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Un día en la vida de la Alianza Científico-Campesina

Crónica de un necesario recuento: así se haya dicho mil veces, hay que repetir hasta la saciedad que en Venezuela se está dando un encuentro asombroso entre el saber campesino y el saber científico, y ya la Unesco ha puesto el ojo acá para registrarlo y respaldarlo

por Roberto Malaver
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Roberto Malaver / Fotos Sebastián Gómez

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Aquella mañana del 13 de junio del 2024 la alegría había tomado por asalto a los Productores Integrales del Páramo –Proinpa–, en Mucuchíes, estado Mérida. Desde la Unesco, en París, habían recibido la noticia de que el Centro Biotecnológico para la formación y producción de Semillas Agámicas– Cebisa– estaba siendo evaluado para ser considerado Categoría 2, porque era el único laboratorio que estaba conformado por científicos, campesinos y campesinas.

Otra noticia que tenía feliz y corriendo a los militantes de la Alianza Científico-Campesina era que el presidente Nicolás Maduro estaría en Mérida ese día, y desde el lugar en que se iba a encontrar realizaría un pase televisivo para que la gente de Proinpa mostrara el laboratorio y hablara de los logros conseguidos desde hace 25 años, cuando se decidieron a crear la asociación.

La Ministra para Ciencia y Tecnología, Gabriela Jiménez, estaría presente compartiendo con ellos el pase desde el programa del presidente, y eso les subía mucho más el entusiasmo y la fuerza creativa que tienen todos.

Laboratorio Categoría 2

Para la ingeniera Agrónoma Caroly Higuera el día comenzó apurándola. Tenía que esperar a la ministra Gabriela y quedarse en el programa del presidente Maduro. Antes de salir a esperar hizo un resumen:

En Cebisa los estudiantes y los investigadores vienen a hacer pasantías. En su momento la razón de nacer fue el mejoramiento genético de la papa, pero hemos ido evolucionando en otros cultivos. Tenemos fresa, zanahoria, ajo, estevia, siempre nos hemos ocupado de los comestibles. En este camino, Gabriela nos habló del programa de la Unesco, que es el de consolidar algunas iniciativas biotecnológicas. Los llama Centros de Categoría 2. Son laboratorios de todo el mundo que son avalados por la Unesco en todo este tema de investigación. Y allí estamos. En esta etapa se pueden dar intercambios, capacitación, formación. Que nuestros centros puedan dar capacitación a otros productores en cualquier parte del mundo. Que puedan venir productores para conocerlos. La novedad es que existen Centros de Categoría 2 y si uno sigue evolucionando para ser Categoría 1, podremos solicitar financiamiento de la Unesco para fortalecer capacidades o algunas investigaciones. Existen muchos institutos de investigación dirigidos por científicos, pero el perfil nuestro es que es manejado por campesinos y campesinas. Y que nos manejamos en este sistema que es la Alianza Científica Campesina, donde nos apoyamos, nos entreayudamos con institutos o universidades del país que fortalecen nuestras capacidades.

En el país no existe otro laboratorio tipo 2 reconocido por la UNESCO, Cebisa es el primero que se está proponiendo. Ya superaron la primera etapa. Viene una segunda etapa que es una evaluación in situ, en septiembre los especialistas de la Unesco visitarán las instalaciones y evaluarán. Lo más novedoso que les mostrarán es que este laboratorio lo manejan los campesinos, sus redes de articulación, sus jornadas de capacitación a productores y productoras. Después de verificar eso, la expectativa es que les darán su aprobación en la Asamblea de la Unesco, en marzo.

¿Con quién tienen relación aquí en el país?

–Nuestro aliado principal es el Ministerio de Ciencia y Tecnología. Tenemos convenios con organizaciones similares a la nuestra. Con asociaciones de productores dentro del mismo estado, con las universidades del país, institutos de investigación. También con el Movimiento sin Tierra, de Brasil. Ellos han venido y nuestros muchachos también han ido allá. De Francia también nos han visitado. Ese vínculo de campesinos y científicos ha ido funcionando. Aquí era un negocio importar papa todos los años y nosotros hemos evitado eso porque la producimos aquí. Hemos creado incomodidades en ciertos sectores.

