los detalles de nuestra visita a los núcleos clave del universo Proinpa, en Mucuchíes y el páramo de Gavidia (Mérida).

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Periodista, escritor y editor

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