Son tan buenas las bicicletas de José Guillermo, “El Moreno”, que hasta se las roban
Texto y fotos: Nelson Chávez Herrera
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En San Fernando de Apure habita un inventor de bicicletas. Una persona a quien, por alguna razón misteriosa, no le satisfacen los modelos existentes y, por esta inquietud, ha puesto toda su voluntad en la creación de sus propios jamelgos de hierro, tal como los quiere o imagina.
Quienes deseen admirar su arte o encargarle la fabricación de uno de sus prototipos deben caminar por el Paseo Libertador de San Fernando, justo cuando la rueda del sol empieza a ocultar su fuego en el caudal del río Apure. Desde esta hora hasta la noche, acompañado de su hijo, podrán verlo en cualquier esquina haciendo piruetas sobre su caballo de metal, reconocerlo por su estilo y los destellos plateados de su melena.
Llegar a su casa es más complicado. Es preferible hallarlo de esta manera, coordinar así una visita a su taller, pedirle las coordenadas, tal como se hizo para apalabrar esta entrevista y pedalearla al día siguiente.
El guía para hallar el refugio del creador fue un avezado baqueano caraqueño, quien se quedó en San Fernando de Apure enamorado de la gente y el paisaje. Todo fue caminar por las calles anchas del centro de la ciudad capital bajo los rayos de un sol incandescente de diez de la mañana cayendo a plomada sobre la testa sin sombrero. Las referencias eran pasar el mercado municipal en dirección sur, la pared de un galpón, un antiguo club de bolas criollas, preguntar por el señor peludo de las bicicletas a cuanta vecina o vecino se hallara en el camino hasta topar la entrada, para luego deslizarse por un angosto callejón hasta el solar gigantesco donde este mago de las bicicletas tiene su casa taller, bajo la fronda de un inmenso merecure (Daniel Dhers debería venir a este sitio a conocer a este paisano inverosímil, hacer con él unas piruetas y encargarle la hechura de un prototipo de bicicleta del tamaño de su imaginación).
“Mi nombre normal es José Guillermo Contreras, después vinieron los apodos, pero la gente me identifica más por El Moreno, es como mi nombre artístico. Tengo el apellido de mi mamá, Carmen Eladia Contreras. El papá que me hizo se llamaba Guillermo Montoya, pero a él no lo conocí. Luis Alberto Llanes fue mi papá que me crió, y me dio esta vocación de trabajo que gracias a Dios tengo y ya ando en 66 años”.
Las bicicletas armadas y desarmadas ocupan todos los espacios; hay ruedas, radios, rines, manubrios, manzanas, platos, cadenas, potencias, horquillas regadas por el patio y las habitaciones, colgadas de las paredes, trepadas sobre el techo o en las ramas de los árboles. Si algunas casas han sido ocupadas por los ramajes, los musgos, las enredaderas, esta ha sido invadida por las bicicletas, como la mente de su dueño, cuya ilusión gravita en torno a este popular invento humano.
Una duda existencial se desplaza sobre las alas del viento: ¿en qué animal se convierte el ser humano en bicicleta, propulsando con su propio cuerpo la percepción de la vida en movimiento desde dos ruedas, consciente de su fragilidad ante una caída o impacto, nutrida su razón desde un continuo pedalear el mundo?
–¿Alguien de tu familia trabajaba con bicicletas?
–Nadie. Mi primer trabajo fue la construcción, con mi papá que me dio la crianza. Después fui al servicio militar obligatorio, primero a Fuerte Tiuna, luego a Mérida. Cuando terminé me vine para acá, me puse a pensar qué iba a hacer y me metí de lleno a la bicicleta.
Empezó a pagar promesa al Nazareno de Achaguas pedaleando año tras año los noventa y cinco kilómetros que separan a este pueblo apureño de San Fernando. Se dedicó a ganarse la vida promoviendo el uso de la bici en actividades deportivas, haciendo piruetas sobre estas, presentando su espectáculo en mangas de coleo, piques de motos en fango, acompañado de sus hijos o hijas.
Meterse de lleno significó también para El Moreno empezar a fabricar sus propias bicicletas, a modificarlas, hacer modelos originales, diseñar sus propios prototipos. Así logró crear bicicletas para dos personas, bicicletas con tren delantero de moto, bicicletas miniatura, bicicletas gigantes para andar más alto. Como reina de su ingenio, su famosa bicicleta loca con dos tubos de dirección (el normal que agarra la horquilla de enfrente, más un segundo en el otro extremo del cuadro), modificación que permite a la bicicleta loca girar como un perro cuando corre intentando morderse la cola.
–¿Cómo hiciste la gigante y la doble?
