Ya va para 23 años el programa que democratizó Internet y las tecnologías de la información y la comunicación en Venezuela. Es además una potente red de organización popular en conexión con el gobierno bolivariano. Después de un período de repliegue y estancamiento, vuelve a la carga
José Roberto Duque / Fotos: cortesía de Infocentro
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Casi sin que nos diéramos cuenta, ha llegado el momento de referirse a Internet como un tema de historia más o menos remota, de cuyos datos más primitivos no es tan fácil acordarse. Limitando el análisis a Venezuela, no nos vienen a la memoria sin rastreo documental (por Internet) los nombres de Compuserve, Eldish, Internet Comunicaciones, True Net y Netpoint, las primeras compañías proveedoras de servicios a mediados de los 90 del siglo pasado. Tampoco las páginas CyberVenezuela y el directorio Venweb, los primeros portales venezolanos junto con el del diario el Nacional, hacia 1995.
El alcance de Internet era entonces muy reducido; era costoso y para poder acceder hacían falta una red y un equipo, temas y objetos que no tenían espacio en el sistema de prioridades ni en el presupuesto de los venezolanos. Pero por sobre todas las cosas hacía falta saber de qué se trataba, para qué servía y cómo funcionaba: asunto elitesco y misterioso para las mayorías. Del 95 al 99 se avanzó bastante en materia de información y ánimo de masificación de la herramienta, pero tener una computadora seguía siendo un lujo para el común de los hogares.
De pronto, empezaron a llegar noticias de que en el mundo prosperaba y levantaba vuelvo una cosa que en esa época se llamaba “autopista mundial de la información”, world wide web para los bilingües y los pretenciosos. En Venezuela, acostumbrada a estar o a sentirse casi siempre rezagada en materia de avances tecnológicos, sentíamos que mientras esa autopista virtual se llenaba de carros de todas las procedencias nosotros nos empeñábamos a caminar en burro o en bicicleta por nuestros caminos de tierra, salvo por un minúsculo y selecto segmento de comunicadores, informáticos, científicos y nerds.
Llegó la Revolución
En los albores del siglo XXI, como en el país ya se estaba hablando y haciendo en términos de Revolución, el tema Internet era justo el territorio donde se podía verificar si, como decía la propaganda antichavista, el comandante Chávez quería hacernos regresar al siglo XIX o si se estaba informando y entendiendo el espíritu de los tiempos. En 1999 había comenzado una revolución en Venezuela y de alguna manera había que conectarla con la revolución tecnológica en curso.
En el año 2000 ocurrieron dos movimientos decisivos en esa dirección: CANTV pone a disposición del público el Acceso a Banda Ancha (ABA). Y el 22 de mayo del 2000, en la Gaceta Oficial 36.955, aparece publicado el Decreto 825, que declara el “…acceso y el uso de Internet como política prioritaria para el desarrollo cultural, económico, social y político de la República Bolivariana de Venezuela”. La movida no se detuvo en este simple decreto, así que Chávez dio varios pasos al frente: concibió, explicó y lanzó al ruedo un plan que pretendía profundizar, y de hecho profundizó, el conocimiento del universo Internet en Venezuela. Se llamó Infocentro, y consistía en la “siembra” de locales con varias computadoras para que la gente del común fuera a aprender a usar la herramienta, ya que no todo el mundo podía tener esa bicha en la casa. La meta era la instalación de más de 250 Infocentros a nivel nacional, iniciando por La Guaira y Parque del Este.
En esa época, un joven entusiasmado con esos quehaceres andaba por los 20 años de edad. Transcurrido ese mismo tiempo, 20 años más (un poco menos en realidad), producto de esos saltos audaces hacia un territorio todavía incomprensible, se convirtió en presidente de la fundación que organiza y promueve el uso de los Infocentros en todo el país. Luis Beltrán La Rosa le cae al concepto y al trabajo con el mismo entusiasmo con que celebró en su temprana juventud los aires de democratización del recurso.
El tema de la democratización del internet ahora, 22 años después de la fundación del primer Infocentro, es una discusión ya de acceso al conocimiento. Hablamos de la brecha tecnológica que tiene varios frentes que atacar: el tema del acceso es uno, el tema del buen uso es otro y el tema de la capacidad y el discernimiento del uso es otro. Ahora estamos en una discusión de cómo la digitalización de la vida, más que una ventaja, se ha convertido en un asunto de salud y de seguridad. Pero la digitalización de la vida ya es un hecho, está allí, ya hay trasnacionales hablando del metaverso, ya hay transacciones que no puedes hacer si no las haces de manera electrónica. Infocentro forma ahora parte fundamental para ese saber y compartir, por eso considero que la democratización del internet en esta etapa transciende y va más allá, porque estamos hablando de la democratización del conocimiento, de las capacidades que tenemos que tener.
