Posee dos records difíciles de superar en el IVIC: mayor cantidad de cursos de postgrado impartidos (83) y casi 3 mil horas de clases, dictadas desde 1975. Le fue otorgado el Premio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación por su entrega absoluta a la docencia y la investigación desde hace más de medio siglo
José Roberto Duque / Fotos Candi Moncada
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El doctor Ajoy Kumar Banerjee es un caballero admirablemente sencillo. Lo atestigua, entre otras evidencias, la rutina que se le ve cumplir diariamente después de salir del Laboratorio de Química del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), a eso de las 2 de la tarde: sale del edificio después de pasarle por un lado a cierta sala o anfiteatro de conferencias, cuyo nombre puede leerse en robustas letras doradas: “Auditorio Ajoy K. Banerjee”. Camina, con el paso lento pero seguro de sus 86 años cumplidos, el kilómetro casi exacto que lo separa de la Biblioteca “Marcel Roche” –que lleva el nombre del científico que lo ayudó a venir a Venezuela en 1968–. Allí lo espera cada tarde un almuerzo sencillo, frugal y discreto como él mismo.
El doctor guarda la proteína para llevar, y se come lentamente, como en un ritual que hace parte de sus convicciones, el cereal y la ensalada. Las compañeras de la biblioteca le profesan una admiración llena de suspiros y reverencias, y no dejan de preguntarse cómo (y dónde) es que el diminuto cuerpo del doctor Banerjee conserva tanta energía, a pesar de esos hábitos alimenticios (¿o será precisamente a causa de ellos?).

Le indico que estaré afuera esperándolo para entrevistarlo; dice que podemos conversar mientras termina de comer.
Sus estudios y líneas de investigación tocan y escudriñan la complejidad, la profundidad de los combustibles que hacen posible la vida. Es doctor en química, y nació en la India. Ya con esa información en las manos resulta un riesgo seguir empleando la palabra “sencillez”: la química y el país más poblado de la Tierra son misterios graves para la mayoría de nosotros, moldeados culturalmente desde el liceo para huir de esa y de otras disciplinas científicas, y para no comprender a ningún pueblo que no coma carne de vaca ni juegue beisbol.
Tiene en el bolsillo de la camisa una libreta que también se le parece: compacta, añejada de asombros y sabiduría, como esas antiguas cajas de Pandora que conviene dejar tranquilitas donde están, sin preguntar mucho qué guardan adentro porque uno nunca sabe (y Banerjee sabe mucho), zape. Sencillo hombre rodeado de complejidades: su pulcra serenidad y la rama del saber en que ha dictado cátedra hacen recordar la manida frase que habla de extremos que se tocan, sobre todo en los sistemas circulares.

Se resuelve mejor cuando se está dispuesto a aceptar que probablemente el universo sea esférico: Stephen Hawking dijo que, si usted tiene un sentido excepcional de la vista y se queda mirando fijamente un punto en el horizonte, al cabo de unos miles de millones de años probablemente terminará mirándose la nuca.
Cómo y por qué vino a parar tan lejos
Banerjee nació el 17 de enero de 1938 en un pueblito llamado Hazaribagh (les advertí que está rodeado de complejidades), localidad de agricultores relativamente cerca de Calcuta y muy lejos de Nueva Delhi, las grandes capitales políticas, culturales y comerciales de la India. Lo recuerda como un lugar de clima y gente agradables, y docentes dispuestos siempre a colaborar. Tenía diez años de edad cuando fue asesinado el hombre-figura más universal de su país natal, Mahatma Gandhi, y asegura que no guarda de este terrible episodio ningún recuerdo particularmente intenso, a causa de la corta edad que tenía y también porque sus progenitores (empleado administrativo su padre, ama de casa su madre) estaban al margen de toda actividad que implicara un riesgo en esa etapa dolorosa, la opresión inglesa. Todos sabían que manifestar políticamente era un delito, que Gandhi era un revolucionario y que los ingleses sostenían de alguna manera los planteles educativos, por lo que la educación formal difícilmente podía inculcar en los nativos una visión insurreccional de la historia.
Uno de sus hermanos estudió ciencias naturales, pero no se dedicó a la investigación ni lo influenció para seguir el rumbo de su especialidad. Simplemente, el joven Ajoy estudió química porque esta área le facilitaba la consecución de trabajo remunerado.

Sobre el posible sobresalto o accidente que cualquiera puede esperar que lo trajo a Venezuela, país del que no había oído hablar nunca durante su juventud, el doctor dice que no hubo ningún movimiento particularmente brusco. Simplemente, antes de cumplir sus 30 años de edad, y ya con un MsC y un doctorado a cuestas en universidades indias, investigó en periódicos y publicaciones a ver en qué país del mundo ofrecían becas para proseguir sus estudios, y se encontró con el nombre del IVIC, el joven centro de investigaciones científicas venezolano. Le escribió a Marcel Roche y éste le facilitó las gestiones que lo trajeron al país en 1968.
Una vez acá hizo equipo con el investigador japonés Tatsuhiko Nakano, otra figura emblemática en aquella etapa germinal del IVIC, con quien comenzó a desarrollar o a profundizar en el área en la que, con los años, se hizo un referente internacional de la ciencia: la síntesis de compuestos orgánicos y productos naturales.