–Para hacer la gigante transformé la horquilla. Es una horquilla suplementada con tubo, para alargarla, y va soldada. Lleva su rueda rin 26 atrás y una rin 20 adelante. La doble, para dos personas, la hago con un cuadro transformado con más de dos cuadros, se lleva más de dos cuadros por la largura que tiene que tener.
–¿Empezaste a comprar bicicletas viejas y las fuiste desarmando?
–No, compro el cuadro que a mí me convenga, y después voy armándolo lentamente.
En el taller tiene todas las herramientas necesarias para sus creaciones excepto la máquina soldadora, manda a soldar las piezas. Él mismo las pinta, con una bombita plástica de fumigar insectos. Son tan buenas las bicicletas del Moreno que hasta se las roban. No hace mucho le robaron una de las gigantes. La persona que lo hizo sin duda alguna quería ser descubierta. ¿A quién se le ocurre?Nadie en el país fabrica ni importa bicicletas como las que inventa El Moreno. Quien viera la bici sabría de inmediato a quién pertenecía, quién la había hecho, como en efecto ocurrió.
–En Guayabal tienen una de estas bicicletas gigantes, que era mía. Me la robaron. Yo la hice otra vez, porque tengo fe en que hacer el bien nos hace bien. Fue un doctor que me atendió por una parálisis facial el que me dijo en el hospital, “Moreno, te voy a dar un dato para que busques tu bicicleta. Mira, vas a tu Consejo Comunal, solicitas para que te den una constancia para que te recomienden que tú eres el que hace estas bicicletas, con las firmas vas a la Prefectura, y ahí te dan a un personaje para que vaya a buscar la bicicleta tuya que tú hiciste”. Le di las gracias, pero por otro lado estaba como negativo.
El Moreno saca una a una sus bicicletas para poder fotografiarlas. Las coloca en hilera, como para una exposición. Cada una tiene su nombre o su leyenda: “La Mini, La Loca, La Doble, El hombre de las mil bicicletas, Moreno Bici, Taller Bicimoreno, Made in Moreno, Apure sobre Ruedas”. Paralelamente explica con detalle las modificaciones hechas a cada una. Luego se sienta y empieza a seguetear un cuadro, para mostrar cómo se hace la bicicleta Loca.
Tiene siete hijos e hijas, cinco biológicos y dos de crianza. “Esos criados los meto en la lista de biológicos, porque están reconocidos por mi apellido. Entonces son siete”.
–¿A todos y todas les has hecho su bicicleta?
–Sí, pero con aquel esfuerzo. La gente me dice, bueno, pero el gobierno debería darte a ti, ¿qué me van a dar?, lo que yo hago es porque quiero y me gusta. Me gustan las bicicletas.
Dicho esto se levanta, entra en la casa, hurga en un armario, regresa con unos recortes de periódico donde se reseña su arte como creador de prototipos de bicicleta, su dedicación al deporte, su devoción al Nazareno de Achaguas. Sentado de nuevo, mientras trabaja en una nueva bicicleta Loca rememora su amistad con Franklin Jesús Delgado (leyenda del ciclismo apureño quien fue su compadre, hoy ausente). También recuerda el afortunado encuentro con un tocayo suyo, un hermano mexicano llamado José Guillermo, quien andaba por ahí recorriendo el continente en su bicicleta y cuando pasó por el estado Apure se hizo su amigo, además de admirador de sus prototipos.
–¿Por qué se llama la Loca este prototipo?
–La Loca es el nombre artístico de este tipo de bicicletas que se mueven, como si tuvieran doble volante. Le puse La Loca porque es como una loca en la calle: desordenada. Entonces llama la atención a grandes y chicos.
–¿Le pones dos tubos de dirección al cuadro, uno adelante y uno atrás?
–Exacto. Yo pico este cuadro por aquí (por el tubo de dirección o telescopio). Se usan dos horquillas y dos cuadros. Sería como un cuadro doble, es fácil entenderlo. Es un cuadro hecho de dos cuadros, con dos huevos de taza de la horquilla, uno a cada lado. Volante atrás y volante adelante.
–¿Qué pasa si el día de mañana sale otra persona imitando tus modelos?
–Le digo que salga, es mejor, de repente va a haber otro diseño. Yo no voy a competir con nadie porque no me gusta la competencia, así no me gusta, la competencia es conmigo, y cuando esa persona lo haga, seguro ya me he inventado otra bicicleta.
–¿Nunca has hecho un monociclo?
– No, tengo la idea, pero me da miedo, por la edad, y acuérdate que eso es para adelante y para atrás, si te mueves mal y te caes te puedes matar.
–¿Qué te gustaría que pasara con tu legado?
–No, lo normal. Soy el único con más de veinte viajes a Achaguas en bicicleta. Tenemos que hacer bien, y continuar haciendo bien.
1 comentario
yo lo conozco desde pequeña y ese siempre ha sido su trabajo.