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Volver a Pablo Characo, temple de sol y tierra

por Teresa Ovalles Márquez
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Este 3 de agosto se cumplen dos años del fallecimiento del maestro pueblo, creador, guardián y propagador del maíz variedad Guanape

Teresa Ovalles

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Era natural de un pueblo originario que pobló, en 1674, las “hondas y majestuosas selvas inmediatas a las serranías de Paraulata, donde el cacique Characo fundó el pueblo El Pilar de Guaymacuar, hoy municipio (…) Bolívar, Barcelona, capital de Anzoátegui”, escribió el periodista William Characo, hermano de Pablo.

Desde que tenía tres años fue criado por su abuela Josefa Camacho. Ella sembraba maíz, cacao y café en su conuco mientras su compañero cultivaba tabaco.

Characo pastoreaba las más de cincuenta ovejas que tenía su abuela y le gustaba sembrar las frutas que más le deleitaban: mamón, cotoperix y ciruela. Mantuvo una relación de profundo amor y respeto con su abuela y la consideraba una sabia. Ella lo enseñó a recoger los granos de caraotas que “entamboraba” para el consumo de todo el año y así evitaba ir a la lejana bodega de los campos del caserío Médanos, donde vivía.

Cuenta Yamira Characo que Pablo siempre fue muy callado, pausado y reservado. Fue en vida un hombre de poco hablar, “pero cuando lo hacía, había que tenerle miedo, era preciso y hablaba con mucha contundencia”.

Cumplidos los ocho años, su madre, Antonia Characo, lo buscó para inscribirlo en la escuela primaria Diego Bautista Urbaneja, de Guanape, donde saca el sexto grado. Cuando cumple catorce años, pide volver a su pueblo para luego viajar a Caracas, en 1981, donde se enrola en el ejército y forma parte de la policía militar. Al poco tiempo pide la baja.

Pablo sufrió de neumonía y sarampión estando en Caracas. Fue afectado por el frío clima de la capital. Su madre se trasladó para darle los cuidados que requería.

Posteriormente, cuando tenía veinticinco años vuelve a Médano y allí se dedica al cultivo amoroso del maíz. El maestro pueblo trabajaba como productor y arrimaba las cosechas para los silos de Aragua de Barcelona. Pedía créditos para la siembra del estratégico rublo.

Viajó por todo el país difundiendo conocimientos acerca del tratamiento de la semilla Guanape MFE.

Enfermó de Covid-19 y murió el 3 de agosto de 2021.

Dice Yamira, su hermana: “Él siempre fue muy dado con mi mamá, siempre compartían. Él era los ojos de mi madre. Ella era una india muy fuerte. Mi papá vive, tiene cien años y se llama Concepción Calpavire”.

La prisión y la semilla en libertad

Dejó pendientes proyectos referidos a estudios del maíz Cariaco, el de cotufa y un viaje a México para hablar sobre sus planes de ensemillamiento y del proyecto “Sin maíz no hay país”.

El diez de agosto del año 2000, por órdenes del entonces gobernador Alexis Rosas, lo detienen y maltratan. Tiran sus cosas a la calle y le exigen el desalojo de las tierras. Las acusaciones eran por una supuesta ocupación ilegal y porque “era loco”. La Funtag, una fundación de técnicos de Guanape que nada consolidó, junto con Juan Carlos Ramírez en complicidad con la comisión policial y Juan José Rattia, justificó sus acciones argumentando que iban a construir una escuela, cosa que nunca sucedió.

Pero no fue fácil someter a este indígena cumanagoto. Él llevó su caso ante la Asamblea Nacional y allí recibió apoyo de la diputada Eva Chacón y todas las acusaciones contra él resultaron falsas. “Estuvo preso por tres días y se lo llevaron esposado y humillado…”. Pero la comunidad se agolpó en el comando policial y a los tres días le suspendieron el arresto.

Characo dedicó su vida al estudio, investigación y desarrollo de la semilla autóctona de maíz al combinar y cruzar varios materiales genéticos de especies utilizadas por nuestros pueblos originarios. Creó así la variedad Guanape MFE, que debe las siglas a los caseríos Médano, La Florida y La Escondida donde lideró el plan de ensemillamiento “Sin país no hay maíz”, para desarrollar granos de alta calidad y reducir la dependencia de corporaciones como la Bayer-Monsanto, que las intervienen genéticamente, empobreciendo la semilla.

En este proceso, el maestro pueblo participó en la Alianza Científico-Campesina con entes del Ministerio de Ciencia y Tecnología, Mincyt como la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico, Codecyt; también con el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas, INIA, y el Instituto Nacional de Salud Agrícola Integral, INSAI, para consolidar la soberanía agroalimentaria.

Emancipó con liderazgo comunitario a los labriegos e indígenas, integrando prácticas agroecológicas en todo el proceso de ensemillamiento, y se esmeró en el cuidado de la semilla para sucesivas cosechas.

El conocimiento y la dignificación de una semilla convergen en Pablo Characo, ese personaje noble y terco que logró dispersarlas, cual abeja polinizadora, por esta tierra fecunda. Se adentraba en los maizales para conocer en profundidad la naturaleza de los mismos. Era conocedor de los depredadores, las aves, pájaros, loros y el gusano cogollero que combatía con sapiencia ancestral. Fumigaba las plántulas con humus de lombrices para nunca envenenarlas, siendo la simiente lo más sagrado para el campesinado y para él.

Como la india ecofeminista Vandana Shiva, que propulsa a escala planetaria los bancos de semillas, Characo también protegió y defendió el fortalecimiento de la simiente campesina, originaria y venezolana al crear la variedad Guanape MFE.