La Rosa invoca un ejemplo patente en Venezuela: la implementación del Sistema Patria. Lo considera un sistema profundamente inclusivo, hasta que se interponen situaciones que excluyen a algunos ciudadanos: cuando no tienes acceso a Internet, cuando no tienes conocimiento, cuando tus capacidades físicas no te permiten realizar esta interacción con el Sistema. “Allí es donde intervenimos nosotros, y uno siente que se está cumpliendo la misión cuando ve Infocentros como el de aquí mismo frente a la Catedral, el ‘Carlos Escarrá’, adonde acuden mensualmente grandes cantidades de personas adultas mayores para transferir los bonos a sus cuentas. Así como la democratización de Internet que fue una etapa bien importante. Ahora el tema es cómo los que tienen alguna dificultad no se nos queden atrás; hoy es tan fácil para algunos hacer una transacción electrónica. Nuestra misión es seguir atacando esa brecha de desigualdad”.
Los años difíciles: Infocentro en resistencia
Hacia 2016 tuvimos un periodo de parálisis casi absoluta de varios procesos en el país, por causa del bloqueo, de varias conspiraciones y luego de la pandemia. Los Infocentros, que tuvieron varios momentos de esplendor, se vieron mermados en sus posibilidades y en sus propuestas originales. Es bueno recordar que estas estructuras, dispersas por toda Venezuela no son sólo lugares a donde va la gente a “internetear”: Infocentro es probablemente la red de organización popular en sincronía con el Gobierno Bolivariano más grande del país.
Así que ese gigante sufrió en los años difíciles un proceso de ralentización, por el desvío de las preocupaciones fundamentales de la ciudadanía hacia otro lado (conseguir comida, por ejemplo). Aparte, la desactualización tecnológica, luego la desactivación del Satélite Simón Bolívar, redujeron el funcionamiento de muchos puntos. Varios encargados de Infocentros no le encontraban sentido a mantener abiertos estos espacios, pero aprovechaban las sedes para convocar a otras actividades. Las comunidades más afectadas por la afectación de las redes tecnológicas fueron las comunidades campesinas y muchos barrios populares.
Ante este embate los que resistieron cabalmente fueron los Infocentros que tenían razón de ser en esos espacios, los comunitarios, los que tenían un papel fundamental dentro de sus sectores y territorios. Veíamos a los compañeros y compañeras que, incluso previo a la pandemia, ante los ataques a nuestro país, estaban allí manteniendo los equipos, realizando el mantenimiento de las instalaciones. Los Infocentros con apropiación del poder popular, además de aportar en el proceso de capacitación de las TIC, también son espacios comunitarios importantes donde se hacían reuniones, se vinculan todos los sectores sociales, hacen jornadas de organización y atención social, como un epicentro en la comunidad para encontrarse y actuar en el territorio. Tenemos una cifra de 86 Infocentros que fueron vandalizados, que no tenían esa apropiación comunal, que no le veían esa importancia al espacio, que se deterioraron. Son espacios que no van a continuar, porque si nosotros volvemos a instalar un Infocentro en ese lugar va a pasar lo mismo, no van a haber el interés ni el compromiso. Tenemos 708 Infocentros que son los que se mantienen, donde hay una organización popular. Allí hay un compañero o una compañera pendiente del espacio, y existe una apropiación. Ese período nos permitió a nosotros muchas cosas, empezamos a reparar los modems que siempre se nos dañaban por el tema eléctrico, empezamos a optimizar el uso de los computadores, debido a la demanda de las nuevas herramientas, ya que los equipos iban a cumplir su vida útil; sin embargo estaban funcionales para la demanda de las capacitaciones y atención de los usuarios.
Informa Luis La Rosa que la actualización tecnológica se viene realizando en varias etapas. La primera es el fortalecimiento de la infraestructura física y tecnológica de las sedes:
Hasta el momento vamos por 150 espacios. Iniciamos desde que nuestra ministra y vicepresidenta Gabriela Jiménez nos convocó a repensar Infocentro, realizamos una mesa interesantísima de apoyo donde participaron varios compañeros y compañeras. Llevamos a cabo una revisión de Infocentro, de su pertinencia, estamos discutiendo hacia dónde va Infocentro en los años venideros y hasta el 2030, que es un plan que estamos terminando de aterrizar. En esa rica discusión se hicieron más de 420 asambleas en las comunidades donde el poder popular hizo su aporte al repensar de Infocentro. Las comunidades son parte fundamental del repensar de Infocentro.
