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Daniel, las hadas y el fique

por maroas reyes
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Crónica que contiene mucho más que la evocación de un paisaje del piedemonte barinés: en medio del discurso se cuela (o se colea) el dato tecnológico de la fabricación de un mecate mediante una técnica milenaria

Teresa Suárez / Fotos Felicia Liendo

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Las Margaritas, ese es un hermoso caserío de montaña en las cercanías de Calderas, allá arriba, donde comienza el monte, donde los riachuelos de verdad son cristalinos y frescos, donde el silencio se hace cómplice de la neblina para arropar las tardes, donde las flores son azules, anaranjadas, y entre los musgos retozan días de invierno.

En Las Margaritas viven las hadas, sí, eso nos dijo mi mamá un día para calmar nuestro deseo de irnos de vacaciones y sin poder hacerlo, entonces nos dijo: ¡Les prometo que el jueves iremos a acampar al sitio donde viven las hadas! Y fue divino esperar ese día y prepararlo todo para ir con nuestra carpa a la montaña y seguro ir donde estarían las hadas. Subir muy lentamente, ir viendo desde lo lejos como el pueblo se iba volviendo más pequeñito cada vez, fuimos sintiendo como la brisa fresca calmaba nuestro cansancio y entre la conversa y la sorpresa de ir descubriendo los encantos del lugar, por fin llegamos.

La experiencia de acampar es inolvidable, entre el frío, la fogata, lo tibio de las cobijas, el juego, los ruidos desconocidos, la comida, la quebrada y el despertarse solo con el canto de los pájaros y el agua fría en nuestros rostros.

Y ahora el paseo a la casa de las hadas, qué ansiedad, que rápido el desayuno para partir. Y por fin, allí estábamos, entramos con la tensión y la ternura de poder estar en un lugar mágico y de encanto especial. El musgo lo pintaba todo, los troncos, las ramas, las piedras, todo de un verde fresco, suave y húmedo, solo escuchamos la música tierna del agua de un riachuelo transparente, algunos pájaros y creo que un grillo. El olor a bosque no permitía pensar en más nada. Al pasar debajo de un tronco gigantesco de un árbol caído casi sentí que entraba a una dimensión diferente, y que las hadas permitían nuestra presencia, nos quitamos nuestros zapatos y pudimos caminar descalzos entre el agua y las piedras, y dejamos un trocito de nuestra panela para compartir con los seres que allí estuviesen, y en silencio absoluto pudimos ver cada detalle bendito, sentir la música celestial de un espacio que no podré olvidar.

Daniel vive en Las Margaritas, y es un ser tan especial como ese lugar, es muy joven, pero con la magia de cada amanecer junto a la montaña. Con la tranquilidad particular de un ser que vive con los árboles, con el silencio y con los encantos. Pero también con la fortaleza que implica esta vivencia. El ingenio no ha podido arropar la brisa fresca de su sonrisa y el rostro frágil de un joven de apenas catorce años.

Cada día se abraza al trabajo de campo, y con su poca edad ya construyó su cuarto para dormir, tiene su siembra y pronto le comprarán su burro, pero antes debe elaborar su mecate para atarlo y en eso anda, tejiendo hilos de la planta de fique sacados con su “talla” y luego de estar asoleados y bien secos, los teje o más bien los enrosca con su “taraba” hasta ir haciendo su largo cordel, tan largo como sus sueños, sus ganas, su ingenuidad.

Daniel vive en medio de un lugar mágico, de brisa y rocío, y así ha venido sacudiendo su niñez de hermano mayor, en una familia donde la riqueza de la humildad lo puede todo, donde es cotidiano el barro, el pasto y la leña, donde pocas veces podemos sentirnos extraños, pues Daniel aparece y con su sonrisa da los buenos días y disipa cualquier distancia.

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5 comentarios

Nieves Hernández garcia 28 enero 2024 - 15:51

Es la magia de la imaginación ,qué lo hacé pensar en las maravillas dé nuestros pensamientos, y fabricar los sueños más fantástico vividos no por la gente qué, su pasó por la vida sólo es un gran trajinar por lograr anhelos diferente, a las personas qué las cosas más simples son su mayor tesoro ,y qué los convierten en su realidad más atesorada, dónde algún día no muy lejano ,le esté contando a sus hijos y nietos La inventada , qué lo hizo tan feliz .

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Iris Pinto 28 enero 2024 - 11:44

Provoca salir corriendo para Las Margaritas, realmente lo viví leyéndote, Teresa. Felicitaciones a tí, a Felicia y. Daniel. Dios los bendiga!

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Nieves Hernández garcia 28 enero 2024 - 15:50

Es la magia de la imaginación ,qué lo hacé pensar en las maravillas dé nuestros pensamientos, y fabricar los sueños más fantástico vividos no por la gente qué, su pasó por la vida sólo es un gran trajinar por lograr anhelos diferente, a las personas qué las cosas más simples son su mayor tesoro ,y qué los convierten en su realidad más atesorada, dónde algún día no muy lejano ,le esté contando a sus hijos y nietos La inventada , qué lo hizo tan feliz .

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Nieves Hernández garcia 28 enero 2024 - 17:59

Te felicitó a ti amiga Teresa Suárez por tus inventivas reales y qué junto a tus seres queridos han logrado hacer de su bello hogar ,el lugar de preferencia para visitar en Caderas ,tomar una copita de Coca,oír Alexis con un recital de Bandola,ho una función de títeres, mostrar el museo de historia viva, qué Siempre salga a la luz contada por la casa dé los poetas los Suárez Liendo , qué más le puedes pedir a la vida amiga mis saludos y bendiciones para todos con mucho cariño.

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Teresa Ovalles M. 28 enero 2024 - 04:20

Qué hermosura de crónica. Felicitaciones a Teresa Suárez y a Felicia!

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