Rubén Penott, formado como biólogo marino y acuicultor por pasión propia, especialista en la reproducción de peces, calamares y camarones, se ha vuelto una celebridad gracias a un proceso del que no hay mayores registros en el mundo: la reproducción masiva de caballitos de mar en cautiverio
Hace poco (mayo 2023) acaban de liberar 500 en aguas del Parque Nacional Mochima
Nelson Chávez Herrera
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Nacido en la “tierra de muchas aguas”, en 1954, de la simiente de Samuel Dario Penott y Rosa Margarita Figueroa, luego de criarse entre Cumaná y Puerto Sucre, donde su papá tenía un negocio de víveres, el regreso de Rubén Penott a Mochima parece un prodigio de la marea. Rubén es un ser esencialmente marino, como las deidades guaiqueríes o cumanagotos, capaz de descifrar con sencillez las relaciones entre las especies del mar y las aguas, con la vida y con la muerte.
Reproducir especies marinas en condición de cautiverio demanda desarrollar tecnologías que concilian la ciencia con los saberes ancestrales, dos estadios del conocimiento que Penott, en su trabajo, pone a dialogar sin escollos, porque se formó entre libros y trabajo de campo, con profesionales de la ciencia y gente de pesca. Complementariedad irrecusable para batallar en tiempos de contaminación de los mares, recalentamiento global e invasiones biológicas, por la conservación de la biodiversidad como condición de posibilidad para evitar la extinción de la especie humana.
Un genio huidizo
Quien me recomendó entrevistar a Rubén fue el maestro fotógrafo Felix Gerardi, cuando viajamos hasta Mochima para entender el problema de la Unomia stolonifera. Félix intuyó en Rubén a un “duende de los mares” e inmediatamente comprendí por qué, pero siempre que le proponía una entrevista escapaba, se iba a cenar y regresaba al día siguiente o intempestivamente se hacía a la mar para buscarle comida a sus caballitos. Hasta el último día cuando, probado mi interés o digno de su confianza, nos sentamos frente al muelle de la Estación de Investigación a conversar, con el sonido de la mar como compás, y la brisa marina como armonía del recuerdo.

“Cuando yo estaba estudiando tercer año en la Escuela Técnica Esteban Carrasco (Cumaná), me quise ir a vivir a Maracay con mi hermana Yilia, que tenía allá una empresa. Pero en la alcabala que está antes de llegar a Puerto La Cruz me reclutaron. Pasé dos años en la Infantería de Marina y me quedé uno más en las Fuerzas Armadas. El 28 de junio de 1983, en la Plaza Bolívar de Carúpano, me dieron de baja, y como el 9 de julio ya yo estaba trabajando aquí en Mochima”.
De pequeño lo traían a Mochima porque su mamá impartía clases en la escuela del pueblo. Varias personas le conocían de carajito inquieto y cuando regresó a visitar a su progenitora después de prestar el servicio militar, ya hecho un hombre, un señor llamado José Rafael Rojas, dueño del restaurante Puerto Viejo, se lo recomendó a Jorge Villegas, hermano de Raymundo Villegas, entonces Ministro de Ciencia y Tecnología. Le dijo: “Jorge, ese chamo que va ahí es el bueno para que esté con Ramón”. Ramón Manrique era el encargado de la Estación de Investigación cuando ésta se funda en 1983 con el nombre de Fundaciencia. «Los hermanos Villegas fueron los que construyeron esto, cuando trabajaban con los calamares».
“Llegué a una casa vieja que estaba aquí al lado de la Estación, empezamos a trabajar con las tortugas, con los calamares, con los peces, y me quedé. ¡Va uno metiéndose en este mundo que uno después, como se dice, se enreda, y ya no puede salir, se enamora! Me enamoré de esto”.
Calamares, camarones, axones y el paro
Cuando Rubén refiere el trabajo del doctor Raymundo Villegas, Jorge Villegas y Ramón Manrique con los calamares, habla de un proyecto fascinante: “…capturaban los calamares y le sacaban el axón, un nervio que se asemeja al nervio óptico de los seres humanos y los calamares lo tienen en la parte de arriba. Es como un hilo, como cabello, pero transparente”. Su explicación para extraer este axón del calamar es sencilla: “Agarras un bisturí, lo abres (el calamar), agarras una aguja curva, la metes, amarras, cojes una tijera, lo picas (el axón) y lo colocas en nitrógeno. Eso es para preservar la muestra”.
Este proyecto, según Rubén, se desarrollaba mediante un convenio entre el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) y la Universidad de Stanford, y servía para hacer trasplantes de la vista. “Aquí venía Pancho Mezanilla, el doctor Reinaldo Dipolo, Daniel Delgado, Héctor Rojas, por el IVIC. Sacaban los axones, los preservaban en hielo seco o nitrógeno, se los llevaban a Caracas y de ahí lo llevaban debe ser afuera, y allá los trabajaban”.

