Desde un conocimiento transmitido de generación en generación, una familia de Mucuritas aborda el cultivo y resguardo de la semilla de maíz con criterio de futuro y organización
Texto y fotos Nelson Chávez Herrera
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Desde hace varios años una familia apureña de la parroquia Mucuritas, municipio Achaguas, resguarda y reproduce una semilla de maíz blanco. El dato lo proporciona el comunero Rafael Castillo, quien adelanta que la Comuna Batalla de Mucuritas quiere desarrollar, a partir de esta experiencia, un banco de semillas.
Para llegar al predio es preciso salir desde El Samán de Apure vía Achaguas y diez minutos después desviarse hacia El Banco. Pasado este caserío el asfalto está reventado, como si le hubiesen caído a mandarria, unos kilómetros mas adelante se vira a la izquierda y debe continuarse por carretera de tierra.
Esta incursión ha sido en moto; uno de los conductores es uno de los guardianes de semillas. Su pericia de manejo es propia de quien transita regularmente este camino. La moto brinca a cada rato por lo irregular del terreno. En invierno, confiesa el conductor, resulta muy difícil circular por estos senderos y se va más tiempo empujando la moto que sobre ella.
Media hora después las motos se detienen bajo un enorme árbol de mango, en la comunidad San José II, parroquia Mucuritas, zona, históricamente, productora de maíz blanco.
«Mi nombre es Jesús Villanueva. Mi esposa se llama María Abreu. Tenemos dos hijos, uno de seis años, Adán Villanueva, y uno de cuatro, Sadán Villanueva. Este fundo es de los suegros; Juan Antonio Abreu y Carmen Rivas, y lleva por nombre El Arenazo, porque esta es una zona donde la tierra es arenosa, como de médano, arena fina, pero este es un médano negro, especial, porque sirve para la producción de cualquier rubro, bien sea maíz o leguminosas».
Acto seguido va hasta el fondo de la casa y regresa cargando una pimpina plástica de la que extrae orgulloso la semilla del maíz que resguardan. El color del grano es parecido al del cuarzo blanco, Jesús no recuerda con precisión cuándo compró la semilla que dio origen a esta.

–Yo compré hace muchos años unos kilos de maíz certificado para tomar la semilla, la sembramos y empezamos a clasificarla para no gastar tanto dinero comprando. El rendimiento de esta semilla es el mismo que el de una semilla certificada que uno compre, que venga empaquetada.
Según Villanueva, las etapas de siembra del maíz, por estos lares, son las siguientes:
–La temporada del maíz es cuando empieza a llover, en mayo. Uno por el final de abril prepara las tierras. Se mueven las que se van a mover y las que no se guarañan, se limpian, se desmalezan, y cuando empieza a llover se siembra el maíz en mayo. Luego es por etapa. A los 45 días hay que echarle la uria. A los dos meses y medio está de cachapa. A los 90 días uno deja transcurrir 15 días y dobla la mata con el objetivo de que la mazorca no tenga el pico hacia arriba, para que no se le introduzca agua y no se le vaya a poner el grano negro. Después que el maíz se dobla para que la mazorca quede con la punta hacia abajo, a los 120 días de sembrado, está de agarre, de corte.
Entonces viene la clasificación del maíz para semilla y la familia Villanueva Abreu pone en práctica los saberes ancestrales que ha heredado, para seleccionar, resguardar la semilla y reproducirla. “Luego de cosechado el maíz uno lo clasifica para tomar la semilla de las mazorcas más bonitas y más grandes que uno ve, y le agarra a la mazorca los maíces del centro, a mano, para no maltratarle el corazón al grano, para que tenga efectividad, para que nazca al 100%. Deben escogerse los granos más grandes y que el maíz no esté golpeado. Luego se recomienda guardarlo en un tambor de plástico, porque el tambor de metal tiende a calentar mucho y puede que afecte la semilla. Si uno quiere lo puede guardar en sombra, pero con tal de que esté bien cerrado, al maíz no le afecta ni el sol, ni el sereno.
–¿Es verdad que esta semilla seleccionada debe volver a sembrarse casi de inmediato, para obtener la que se va a sembrar en mayo?
–Es correcto. Cuando termina la cosecha uno selecciona la semilla, la guarda unos días y la vuelve a sembrar, para que la semilla que uno va a sembrar en mayo esté de producto en diciembre. Eso es para que la semilla no esté tan vieja, para que tenga, por decir, cuatro meses guardada nada más, y nazca con fuerza.