Un poco de historia

Rafael Romero, Agrónomo y enamorado de su proyecto, tiene la palabra y dice:

–En el año 1996, cuando mi esposa (Caroly) y yo llegamos acá, con otro grupo de personas, que tuvimos la oportunidad de salir y volver, porque la dinámica era que la gente salía y se quedaba, o venían de visita. La generación nuestra salimos, estudiamos y regresamos. Un grupo de personas encontramos que la mejor respuesta a quedarnos aquí, era la agroecología. Decidimos crear un liceo para adultos en agroecología, un proyecto sumamente incomprendido como casi todo lo que hemos hecho. Formamos 160 muchachos. Un 40% de nuestra organización Proinpa son egresados de esa institución. Después el alcalde trajo la universidad experimental Simón Rodríguez, con dos carreras: Administración, mención Turismo, y Educación en Agroecología. De esos 160 muchachos que se graduaron de licenciados en Agroecología la mitad siguieron sus estudios en esas dos carreras. Después se hizo un diplomado en Agroecología con la misma universidad. Y recientemente se creó la maestría en Agroecología.

¿La misión entonces es formar gente para la agroecología?

–Lo que queremos es romper un esquema que es el monocultivo, que es el esquema que nos imponen, el esquema de la revolución verde, que tú produzcas un solo producto. “Tú, Brasil, produces sorgo, tú, Argentina produces tal cosa”, hay que romper con eso, porque en una finca tú puedes tener varios rubros diferentes. Para nosotros es muy importante la formación a todos los niveles. Semillas Agámicas es un término técnico que se refiere a producir semillas a partir de la técnica de exploración, no de la semilla verdadera, sino de una parte de la planta que genera una planta nueva, eso se llama propagación asexual, la propagación agámica, o clonación. La papa es una parte de la planta que yo la uso como semilla. Este proyecto en particular es lo más complejo, producir semillas agámicas. Todo ese conocimiento se está propagando entre los campesinos.

Se trata de tener una agricultura sana.

–Sí, en agroecología se propone además que las fincas sean agro biodiversas, ese es uno de los principios. Eso te permite regular una cantidad de cosas y hacer una agricultura sana que rompa con el monocultivo que necesita agro fertilizantes químicos, agrotóxicos. Para tú hacer una agricultura sana es estrictamente necesario contar con semillas de calidad, que estén libre de enfermedades. Esa es una de las cosas que hemos tenido con las semillas importadas. Nosotros tenemos dos fuentes de aprovisionamiento de semillas: Colombia, vía contrabando, y Canadá y Europa por vía formal. Pero en los dos casos hemos tenido contaminación. Porque en los acuerdos, que eran muy leoninos, ellos hacían lo que querían.

¿Y estás muchachas que trabajan aquí fueron formadas en el liceo nocturno?

–Sí, son licenciadas en Educación. Y se han ido formando aquí. Ellas siembran sus fincas con sus esposos y sus mamás y sus papás son campesinos. Eso le da una particularidad a este proyecto. La ciencia para nosotros es una herramienta para producir. Y de allí viene el concepto de la alianza científico campesina. Nosotros, campesinos, buscamos a la ciencia para que nos resuelva problemas, romper otro tabú, y otro paradigma, que es la ciencia cerrada. La ciencia se encuentra directamente con nosotros, y aparece el concepto de ciencia abierta, la ciencia con la gente.

¿Cuánto de la producción se queda aquí y cuanto sale a los mercados?

–El 6% de la producción se queda en Proinpa y el 94% sale.