Un mínimo arqueo permite enterarse del profundo trabajo de investigación de Reinaldo Dipolo (uno de los autores más citados del país y de Nuestra América en las revistas científicas arbitradas del mundo) sobre los axones de calamar: “…la regulación iónica del sistema nervioso, utilizando la técnica de diálisis intracelular”; “La presencia en la membrana de los axones de calamar, de dos mecanismos transportadores de calcio”. Estudios de gran importancia, entre otros, para el tratamiento de problemas cardíacos. Investigación de los axones en las que también estaba inmerso, a nivel de laboratorio, el doctor Raymundo Villegas.
El aprendizaje de Rubén Penott con el proyecto de los axones de calamar es imponderable y por apasionado, atento pensador de los procesos, también logró generar su aporte al trabajo de este eminente equipo de científicos. La respuesta vino a propósito de mi inquietud por saber si cultivaban los calamares: “No. Ellos los capturaban aquí. Después yo les planteé a Dipolo y a Héctor un proyectico para recuperar la captura del calamar, para repoblar, porque ellos sólo extraían los grandes. Les propuse poner unas planchas de asbesto cerca de las orillas, a tres o cuatro metros de profundidad, para que los calamares pegaran los huevos ahí. Entonces, cada quince días, cada mes, íbamos por la bahía colectando los huevos de calamar, que son como una maraquita de caraota, los traíamos a tres tanques que teníamos, los metíamos en una caja y ahí ellos nacían, y después los liberábamos”.
A Rubén Penott han ido a visitarlo profesionales de la acuicultura de todo el mundo, interesados en el secreto de cómo los alimenta, pero se van molestos porque él les contesta que los alimenta “con sopa Maggi”
El proyecto de los axones se interrumpió hacia 2002 como consecuencia del paro petrolero, y según cuenta Rubén, varios de los investigadores mencionados lo desarrollan actualmente en Puerto Rico, aunque es un proyecto que, sin lugar a duda, podría ejecutarse en el país.
Con el paro petrolero también se echó a perder un trabajo de Rubén con la reproducción de las larvas de camarón. Sin gasolina, con las carreteras bloqueadas, tuvo que vender las larvas a cualquier precio, las camaroneras que lo surtían de reproductores quebraron y hoy día, la producción de camarón es muy baja. “De La larvas se puede hacer cultivo. Tu puedes levantar larva, pero no camarón. Los camarones son carnívoros, tienen que tener espacio, levantarlos en piscinas de tierra de 1000 a 1500 metros”. Es una empresa costosa.
La aventura del hipocampo
Luego de años de incertidumbre, hacia 2006 la Estación de Investigaciones de Mochima estaba casi paralizada. En medio de las carencias, Rubén se percató de que en la pasión por su trabajo se le habían ido más de veinte años de vida, sin casi darse cuenta. Entonces se decidió a formar familia con Mary Rojas, tuvo un hijo, Rubén Alejandro, y presionado por la necesidades más elementales de sobrevivencia se fue hasta Caracas a conversar con Leonardo Mateus, el entonces presidente del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), para proponerle un proyecto para levantar pargo, y ver si con las ganancias finalmente podía comprar una casa para la familia.
Por mediación de Leonardo Mateus en 2006 la Estación de Investigaciones de Fundaciencia pasó a formar parte del Instituto IDEA y del Ministerio de Ciencia y Tecnología, y Rubén arrancó otra vez con el cultivo de peces: “Con la Paguara. El pargo se puede, pero es complicado. Hay que darles las condiciones”.
Fue en 2012-2013 cuando comenzó a trabajar por segunda vez con hipocampos, una de las especies con las que resulta más difícil obtener tasas altas de reproducción en cautiverio.
“Los caballitos los comencé yo a hacer como en los años 90. Aquí vino Manuel Correa de la UDO (Universidad de Oriente), que estaba haciendo su tesis con caballitos, pero quedamos con la inquietud de que no podíamos levantarlos. De cada 100 no levantaban sino como 10”.
Los caballitos de mar son peces signátidos como los dragones de mar, los peces aguja o las mulas de mar, de cabeza en angulo recto con el cuerpo, cola prensil y ausencia de aleta caudal, cuya cualidad más asombrosa está en su proceso de reproducción: “La hembra tiene los huevos, se los pasa al macho y este los libera a los veintiún días. El macho los fertiliza y los libera. Ahí ya sale la larva y se forma el caballito, como un alevín de caballito”. La bolsa ventral del macho de los hipocampos tiene la misma función que el útero de las hembras en los mamíferos.
Actualmente la contaminación, el calentamiento global, la perdida de la biodiversidad, la reducción progresiva de las talasias, manglares y bancos de coral, hábitats naturales del caballito de mar, mantienen bajo amenaza su existencia futura, conjuntamente con su comercialización como peces ornamentales y compuestos de la medicina China. Su conservación, no obstante, crucial para el equilibrio de ecosistemas sanos y biodiversos, demanda reproducirlos en cautiverio para poder repoblar con la especie los ecosistemas afectados. Es ahí donde la sabiduría de Rubén Penott sobre su reproducción cobra relevancia.
Una de las dificultades de reproducir hipocampos en cautiverio radica en la alimentación. “Al caballito hay que darle una comida especial, porque él tiene la boca muy pequeña. La gente tiene la costumbre de que lo levanta con artemia. La artemia es un crustáceo que ellos comen, pero que es muy grande para la boca de caballito”.
Tras muchos años de observación y pruebas Rubén descubrió el alimento que conviene darles durante la primera semana. Este es un secreto que pocos conocen y él resguarda.
Enterados del prodigio de reproducir y levantar grandes cantidades de hipocampos, a Rubén Penott han ido a visitarlo profesionales de la acuicultura de todo el mundo, interesados en el secreto de cómo los alimenta, pero se van molestos, cuenta Penott, porque él les contesta que los alimenta “con sopa Maggi”.

