Mientras los creadores de desechos tóxicos se enriquecen contaminando, este venezolano dedica su vida al procesamiento de estos desechos como un aporte al saneamiento del planeta
Alejandro Silva Guevara / Fotos: Víctor Hernández
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Algo habremos escuchado sobre los procesos refinadores de minerales como el hierro o el petróleo; también creemos saber sobre la contaminación que generan los desechos de estas industrias, pero es muy poco lo que nos cuentan sobre la verdad de los alarmantes niveles de contaminación que genera esta actividad con sus procesos refinadores, lo que se genera de ellos y lo altamente contaminante que es para el ya golpeado equilibrio de la naturaleza. Afortunadamente, existe una manera de revertir este desastre y Guillermo Centeno nos habla sobre cómo es posible.
Guillermo José Centeno Bordones nació en Valencia en el año 1979. Su padre fue profesor de Historia y su mamá peluquera, y a modo de chiste refiere que quizás por los químicos que utilizaba su mamá en la peluquería, decidió dedicarse al estudio de esta rama de la ciencia. Se graduó como profesor en Química y tiene un doctorado en Química Tecnológica, estudios del que sería el primer egresado del país. En Intevep (PDVSA) encontró las puertas abiertas para llevar adelante su tesis doctoral que se basó en el estudio que versa sobre qué hacer con las aguas residuales que se generan a partir del refinamiento y la producción de petróleo comercializable.

Pero para entender un poco de qué se trata este desarrollo, debemos comenzar por hablar de la industria metalúrgica, que a través de los procedimientos que emplea para la extracción y optimización del titanio, la bauxita, el aluminio y el magnesio, entre otros minerales, produce lo que se llama “lodo rojo”, que es un residuo que no puede ser utilizado por ser un material altamente contaminante, porque no puede ser degradado por la naturaleza. En este momento existen treinta y cinco mil (35.000) toneladas de este lodo en ciertas zonas de las riberas del río Orinoco y en Los Pijiguaos.
Centeno sabía que en otros países encontraron la manera de reutilizar este material de desecho, y que en Venezuela se logró, con tecnología nacional, procesar este sobrante implementando una técnica de oxidación y degradación química de sus componentes. Esta transformación se lleva a cabo con un reactor solar o fotocatalizador que hace que de los veinte (20) compuestos orgánicos de este lodo, solo queden cuatro (4) de “cadena corta”, o sea, que se transforman en compuestos que poseen dos o tres carbonos que puede ser metabolizados o consumidos por microorganismos, por lo tanto, pierde sus niveles de contaminación.

Química verde
El “lodo rojo”, después de procesado, pasa a formar parte de los componentes que desarrolló Centeno para lograr que las inservibles y tóxicas aguas que se generan de los procesos de manipulación del petróleo puedan ser tan limpias hasta el punto de que peces “decorativos”, como el Poecilia Reticulata, o Guppy, pueda habitar sin problemas ellas después de su correcto tratamiento.
La “Química verde”, como se le ha denominado a este (y otros) proceso de purificación, va dirigido al tratamiento de las aguas residuales dedicadas al mejoramiento del “crudo”. El “petróleo pesado” no es tan comercializable como el denominado liviano. La diferencia entre estos dos tipos de “oro negro” radica en que el pesado se encuentra por debajo del rango de ocho (8) grados API (siglas que en inglés significan Asociation Petroleum Institute), que es una clasificación del crudo dependiendo de su densidad; mientras menos grados, más pesado es. Los llamados petróleos livianos, aparte de que son de más sencilla extracción, se ubican por el orden de los 35 grados API. Por esta razón, para poder comercializar el crudo pesado, éste debe someterse a un proceso de “mejoramiento” que se realiza con la utilización de agua y otros elementos que buscan elevar los grados API.

La Faja Petrolífera del Orinoco, como también creo que sabemos, es la primera reserva de crudo pesado del mundo. Las aguas utilizadas después de los procesos de refinación, mejoramiento y comercialización, tienen la característica de emanar el insoportable olor del H2S (Ácido Sulfúrico), razón por la que los habitantes de las cercanías de las refinerías del Oriente del país se quejaron en repetidas ocasiones. Estas aguas, altamente tóxicas, son almacenadas en las refinerías; es tan alto su nivel de peligrosidad que poseen 24.000 PPM (Partes Por Millón) de H2S, que resulta letal con tan solo 8 PPM.
El desarrollo del prototipo
La tesis doctoral que presentó Guillermo Centeno contó con el apoyo logístico y de recursos por parte del Intevep, instituto adscrito a PDVSA; durante 4 años estuvo buscando la manera de solventar el problema de qué hacer con una gran cantidad de aguas residuales que no podían ser lanzadas a las corrientes de los ríos, hasta que logró centrar su atención en el “lodo rojo”.

La HDH se refiere a la tecnología desarrollada en el país para el tratamiento de crudos pesados con la cual se aprovecha al máximo el petróleo pesado y extrapesado, pero que genera mucha más cantidad de agua contaminada. El prototipo creado por Centeno es una “Laguna de Oxidación”, y se trata de una piscina ovalada con una altura máxima de 20 cms, que tiene unas paletas que hacen la función de unas hélices; en este proceso es importante el sol, que aporta el elemento fotocatalizador creando una reacción térmica, química y biológica, que con el lodo rojo tratado e incorporado al agua, logra finalmente la purificación del peligroso y putrefacto líquido porque funcionan como catalizadores.
Es importante agregar que estas aguas ya descontaminadas no son devueltas a la naturaleza, sino que se reutilizan en los mismos procesos de tratamiento del crudo pesado que las generaron.
Una vez más se debe acotar que este importante desarrollo se encuentra en PDVSA y no se ha aplicado como debería para solventar el daño que se produce a nivel ecológico con esta actividad económica.

No es paja: el gamelote tiene aplicaciones
Guillermo Centeno aún sigue con su inventadera; en este momento trabaja en una Bio-refinería en la obtención y mejoramiento de combustible (gasoil y diesel, específicamente) con la sustitución del petróleo por biomasa y celulosa (lignina), que se obtienen de la planta Megathyrsus Maximus, popularmente conocida en nuestro país como “Gamelote”, además de desarrollar proyectos de alimento para rumiantes, jabones, protector solar ecológico y otros productos. También trabaja con nanocelulosa como material para encapsular medicamentos y hasta sirve para hacer papel.
Por el desarrollo exitoso obtenido por el tratamiento de aguas altamente contaminadas, Guillermo Centeno ha recibido varias distinciones: fue ganador del Premio de Jóvenes Inventores, otorgado por la CyCat, en su 28° edición; recibió el Premio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, en el año 2021; también el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología en la mención de “Ciencias Exactas”; ha sido el único no argentino en ocupar la portada de la revista científica de la Universidad de Buenos Aires Química Viva, a propósito de una de las partes de su tesis en la que desarrolla una Aplicación Teórica Matemática en la Química y recibió de la Universidad de Carabobo el Botón de Oro por sus logros.
