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Éder Peña | Como la vida misma
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Vamos con una obviedad: La luz es energía.
Vamos con otra: La luz es arte.
Así como, desde tierras lejanas, nos impusieron la separación entre el sujeto y el objeto, el cuerpo y la mente, el individuo y la comunidad, la humanidad y la naturaleza, el afecto y el pensamiento, la civilización y la barbarie, también nos fue impuesto un abismo entre la ciencia y el arte. Por lo que decir las dos obviedades al inicio no formaría parte de una cadena tan lógica, dependiendo del contexto en el que se diga.
De ambas frases uno podría concluir que la energía es arte, una conclusión que parte de una lógica lineal y simple. En una ocasión anterior abordamos las maravillas que están guardadas (y hasta secretas) en las hojas, la luz es la fuente de la energía que mueve la vida, también es la fuente del asombro, como nos lo enseñó Armando Reverón.
Son fotones, ondas, partículas, quarks; también sueños, colores, distancias, amaneceres, fases lunares, relámpagos… y la vida se encarga de conjugar todo eso sin que importe ese deseo obsesivo que conserva una poquitica gente de extremar posiciones y separar la sensibilidad de la racionalidad.
Todo lo que diseñamos está enlazado a la vida, busca aprovechar su eficacia pero también su estética. Lo que está vivo es fundamental para el arte.
De allí que el biólogo Julio Mingyar Blones Borges, investigador de la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez (UNESR), utiliza hojas frescas de plantas tropicales como soportes fotográficos orgánicos. Esta técnica fotográfica experimental, que fue llamada “Clorotipia” o “Chlorophyll Prints” por el artista vietnamita Binh Danh, se sustenta en el cambio de coloración de las hojas por la luz solar directa (fotosensibilidad foliar de las plantas) y es causada por la degradación fotoquímica de la clorofila que está en sus hojas.
Si se coloca un objeto o plantilla sobre la hoja que previamente fue expuesta a la acción de la luz solar directa, estas quedarán impresas. Las especies que contengan mayor concentración de magnesio, elemento que estructura la clorofila, generaran imágenes de mayor calidad en sus hojas.
En la senda del maestro Rodríguez, el grupo conformado por Blones, Aliffer Mora y Mariana Giráldez ha publicado un artículo que describe cómo buscaron determinar el potencial de fotosensibilidad foliar en especies vegetales ornamentales de fácil acceso para su uso en la clorotipia. Se trata de dos pertenecientes a la familia Araceae, Syngonium podophyllum (trepadora con habito de crecimiento en sombra) y Syngonium neglectum Schott (llamada “lengua de vaca” de crecimiento en sombra y sol); y de otra de la familia Rubiaceae, Ixora coccinea (llamada “geranio de la jungla” de crecimiento en sol). Además determinaron cómo la cantidad y calidad de luz intervinieron en la fotosensibilidad foliar y evaluaron la calidad de las imágenes reveladas.

La investigación revela que, por sus condiciones biológicas y ecológicas intrínsecas, ambas aráceas son consideradas promisorias para la obtención de imágenes por clorotipia, debido a la calidad buena o regular de las imágenes generadas en sus hojas. Esto no ocurrió con I. coccinea.
Si se insistiera en separar a la ciencia del arte, aun así seguirían siendo espacios simbióticos del hacer y pensar. Así se lo han propuesto en el Laboratorio de Etnoecología del Centro de Estudios para el Desarrollo Agroecológico Tropical (CEDAT), unidad adscrita al Instituto de Estudios Científicos y Tecnológicos (IDECYT) de la UNESR, bajo “una visión holística en el manejo sustentable de la biota y los agroecosistemas venezolanos; tomando en cuenta aspectos socioculturales, espirituales, económicos, ecológicos y científico tecnológicos, bajo la praxis de una visión integradora mediada por una educación ambiental con miras hacia la sustentabilidad de la nación”.
No siempre “lo nuevo” está estrictamente vinculado a lo creativo o a lo vital. Nuevas son muchas bombas y misiles, nuevas son las miles de fotos que vemos rodar por las redes sociales y medios audiovisuales. El reto que se ha propuesto Blones es “fortalecer la memoria y cultura visual a través de la apropiación, resignificación y resemantización de imágenes icónicas de elementos naturales y álbumes familiares”. Con esto espera proponer al fitoarte en contraposición al consumismo desaforado, adictivo e incontrolable de imágenes que otros producen, también en proporciones que sobrepasan las capacidades de procesamiento y almacenamiento.

Al construir sus propias imágenes, mediante técnicas fotográficas orgánicas alternativas y experimentales, los grupos sociales de distintos tipos elaborarían sus propios documentos físicos contentivos de relatos e historias. Es la memoria la que requiere progresar y desarrollarse, porque de ella depende que al menos sepamos, como generación, si las piedras que tropezamos hoy son las mismas de antier o de hace siglos.
Blones y su equipo buscan reforestar, con elementos etnobotánicos, ese desierto visual en que se ha convertido el “infoverso”, un espacio lleno de imágenes repetidas y vacías de sentido, todos posando igual para producir las mismas reacciones, likes e interacciones.
La luz sigue siendo energía, memoria, asombro y, por supuesto, arte. Queda la permanente invitación a encontrarnos con lo nuevo que está dentro, en las búsquedas que nos planteamos en el lento abrasar del tiempo. Dice Eduardo Galeano en su poema “La utopía”:
Serán reforestados los desiertos del mundo
y los desiertos del alma
Los desesperados serán esperados
y los perdidos serán encontrados
porque ellos se desesperaron de tanto esperar
y ellos se perdieron por tanto buscar.
Son estos los días en los que hacer lo mismo solo producirá más de lo mismo, por lo que el reto de inventar o errar, planteado por el maestro Rodríguez, está tan vigente como la vida misma.
4 comentarios
Saludos estimado Eder, que bien que escribes sobre este artículo de Julio,
saludos desde la UNESR y del IDECYT, y la UUUCV por siempre.
Juvenal Gutiérrez
Abrazos, querido Juve, muchos recuerdos!!!
Interesante información sobre esta técnica tan especial, presentada con una excelsa redacción.
Una grata sorpresa encontrar este artículo, mi reconocimiento al Negro Éder, admiración a mi padrino Mingyar por su constancia y talento
Gracias miles, Marcos!