El rito de la fertilidad en la bahía
El alimento milagroso está en la bahía.
Por eso es que te digo que la bahía de Mochima es especial. Fue decretado Parque Nacional porque es un vivero natural. Aquí vienen toda clase de peces a desovar. Como entra agua dulce, el agua tiene baja salinidad. Ahorita estamos en época de surgencia (emergencia de agua fría de las profundidades del océano) y todas las especies que están entrando a la bahía están entrando a desovar, están fertilizándose. Por eso aquí no es permitido calar (tumbar el tren de las lanchas y arrastrarlo). La misma gente de acá no permite que se cale, porque aquí desovan picúas, tajalí, robalo, mojarra, caballitos, muchas especies.
Rubén ha sido un maestro de varias generaciones de biólogos y biólogas del país y es referente de la acuicultura en el mundo. Ha surcado la bahía de Mochima diariamente durante cuarenta años bajo el sol incandescente y la conoce palmo a palmo en su geografía y biodiversidad. Hasta el punto de que tanta luz le ha dañado la película protectora de la córnea y hoy día necesita utilizar un gel especial para solventar la resequedad ocular. Costoso gel (Acrilar) que desde hace tiempo no consigue y del que actualmente carece.

Actualmente Rubén coordina la Estación de Investigaciones del IDEA en Mochima, imparte talleres sobre la reproducción de hipocampos a estudiantes del lugar y a estudiantes del programa Semilleros Científicos. Dona anualmente 150 caballitos que liberan con el personal de Inparques, chamas y chamos de las escuelas, en conmemoración del aniversario del Parque Nacional Mochima.
Resultado de un proyecto de repoblación de caballitos de mar financiado por el Ministerio del Poder Popular para el Ecosocialismo (Minec), como estrategia para mitigar las consecuencias del cambio climático, la última gran satisfacción del trabajo de Rubén Penott ha sido la liberación de 500 caballitos de mar en la bahía de Mochima . Cientos de hipocampos nadaron por primera vez en los manglares, talasias y bancos coralinos del Parque Nacional Mochima.

10 comentarios
Conozco a Rubén desde que arribé a Cumaná a finales de los 70’s y sigue siendo el mismo: extraordinaria persona de grata conversación, fino sentido del humor, pero padece una enfermedad endémica común en mucha gente de la costa sucrense: Es megalocárdico crónico, o sea, tiene un gran Corazón!!!
Excelente reportaje y reconocimiento al trabajo del investigador… !!! hay que divulgarlo
A Rubén le debo lo que conozco del Caballito de Mar, fui un joven estudiante de Biologia Marina cuando conocí los trabajos de Ruben Penott y el fue que me explicó y enseñó la reproducción de ese pez. Los felicito por este artículo y a Ruben por esas actividades recientes con los estudiantes….nuestra generación de relevo!!!
Excelente y merecida nota para alguien que ha sido y es pilar fundamental de esa Estación de investigación y cría de organismos marinos. Somos muchos los que contamos con la colaboración del Señor Rubén Penott, muchos los trabajos de ascenso, tesis de grado que tuvieron en él un colaborador invaluable, persona muy amable de muchos conocimientos y siempre con soluciones.
Mochima, Sucre y la UDO tienen en él a una Persona de mucho valor y un BUENA GENTE. Que Dios lo bendiga.
Es una persona muy valiosa por su amplia dedicación a la investigación y protección de especias marinas de importancia comercial y cientifica.
Me gustó mucho este reportaje, bien realizado, con afecto y respeto. Solo corregir el nombre de Jorge Villegas…no José.
Saludos,señora Elizabeth Méndez.
Agradecido por sus palabras sobre el reportaje y por la precisión. Estaba esperando poder hablar con Rubén para confirmar y corregir José, por Jorge Villegas.
Ya está corregido.
Muchas gracias, personalmente y desde el equipo de La Inventadera.
Saludos cordiales.
Mi maravilloso compadre, un genio comprometido con su mar.
Muy bueno este reportaje resaltando nuestros valores y el trabajo silencioso en beneficio del ambiente.
Excelente iniciativa el reconocer a estos genios autóctonos. Esperamos que forme a mucha gente en ese importante rol
A este eminente personaje, el estado debe protegerlo y procurar proveerle todo lo que necesite para su labor y para su subsistencia para que no tenga necesidad de emigrar o vender su conocimiento al mejor postor…