Roberto Malaver
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Hay gente que, en un momento dado, se propone ver más lejos, siempre con el fin de dejar claro que hay algo que se nos está olvidando. Que hemos ido apartando pero que es necesario retomarlo para que no se nos olvide. El Físico, historiador de la ciencia y académico José Manuel Sánchez Ron es uno de ellos. “Si he logrado ver más lejos es porque me he subido a hombros de gigantes”, dice, recordando la frase de Newton.
En abril sale publicado su libro “El canon oculto”, donde a punta de investigación logró incluir cien libros fundamentales para la ciencia desde la Grecia del siglo V aC hasta hoy.
“Este libro surge como respuesta a un hecho que considero no sólo injusto, sino también peligroso pues produce una cultura muy limitada: el de que los cánones existentes estén formados básicamente por obras literarias. De ciencia, únicamente, salvo excepciones, suele aparecer, y no siempre, El origen de las especies (1859) de Charles Darwin”, dice Sánchez Ron.
Cuando le preguntaron por qué ha titulado el libro El canon oculto, Sánchez Ron dijo:
-Por lo que apuntaba antes. Porque los libros de ciencia no aparecen en los cánones tradicionales. En ese sentido, los grandes libros de la ciencia a lo largo de la historia parecen estar “ocultos”.
El canon oculto comienza con “Los tratados hipocráticos”. Un grupo de escritos médicos atribuidos a Hipócrates, el padre de la medicina. Luego viene Andrés Vesalio y su libro “De humani Corpari fabrica” (1543), un llamado a la defensa de la práctica anatómica. Sigue Galeno, el médico por antonomasia, con su “De Locis patientibus”, un estudio de lo que sería la fisiología.
También se hace presente Aristóteles. Sus estudios fueron más allá de la filosofía, también estudió la lógica formal, la metafísica, la física y la astronomía.

Con respecto a Euclides, dice Sánchez Ron: “No hay momento superior en la historia del pensamiento griego y universal que el de la composición de los Elementos, pese a que el texto fuese una síntesis, una recopilación”.
En el siglo XVII aparecen “Las tablas astronómicas” de Alfonso X, El Sabio. El catálogo astronómico más importante hasta más allá del siglo XVI.
También está Nicolás Copernico con “De revolutionibus orbium coelestium” (Sobre las revoluciones de las orbes celestes), publicado en 1543.
Lo importante es ir dejando a cada uno de ellos bien plantado con sus conocimientos y sus aportes a la ciencia. Y en ese mismo orden sigue con Galileo y su gran obra: “Dialogo sopra i due massimi sistemi del mondo Tolemaico e Copernicano” (1632), su gran obra, en la que anuncia que el sol está quieto y la Tierra en movimiento. Esta obra trajo la polémica con la iglesia que todavía se sigue recordando.
Y luego aparece Newton con “Opticks”, donde están reunidos sus principios y sus estudios sobre la luz, los que según Sánchez Ron “nos llevan a las cotas más elevadas del siglo XIX y XX”.
Están allí, en El canón oculto, René Descartes, con “El discurso del método” (1637), la “Enciclopedia” de Diderot y D’Alembert, entre otros grandes del siglo XVIII.
Ya en el siglo XIX aparece Charles Darwin con su libro “El origen de las especies” (1859) y Alexander von Humboldt con su obra “Kosmos”.
En el siglo XX es Albert Einstein quien encabeza la lista de los científicos. Su “Teoría de la relatividad especial y general” (1917) es su gran obra.
Hay más libros y científicos. Y hay que celebrar este reencuentro con la gente que se preocupó por dejar una obra que todavía lo trasciende y que nos siguen sorprendiendo por su talento y capacidad para ver más allá, para ver siempre más lejos.
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Un artículo con una reseña más completa del libro de Sánchez Ron puede leerse en el suplemento El cultural. Revista de cultura y artes de España