Este despertar o renacer ha pasado por el trámite de la activación de brigadas de reparación de infraestructura. En las asambleas se mencionaba con nombre y apellido el maestro pueblo que sabe de albañilería, el electricista, el plomero.
Los compañeros de la Red Nacional de Innovadores nos ayudaron también con los trabajos electricidad y refrigeración a nivel nacional. El caso es que la misma comunidad asumía la reparación de su Infocentro. Nuestra Vicepresidenta hizo un acuerdo con la empresa VIT y llegaron una cantidad de equipos para dotar a más de 700 Infocentros. Vamos por etapas, porque aparte de fortalecer la infraestructura física y tecnológica, también vamos a fortalecer nuestras fuerzas sociales que están en el territorio. No todo es recurso económico y físico, también la organización es parte fundamental y trasciende también lo que queremos hacer nosotros, la participación protagónica del pueblo construyendo su Infocentro. Vemos a niños y niñas, adultos mayores, vemos comunidades indígenas y campesinas, comunidades penitenciarias, unidades militares, universidades, todos trabajando para fortalecer su Infocentro y preparándonos juntos para lo que viene que es Infocentro en Digital, otra vértice de Infocentro en ofensiva.
Hora de las noticias del futuro: se está creando una gran plataforma tecnológica que va a permitir tener una gran aula virtual formativa, para capacitar con más de 220 contenidos y talleres para que la gente se capacite.
Las comunidades indígenas tienen ahorita una recolección de historias ancestrales en el tema de las plantas medicinales. ¿Cómo nosotros podemos aportar al tema de la digitalización de ese conocimiento y ponerlo al servicio de todas las comunidades indígenas? ¿Como lo cultural, los métodos organizativos de las comunidades urbanas? Nosotros podemos sistematizarlos y tenernos en Infocentro digital para compartir esas experiencias con otras comunidades. Lo hicimos en el 2020 con la sistematización de experiencias, fue un trabajo que fuimos recolectando a mano, nada más 50 experiencias, las concentramos y las compartimos.
¿Qué tiene que ver Lara con Catia?
Como no todo es concepto ni planificación, sino que a partir de allí han cobrado forma resultados en el territorio, en el lugar físico donde ocurre la Revolución, queda pendiente el recuento y el relato de los logros. Va uno, como abreboca para entregas e incursiones venideras: una comunidad en Lara se vio en la necesidad de organizarse con el tema de la distribución del agua. A muchos kilómetros de distancia, una comunidad totalmente distinta pero con la misma necesidad de administración del agua como el barrio El Limón, en Catia (Caracas), se enteró y se nutrió gracias a Infocentro de esa experiencia organizativa larense.
Así, hay experiencias en el área campesina, en las áreas educativas, que nosotros podemos concentrar y sistematizar. Nosotros empezamos unas jornadas de captar experiencias en comunidades indígenas, los muchachos y muchachas de Infocentro están captando y digitalizando saberes. Igualmente en la parte agrícola y pesquera, hemos hecho digitalizaciones en las universidades, por ejemplo vimos en la UBV un sistema de ubicación de hospitales por georeferencia, también un sistema para elecciones, cantidad de herramientas que están haciendo los estudiantes, en la UBV como trabajan con proyectos anuales, ¿cómo esos proyectos pueden desarrollarlos en toda esta plataforma tecnológica que tiene presencia en todos los sectores sociales del país? El reservorio que queremos crear es para digitalizar esa gran cantidad de información, tenerla en esa nube de Infocentro digital y que cuando se necesite sea más fácil acceder.
En Petare se ha dado inicio al programa “Infocentros en Ofensiva”. Allí se probó un método y se puso a prueba los niveles de organización. “Allí hay soluciones que han venido avanzando en el tema de darle internet a las comunidades, algunos legales, otros menos legales, algunos registrados, una antenita por aquí, una reparación de emergencia por allá. Donde no tuvimos conectividad a través de CANTV, la tenemos gracias a esos emprendimientos tecnológicos que tenemos en esos lugares; el método funcionó, ya que se rescataron en este caso 16 Infocentros allí en Petare, y de manera orgánica. Quedó demostrada la organización del poder popular y la fuerza social que existe allí”.