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Organización y acción social a partir del agua

por Teresa Ovalles Márquez
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Al pie del Waraira Repano, comunidades organizadas en torno a las comunas del agua construyen una historia insurgente, con predominio de mujeres activistas. Un entramado de tuberías aéreas sobre la Cota Mil permite el disfrute del servicio por la comunidad

Teresa Ovalles Márquez / Fotos Venecia Márquez

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La comunidad de El Retiro, sector El Cardón, más arriba de la Cota mil, instaló aducciones con mangueras de cuatro pulgadas para poder llevar agua a sus hogares, que estaban sedientos desde hacía varios meses. “Es un proyecto de insurrección que hizo el pueblo solito. Se trata de un tema de saneamiento, porque en estos espacios es donde están los túneles Caracas-La Guaira, donde una empresa nefasta dejó la obra por la mitad y se llevó el dinero. Ese túnel ya tiene 10 años abandonado y allí nacieron unos manantiales. Hay unos pozos que miden como 10 metros de profundidad con agua cristalina. Allí había unos materiales de construcción”, indica la líder comunitaria Ana Laguna.

El ingenio y las circunstancias les llevó a sacar provecho de estas ruinas que dejó Odebrecht hace más de una década, ruinas de las que brotaron manantiales que ahora abastecen aproximadamente a dos mil familias de la localidad y sus alrededores.

Esas mangueras que pueden verse en las gráficas se encontraban dentro de los túneles y un grupo de hombres se las ingenió durante la crisis del agua para meter la manguera en el manantial y extraer el agua para el pueblo.

Laguna, delegada del Psuv de la Parroquia Altagracia y Directora Política del 1x 10 del Buen Gobierno y apoyo de Movilización, es otra de las aguerridas mujeres de esta comunidad que impulsaron el trabajo comunitario, dejando de lado las labores domésticas, como muchas otras.

En Altagracia Norte confluyen hermosas y frescas barriadas ubicadas al pie del Waraira Repano -en la parte centro norte de Caracas, territorio vulnerable y en resiliencia- que han buscado sus propias soluciones a la crisis del suministro del agua, activando formas de organización de base como las comunas, los consejos comunales y las Brigadas del Poder Popular para Agua y Saneamiento (Brippas).

Colocaron medidores, establecieron horarios y regulaciones del suministro para garantizar el servicio por turnos cada semana y se favorecieron dos mil familias que, desde El Cardón, tienen sus viviendas que bajan por pendientes hacia las laderas de San Bernardino. Este sector tiene fama también por sus empinadas calles que aprovechan los más jóvenes para celebrar, cada año, competencias de las “carruchas”, patinetas artesanales de cuatro ruedas, con las que se lanzan cuesta abajo.

Nuestra anfitriona en el barrio fue Yenmery Elisa Materán Hernández, lideresa fogueada desde su juventud en la conformación de patrullas electorales “en los tiempos del gobierno del Comandante Eterno Hugo Chávez Frías”; ella fue del Frente de Jóvenes y Mujeres de San Bernardino cuando se mudó de parroquia, y ahora está de vuelta en la calle principal La Esperanza, entre Cotiza norte y El Retiro, llevando el Consejo Comunal. Se mantiene como parlamentaria de Comunas, preside el Bloque de Comunas de Caracas por el sector aguas y es delegada del servicio por la Parroquia.

“He conocido bastantes camaradas y situaciones de dificultades en las distintas parroquias caraqueñas más graves que las nuestras. Yo me quito el sombrero frente a hombres y mujeres ¡Cómo batallan! Hay tuberías llenas de agua en las que los hombres se meten de cabeza a taponearlas. Por eso yo les digo a los vecinos que tengan paciencia porque tú no sabes cuántos tubos están rotos por Antímano, La Vega, Macarao… y se trata de megatubos”.

El Gobierno del agua

Camino a los manantiales nos topamos con Edison Álvarez, director del PSUV en este sector, y aprovechamos para abordar el aspecto político que permea el tema del agua en Caracas: “Yo coordino y audito a nivel del Partido la gestión, pero hay una responsable por cada área. Nosotros tenemos en nuestras manos el tema orgánico, pero aquí no tenemos Mesas Técnicas de Agua registradas”.