Se entregó a su misión y al IVIC a tiempo completo. Entró como Profesional Asociado a la Investigación y hoy es Investigador Emérito. Posee dos records del Instituto: mayor cantidad de cursos de postgrado impartidos (83) y casi 3 mil horas dictadas desde 1975. Su primera residencia en el país fue la Casa 4, ahí mismo en los bosques fríos del IVIC, emblemático edificio donde se han alojado investigadores de todas las épocas. No hablaba español, se comunicaba en inglés con sus colegas y compañeros, la mayoría de estos venezolanos provenientes de varias ciudades.
Resulta un poco laborioso entender palabra por palabra todo lo que dice, aunque sus ideas generales son claras, y sus frases, directas. La nacionalidad de Banerjee es venezolana porque aquí quiso naturalizarse, pero su expresión conserva fuertes reminiscencias de su origen.

Tiempo completo, y más
Tuvo ocasión de conocer al país con motivo de los eventos, charlas y encuentros a los que iba para exponer sus trabajos. A la India regresó tres veces más, la última hacia 1990, pero no a su pueblo natal. “He tenido tiempo de viajar a varios países, no para pasear sino para asistir a congresos. Ahora mi salud me impide viajar. Mis familiares no están en Hazaribagh, muchos han muerto y otros están dispersos por otras ciudades, entonces no tengo razones para ir allá. Me comunico con ellos, antes lo hacía por teléfono y ahora por e-mail”.
No recuerdo haberle dicho al doctor que esta entrevista aparecerá en un espacio donde lo leerá gente no especializada, no enterada de los pormenores de la química y sus laberintos, pero creo que mi perplejidad cada vez que soltaba un tecnicismo le dio algunas pistas. Pero era necesario explorar en busca de alguna explicación entendible de la importancia de su trabajo, y el doctor pudo resumirla.

–¿Cuál de las investigaciones que ha desarrollado aquí lo enorgullece más, o le parece más importante?
–Mi área son los productos naturales. Tal vez usted sabe que la naturaleza nos suministra muchos compuestos útiles para el ser humano, para su uso cotidiano, pero algunos se encuentran en muy pequeña cantidad. Mi objetivo todos estos años ha sido investigar cómo producir varios de esos compuestos en mayor cantidad.
–Aparte de los premios científicos que ha recibido, ¿siente que su labor es suficientemente conocida?
–Venezuela es un país donde predominan los médicos y los biólogos. Entonces uno entiende que la gente se interese más por las disciplinas que resuelven problemas como, por ejemplo, un dolor de cabeza, un malestar. Eso es realmente importante para las personas que sufren, y por eso para un médico y un biólogo es muy fácil explicar la importancia de lo que hacen. Cuando alguien dice que puede aliviar el dolor o combatir flagelos como el Covid 19, todo el mundo puede entenderlo y reconocerlo, recuerde que ese virus estuvo de moda. Pero cuando alguien dice: “estoy haciendo esta reacción, trabajando con estos reactivos”, nadie entiende. En Venezuela es muy difícil encontrar gente que se interese en la química o en la matemática.

–En Venezuela, en bachillerato, nos aterrorizan con la química, la física y la matemática. ¿Cómo puede lograr un docente entusiasmar a una persona joven, o convencerla de que la química es importante?
–Hay algo que le oí decir al doctor Roche: que no hay que decir “Mi trabajo sirve”, porque cualquier trabajo sirve si usted lo hace bien. Su trabajo va a ser apreciado cuando diga: “Mi trabajo sirvió”. Hay que decir cuándo y para qué sirvió. Eso es lo que puede aclararle a la gente por qué nuestro trabajo es importante.
–Leí una declaración suya, en la que recomendaba interesar a la gente en la química porque vivimos en un universo que es química. ¿Eso es exactamente así?
–Por supuesto, así es. Hay científicos que han logrado éxitos contra el Covid 19, contra el cáncer, contra el cólera, pero para lograr eso primero hay que saber qué es el cáncer, qué es el cólera y qué es el Covid 19. La química orgánica puede decirnos cuál es la raíz de esas enfermedades y cuál puede ser el tratamiento para cada una.