Este campesino maestro se declaró defensor de la semilla nativa y participó activamente en la Ley de Semillas aprobada en Venezuela en el año 2015. Es seguido y admirado por movimientos y jóvenes ambientalistas y agroecologistas.

Actualmente hay organizaciones en todo el país que siembran la MFE fortalecida, acentúan las enseñanzas sobre agroecología y la preservación de la simiente que se distribuye por todo el territorio nacional en forma gratuita, como una manera de enfrentar las prácticas capitalistas de explotación y dependencia.

El Movimiento Semillas del Pueblo de Monte Carmelo, en Sanare, estado Lara, están solicitando al presidente Nicolás Maduro y al Ministerio de Ciencia y Tecnología, el otorgamiento póstumo del Premio Nacional de Ciencia y Tecnología al semillerista Pablo Characo y a su familia, como guardianes de la semilla del maíz Guanape MFE.

Testimonios

Gabriel Gil “campesino conuquero de Humocaro Alto, en Lara, Venezuela, militante de los movimientos populares pro soberanía alimentaria: Campaña Venezuela libre de transgénicos; Movimiento Semillas del Pueblo; plan Pueblo a Pueblo y del movimiento ambientalista Cavernícolas del Bosque, agrónomo y periodista”, dice del maestro:

“Characo el campesindio. Le decíamos así y le gustaba reconocerse como tal porque era eso, la confluencia de las razas indígenas del oriente de Venezuela con la verdadera y luchadora clase campesina contemporánea. Varias cosas nos impresionaban de Pablo Characo. Su temple de sol y tierra. El sol en su cara le había moldeado surcos profundos a la orilla de sus ojos y en su cuerpo el sol trabajó tanto que curtió de color de roble pulido su gruesa piel. La tierra caliente y dura del oriente y las incansables faenas de siembra y cosecha le esculpieron unas manos con dedos tan gruesos que bastaban solo dos de ellos para cubrir la mitad de la mano de los que lo saludaban. Su caja torácica amplia, su espalda de gladiador lo hacía reconocible muy en la distancia. “Allá viene Pablo”. Nadie lo dudaría. El cuerpo de guerrero no contradecía su constante sonrisa y su trato apacible y cordial con la gente. Siempre que lo vimos llevaba su marusa con semillas de maíz Guanape y te las ofrecía de una vez si se enteraba que andabas en su misma onda… Explicaba a cualquiera que quisiera escuchar, su amplísima experiencia en el proceso popular que generó una semilla de maíz amarillo que parecía oro, de mazorcas inmensas, que producía más de siete mil kilogramos por hectárea si las lluvias se portaban bien, y si la sequía arreciaba, mostraba tal resistencia que podían cosecharse tres mil kilos en condiciones en que otras variedades de maíz hubieran colapsado sin producir un grano.

»Se fue Pablo Characo. Nos deja un gran legado semillero que está secuestrado por el sistema convencional de certificación de semillas que hoy en día tiene una racionalidad más privada que pública. Los que pretenden ocultar la génesis de la semilla de maíz Guanape, han llegado al descaro de afirmar que Pablo, lo que hizo, fue multiplicar la semilla. No. Characo y su gente hicieron mejoramiento genético, crearon la semilla de maíz Guanape. Una verdad inocultable que debemos defender. Hay muchos campesinos y campesinas que siembran maíz Guanape. Si esa acción se masifica, habremos vencido a los granujas del presente que quieren seguir pirateando y secuestrando el conocimiento indígena y campesino”.

Pauline Arrindell es bióloga del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), y ha trabajado con la semilla Guanape en comunidades urbanas de Caracas. En estos términos nos habla del maestro:

“Ser humano humilde y en construcción como debemos estar todos los que creemos en un mundo distinto. Pablo Characo se sumó a la Universidad Bolivariana de Trabajadores ‘Jesús Rivero’ en el marco del Plan de ensemillamiento ‘Sin maíz no hay país’. Con la experiencia adquirida a través de la producción de semillas de maíz Guanape, Pablo no sólo difundió la siembra y manejo de esta planta, sino también la importancia de fortalecer desde las bases, la construcción del nuevo Estado a través de la formación y la generación de conocimiento desde nuestras potencialidades territoriales. En su relato, Characo contaba que era una persona poco dada a conversar en público y a difundir sus ideas con otros, no obstante, la difícil situación política y económica del país, lo impulsó a llevar la semilla de maíz desde Guanape a todo el territorio.

»Pablo iniciaba la historia del maíz Guanape desde un contexto histórico, explicando que nosotros como nación no teníamos soberanía sobre nuestros alimentos. Está (la soberanía) aún secuestrada en manos de la agroindustria, la que en palabras de Characo, había metido en la cabeza de muchos campesinos que las semillas de origen criollo eran de mala calidad, por eso no eran aptas para ser utilizadas. Desde esta visión, todos los que participamos en las formaciones de siembra de maíz Guanape comprendíamos la importancia de las acciones generadas en torno a esta semilla criolla. La formación, investigación y el intercambio de saberes eran importantes para Pablo y siempre alentaba a los participantes a estudiar sobre el origen de las semillas y las posibles formas de conservarlas y mejorarlas.

»Pablo Characo es, en presente, lo que debemos impulsar como colectivo que transita el camino hacia la soberanía alimentaria”.

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1 comentario

Adolfo Guaiquirima 27 septiembre 2024 - 04:55

Excelente!!!.
Actualmente habemos mujeres y hombres de sueños y pasión, que hemos aportando ideas y hechos que marcan el rumbo y la claridad para consolidar nuevas formas de relacionarnos en nosotros y la naturaleza

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