Y en eso llegó la ministra

Ya avanzada la mañana llegó la Ministra Gabriela Jiménez junto con su equipo de prensa a preparar el pase que el presidente Nicolás Maduro les iba a hacer. Campesinas y campesinos y los chamos del Semillero Científico se acercaron a saludarla, y aquello fue una fiesta que no se acaba nunca.

En el momento del pase el presidente Nicolás Maduro, desde Mérida hasta las alturas de Misintá, donde está la sede del Cebisa, Rafael Romero desarrolló más la idea y el concepto de su trabajo de décadas:

Hemos venido construyendo este referente de producción de semilla de alta calidad genética. Esto que está viendo usted acá es un modo de aeroponía, para la producción de semilla de papa, que ya es una tecnología moderna en la que hemos venido incursionando desde hace un año. Previo a eso hemos venido trabajando en tecnología de cultivo in vitro de semilla que nos permite hoy por hoy estar presentes en veinte estados del país, a partir de lo que llamamos la Alianza Científico Campesina, que usted interpreta perfectamente en este ejercicio de construcción de soberanía. Estamos beneficiando a más de 5.300 familias con semillas de papa de alta calidad, y no sólo papa: estamos trabajando con ajo, fresa, tratando poco a poco de generar ese cambio de paradigma, ese cambio de mentalidad hacia una agricultura sana, segura y responsable.

Acto seguido le cedió la palabra a Ligia Parra, referencia nacional de la siembra de agua y de la organización de productores. Su intervención resumida:

Soy agricultora, campesina, beneficiara del programa de Cebisa, de la organización Proinpa. Gracias a usted, señor Presidente por haber puesto su amor, su ánimo para que esto llegue a ser lo que es hoy en día. Muy orgullosos nosotros como campesinos, agricultores, de tener esta organización aquí arriba en las alturas. Lo estamos invitando con todo cariño para que venga a conocer lo que hemos hecho nosotros como campesinos agricultores.

Gabriela Jiménez complementó la información:

Desde el año 2019 hasta la fecha la producción de semilla de papa se incrementó en 5.900% esto representa una sustitución de importaciones por más de dos mil millones de dólares en los últimos seis años. Esta gestión de conocimiento, de otra forma de hacer ciencia para la producción ha sido gracias al esfuerzo del gobierno bolivariano. Usted semanalmente recibe los reportes de cada retoño de cada semillita de papa. Y hoy presidente le muestro lo que es la soberanía. Desde el campo, haciendo ciencia los campesinos, una forma diferente, un nuevo modelo de gestión del conocimiento y del desarrollo biotecnológico nacional. Esto representa el encuentro del conocimiento y de la tecnología y de la identidad de los campesinos y campesinas, un esfuerzo de más de once mil talleres de formación para estar en veinte estados del país.

El 62% de las manos productivas de la alianza son mujeres, son jóvenes. Estos indicadores nos permiten junto al Semillero Científico, que nos acompaña hoy, renovar el talento nacional con mirada de la agricultura atendiendo el motor agroalimentario, prioridad del gobierno y de la agenda económica boliviana. Este ejercicio de soberanía es un ejercicio de independencia, entendiendo que somos hoy custodios y guardianes de nuestra semilla, del patrimonio genético. Cada semilla que sale de este laboratorio tiene un registro en una plataforma tecnológica, tenemos registrado por GPS cada una de las coordenadas de las fincas y unidades de producción donde se siembra. Cada vitroplanta que está aquí, si somos responsables y custodios de esta vitroplanta, al cabo de cuatro años se convierte en una tonelada de papas de consumo.

No hay sanción que pueda con esto, presidente, porque es el encuentro de las venezolanas y venezolanos que hacemos del conocimiento y de la producción agrícola una realidad para el bienestar y la prosperidad de la patria. Este año encontramos también cuarenta mil hectáreas de maíz procesados con herramientas biotecnológicas desde este espacio del conocimiento.

Y aquel 13 de junio de 2024 se convirtió en otro día inolvidable para la gente de Proinpa, de Cebisa, en las alturas de Misintá, Mucuchíes, en Mérida.

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