Estos instrumentos comunitarios son esenciales porque se preparan técnicamente a los individuos desde sus propias habilidades como albañiles, electricistas o plomeros, para que ellos mismos, con asesoría de los ingenieros de las empresas hidrológicas, culminen las obras de saneamiento y suministro.

“El agua es un eje que transversaliza todo. Vamos a crear un plan por ejes para este año 2024. En el eje 1 tenemos 18 consejos comunales; en el eje 2 tenemos 16; aquí en el eje 4 tenemos 12; en el eje 3 tenemos 3 pero hay uno que es muy grande y tiene 2 mil y pico de familias que se está reorganizando. Tenemos controlado el tema territorial pero el comunitario hay que reforzarlo» indica Álvarez.

En Altagracia Norte el Gobierno del agua es ejercido por mujeres, y en este sentido Ana Laguna, señala que hay un coñazo trabajando en la gestión comunitaria.

“Hablamos con el diputado de la Asamblea Nacional Juan Carlos Alemán para que junto a Hidrocapital bajemos unos tanques y que salga una sola manguera del manantial conectada al tanque, y de ese tanque salga una flauta de doce chorros. La idea es que cada vocera sea responsable de su horario aquí arriba. Esa va a ser una termópila nueva, y esta sería el centro de distribución para la comuna. Con eso cumplimos uno de los sueños de Chávez: el autogobierno, el valor de la gobernanza desde la distribución del gas y otros bienes. Entonces, entendiendo esta lógica, el agua en Venezuela a pesar de los bloqueos, de las crisis y de los atropellos, ha sido una enseñanza de la necesidad de saber que nosotros como pueblo podemos gobernar en el territorio”.

El proyecto Moca

En Caracas hay una propuesta que reactivaría las eficientes Mesas Técnicas y Comités Comunitarios del Agua, implementadas en Antímano en 1992, que dieron a las comunidades la posibilidad de gestionar y planificar obras o soluciones que optimizaron el abastecimiento del agua potable y los servicios de saneamiento ambiental. De allí nace el proyecto Moca, una propuesta de tres estudiantes del Diplomado de Gobernabilidad e Innovación Pública para líderes y lideresas de América Latina y el Caribe, patrocinado por el Banco de Desarrollo de América Latina, antigua CAF, y la Universidad Católica Andrés Bello: Diana Ovalles, Luis Alfredo Ramírez y Cristóbal Alva.

Al plantearse la posibilidad de un nuevo y vigorizante empoderamiento de la gente de los barrios en la gestión del principal fluido asociado a la vida, los diplomantes pujan ahora por la aprobación del proyecto que ellos bautizaron con el nombre de Moca, Monitor Comunitario del Agua.

Con el Monitor Comunitario del Agua, Moca, se busca crear espacios de interacción entre verdaderas redes sociales y comunitarias con instituciones públicas vinculadas a la gestión de servicios ambientales.

El Moca creará una herramienta de monitoreo con la que procesarán y difundirán la información necesaria para que la comunidad siga gestionando y optimizando el servicio. También propiciará el empoderamiento de las organizaciones de base, que a su vez articularán con las empresas hidrológicas como se hacía con las Mesas Técnicas. Este monitoreo permitirá digitalizar toda la data que se levante en la zona.

Agrega Diana Ovalles que “desde las gerencias de gestión comunitaria del agua, en las compañías hidrológicas se llegaron a activar alrededor de 1.400 proyectos con una inversión de 4 mil millones de dólares, cifras que no se registran en América Latina en proyectos ejecutados por la comunidad. Las instituciones proveían instrumentos técnicos y la dedicación de los ingenieros pero eran las comunidades las que llevaban a cabo los proyectos”.

Pero no solamente hacen falta las Mesas Técnicas de Agua. Se requiere una mayor atención para que las instituciones actúen en la supervisión y verificación de la calidad del agua que están consumiendo estas comunidades y que pese al bloqueo y al impacto de las medidas que apuestan a la quiebra del país, se siga garantizando abastecimiento y calidad.

Y nada más tremendamente valioso que el agua en un hogar y en nuestro propio cuerpo. Los movimientos ambientalistas progresistas del mundo también plantean la necesidad planetaria de un pacto social en razón del uso eficiente de este patrimonio finito con miras a imposibilitar su privatización.

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