Los dichos de Rabindranath Tagore
Su currículum informa que ha generado 158 trabajos, que han sido publicados y profusamente citados en revistas especializadas nacionales e internacionales.
El laboratorio de química bajo la dirección de Banerjee ha sido espacio propicio para los trabajos de tesis de 3 doctores, 11 estudiantes de maestría y 19 licenciados. Por allí han pasado centenares de pasantes, asistentes, profesionales en entrenamiento y del proyecto de trabajo comunitario con estudiantes de liceos. Varios de los doctores y magister que se graduaron bajo su tutoría se encuentran trabajando en el exterior. Suena a buena cosecha, pero en realidad las cifras hablan de un desinterés generalizado hacia esta rama del saber, según la impresión que tiene el doctor Banerjee.

Antes del Premio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación que le fue conferido en 2023, recibió otros galardones y reconocimientos. “Para mí fue una sorpresa que me dieran este premio. Si vemos mi curriculum vitae y lo comparamos con el de otros premios nacionales, es posible que sí me lo merezca, por los años de trabajo y porque finalmente alguien ha entendido su importancia. Creo que hay otras personas que merecen ganarlo también. Se necesita que un jurado sepa y entienda lo que usted hace para que se le reconozca; un jurado que no sepa qué es química orgánica ¿cómo podría hablar bien o mal de mí?”.
La seriedad no le impide dejar fluir su sentido del humor: “Y también puede haber algo de suerte: imagínese si el jurado está compuesto por cinco enemigos suyos, ya usted no tiene oportunidad, y si son cinco amigos, tal vez sí”.
–¿Usted tiene planes para el futuro?
–Mis planes son profundizar en lo que he hecho todos estos años, la misma línea pero más compleja.

–¿Hay condiciones para hacer el trabajo?
–Hace unos años no teníamos nada, todo estaba desmantelado. Ahora con la actual ministra estamos comenzando a recibir, a tener algunas facilidades. Todavía hay reactivos que se agotaron y hay que comprarlos, equipos que no funcionan bien y hay que repararlos. Hay que esperar.
Ha tenido sus veleidades, que lo han llevado a interesarse en otras disciplinas o ámbitos de estudio. Es autor de un libro al que no le ha ido mal en las ventas en Amazon: Nice to hear (“agradable de escuchar”, o “es agradable escuchar”) cuya idea central no es difícil de intuir: la importancia de entender a todos los interlocutores, pero sobre todo a los adversarios, y cómo es que a la gente se le conoce realmente cuando está en la pobreza.

También tiene una compilación de dichos y sentencias de Rabindranath Tagore, poeta, cantante (dicen) y filósofo fundamental de la India, en un volumen titulado Living words.
–¿Cuál es el valor más importante que le comunicó la obra de Tagore?
–Tagore enseña a organizar la vida para entenderla como una experiencia donde ocurren cosas buenas, momentos de riqueza y de suerte, pero también hay épocas de tristeza, de pérdidas. Cómo se enfrenta la vida en esas condiciones, con paciencia, con coraje y sabiendo que habrá momentos de felicidad pero que también habrá problemas: ese es un aprendizaje de la escritura de Tagore.

Tomé el libro y escogí al azar varios textos breves para que el doctor me hiciera el favor de traducirlos (no entiendo prácticamente nada del idioma inglés), y fue un buen ejercicio. El último texto comenzaba así:
“Woman’s gaze on timid person. Never act shy in front of women. It increases their arrogance…”.
Banerjee no lo tradujo, sólo aclaró:
–Bueno, eso lo dijo Tagore.



9 comentarios
[…] Fotografia Digital, Candi Moncada foi reconhecida pelo suporte gráfico na reportagem “Química” em venezuelano chama-se Ajoy K. Banerjee, publicada no portal La Inventadera. Malva Suárez Silva foi premiada pelo relatório gráfico […]
Qué gusto encontrar este artículo! Conocí al Dr Banerjee cuando hice mi tesis en el IVIC, y aunque no trabajé con él, recuerdo que almorzábamos juntos y aprovechábamos de conversar. Es admirable su labor y contribución a la ciencia, que afortunadamente ha sido reconocida en el tiempo. Que buena noticia saber que continúa haciendo lo que le apasiona.
Siempre faltarán reconocimientos y homenajes para este don. Es grato haber hablado con él. Saludos, gracias por comentar
Epa Ynsú, gracias vale. No creo que me enganche con Tagore, pero el profe es madre tipo. Abrazooo
Que bonito! quedé muy conectada con la historia del Dr. Ajoy Kumar Banerjee. Toda mi admiración para el 💜
Gran tipo, de verdad. Gracias Vanessa
Disfrute mucho al leer esto, un ser eseccional. Un maestro de maestros. Me imagino que el entrevistador disfruto mucho esa entrevista porque está cargada de enseñanzas. Waooo Waoooo Waoooo
Así es, destila sabiduría en su humildad. Saludos
Como siempre, te dejas leer suavecito. Hiciste que me quedara queriendo a ese señor…
Además, se nota que disfrutaste de ese encuentro. Capaz y ya estás leyendo a Tagore y metido a principiante de yogi. Abrazos.