Villanueva recuerda que hace unos 15 años en San José II había sembradas no menos de 100 hectáreas de maíz, con un rendimiento de 4.500 a 5.000 kilos por hectárea, y también que hubo un año en que se produjo tanto maíz que se llenaron los silos de San Fernando y hubo que llevar para los silos de Calabozo. Pero luego vino el bloqueo, las sanciones, la pandemia, la falta de insumos y de apoyos.
–La crisis nos enseñó a defendernos y aprendimos a ahorrar. A trabajar de otra manera. A entender uno con otro, sí, esa es la palabra, a entender uno con otro. A resistir en medio de bloqueo, en medio de todas las circunstancias, porque no es fácil ni el combustible hoy en día. Ahorita que llegó a precios internacionales uno se va con 5 dólares y se trae 10 litros de gasolina, pero entonces si traes la gasolina no traes la crema dental, no tienes para el jabón. Pero hemos guapeado y estamos guapeando.
Esta zona también produce topocho, yuca, frijoles, caraota, carne, leche, aunque no en grandes cantidades, pero en estos años de bloqueo y de pandemia resistimos, y si salíamos al pueblo de El Samán era a comprar la sal y acaso un arroz o la pasta, porque estaba el quinchoncho, la grasa del cochino, las gallinas, la yuca, el plátano, el ñame, el ocumo, el maíz, con eso resistimos.

–¿Se consigue semilla de maíz blanco para comprar, en este momento?
–Sí se consigue, donde venden veneno y esas cosas, pero a nosotros se nos hace muy costoso comprar la semilla porque quieren vender un kilo de semilla en 5 dólares y al parecer, ya el saco de 20 kilos lo quieren vender hasta en 150 dólares. Y con 20 kilos no se siembra una hectárea bien sembrada, porque una hectárea te lleva aproximadamente 25 kilos de semilla, que viene siendo casi 200 dólares la pura semilla, sin insumos.
–¿Cuánta semilla guardaste de la última cosecha?
–Veinte kilos, en vista de que no tengo la capacidad de levantar más producción, porque no contamos con el insumo. El insumo es lo que se requiere para la producción. Maquinaria, tractor para mover las tierras, luego se necesita el fertilizante, los venenos para matar la maleza, la gente que lo puede ayudar a uno. Cuando hablo de fertilizante se trata de abono y uria. El abono es el que le da vida a la mata de maíz, para que vaya frondosa y verdecita. Y la uria sirve para darle fuerza al grano, para que el grano de maíz se desarrolle con fortaleza.
–¿Cuántos años llevan trabajando con la técnica de seleccionar y resguardar las semillas aquí, que tú recuerdes?
–Desde los abuelos que guardaban maíz, pero ellos lo guardaban diferente; con to’ y hoja, con to’ y concha, y lo desgranaban cuando lo iban a sembrar. Mi papá me contaba que ellos hacían una broma que llaman furruco, que era como un tambor hecho a base de cuero de ganado y ahí guardaban la semilla. Del mismo cuero sacaban como unas trenzas de zapato y con eso cerraban el furruco por la parte de arriba, por donde introducían el maíz. Guardaban maíz ahí, guardaban frijol. Ellos dicen que lo guardaban con concha o con hoja, porque de esa manera se conservaba más la fuerza del maíz. Para que no le pegara aire tampoco. De eso aprendimos y uno todos los años va clasificando la mejor mazorca, para que la mejor mazorca produzca el mejor grano y ese grano tenga la fuerza.
La Comuna Batalla de Mucuritas se emociona con este resguardo de semillas porque piensan en las ventajas de desarrollar un Banco Comunal de semillas, garantizar la semilla de la Comuna y ayudar a otras Comunas, comuneras y comuneros. Proyecto que les gustaría articular con la adquisición de uno de los vehículos ahorradores de combustible que construye Rafael Argüello, a quién podrían solicitarle un vehículo con ruedas altas y delgadas, como un carreta motorizada, capaz de arrastrar más de media tonelada de carga y sacar la producción de este y otros sectores de la Comuna. Especialmente en invierno, cuando el Llano se anega y ni los vehículos nuevos de doble tracción, cuatro por cuatro, pueden meterse en esta zona.