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Aves: mucho más bajo el cielo de Caracas

Existen más de 250 especies de aves identificadas en Caracas. Unos pocos grupos se dedican a avistarlas por entretenimiento o por interés científico. María Alejandra García da unos tips para adentrarse en ese formidable universo, más emocionante que cualquier videojuego

por Nathan Ramírez
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Texto y fotos Nathan Ramírez

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La observación de aves es una inquietud que ha acompañado al ser humano durante toda su historia. Las razones pueden ser muy obvias y elementales, pues observar a las aves te indica la migración que anuncia un cambio de estación climática con la posible promesa de abundancia o escasez de alimentos. Observarlas también ayudaba al hombre y la mujer primitiva seguramente a orientarse en los puntos cardinales y también a aprovechar el robar los huevos de sus nidos para comerlos, e incluso cazarlas de manera más efectiva según su comportamiento.

La población nuestroamericana observaba las aves con profundo respeto y admiración, y las cazaban o criaban para usar sus vistosas plumas en complejos tocados ceremoniales. Pero estas afirmaciones son meras elucubraciones y quiero dejar datos más certeros.

La información acerca de la observación de aves como la conocemos hoy, se puede decir que es bastante reciente; sus inicios datan de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La razón evidente fue el desarrollo de la tecnología, pues para esa época la óptica y el mejoramiento de los lentes evolucionaban a grandes pasos.

Al principio se fabricaban telescopios y binoculares que sólo estaban al alcance de unos pocos adinerados, y es por ello que la observación de aves estaba destinada a una pequeña élite y se consideraba como una práctica del ocio burgués. Justo por esas fechas se estableció en Estados Unidos la primera Sociedad Audubon para combatir el comercio de aves y proteger su conservación.

El término “observación de aves” lo empleó por primera vez por Edmund Selous en 1901. Su libro titulado  precisamente “Observación de aves” se presentó en un evento de observadores de la Sociedad Audubon.

En Venezuela ese desarrollo fue posterior, pero ya cuenta con especialistas en la materia, como la doctora María Alejandra García, investigadora del Centro de Bioquímica y Biofísica del IVIC.

La doctora María Alejandra García nació en Caracas en los ‘70 y, según sus propias palabras, “yo nací aquí, me crié aquí, estudié aquí, hice pregrado y postgrado, y aunque hice algunos cursos afuera sigo aquí, porque yo amo a Venezuela y me atornillé aquí”.

¿Cuál es su especialidad?

–Soy bióloga licenciada de la Universidad Simón Bolívar y allí también hice un doctorado, pero la tesis la hice aquí en este mismo laboratorio, en el IVIC.

Y su vínculo con las aves ¿de dónde viene? ¿Es usted además ornitóloga?

–El título de ornitóloga no lo tengo como tal, pero he estudiado aves toda mi vida y mi tesis de pregrado fue la dieta de los Lechuceros, y la de postgrado fue acerca de la chenchena.

¿En qué tipo de aves se ha especializado?

–Yo me he especializado en aves herbívoras, en la chenchena (Opisthocomus hoazin) específicamente. Es un ave muy particular porque es folívora, su sistema digestivo fermenta las hojas de forma pre gástrica, como las vacas (de hecho le llaman la vaca voladora). Me especialicé en estudiar las bacterias que degradan las hojas que ella consume. La chenchena vive en las zonas pantanosas de las cuencas de los ríos Amazonas y Orinoco, es un ave con características prehistóricas. Se compara con el Archaeopteryx (ave primitiva extinta), posee garras en las alas, lo que la hace muy primitiva. De hecho, taxonómicamente está clasificada ella solita.

Chenchena (Foto eBird)

Usted da charlas acerca de la observación de aves en Caracas, ¿cómo ha sido la experiencia?

–La ciudad de Caracas es un sitio muy diverso para la observación de aves y ni siquiera voy a incluir las montañas aledañas al valle. Solo en la ciudad hay más de 250 especies de aves, a pesar de ser una ciudad muy urbanizada. Es frecuente que la gente me diga que en su ventana o en su balcón llegan aves, como palomas, azuelos y muchos más. A la gente últimamente le gusta recibir la visita de aves en sus casas o apartamentos.

¿En qué beneficia a las aves estar tan cerca de los humanos dentro de sus viviendas? Porque ya esa relación va más allá de la simple observación, incluso les dan alimentos.

–Sí, la relación se ha tornado un poco complicada para las aves, porque les dan alimentos inapropiados. Yo peleo mucho con la gente porque terminan dándole pan, leche (que no la digieren y son alimentos ultra procesados), también semillas, etc. y terminan afectando la salud del ave. Otro ejemplo es el colibrí, la gente le pone agua con azúcar o algunos jarabes comerciales que les hacen mucho daño. Yo siempre recomiendo buscar información especializada en alimentación de aves para que mejoren esa dieta. Aunque las aves saben elegir y siempre prefieren la mejor comida. Los colibríes si ven un bucare en flor no van a ningún bebedero artificial. Yo siempre digo en mis conferencias y charlas: “si te gustan las aves siembra árboles frutales, si te gustan los colibríes siembra plantas con flores que den néctar”. No se han hecho estudios a fondo que determinen con exactitud los daños que les ocasionan los alimentos procesados, se conocen estadísticas que dejan ver que alimentos ricos en azucares les ocasionan enfermedades pero sin mucha certeza en cuanto a los riesgos de cada especie de ave. Las aves tienen dietas muy variadas entre semillas, hojas, frutas, insectos, roedores, reptiles, etc. Yo en mis charlas hago énfasis que al observar aves no debes alimentarlas, ni tocarlas, ni nada que vaya en detrimento de ellas.

¿Entonces la observación de aves no les produce ningún beneficio a las aves?

–La observación de aves beneficia al que la observa porque es una actividad recreativa, de esparcimiento y hasta deportiva, que te ayuda en lo psicológico, emocional y físico, y se puede hacer a cualquier edad, en grupos de amigos y familiares. Se activan los sentidos, el oído, la vista, la concentración, etcétera, y por supuesto que a las aves también las favorece en el sentido de la conservación, porque al preservar los espacios naturales para observar aves ellas conservan su hábitat.

¿Hay grupos organizados de observadores de aves en Caracas?

–Si, hay varios en Caracas y en toda Venezuela. Estos grupos están compuestos básicamente por científicos, estudiantes, profesionales y aficionados de la fotografía, y entusiastas amantes de las aves. Suelen tener entre sus implementos binoculares, cámaras fotográficas especializadas, libretas de anotaciones, grabadoras de sonido, libros y guías de aves y llevan registros muy serios de los avistamientos. Además llevan en sus teléfonos o laptops aplicaciones de reconocimiento y seguimiento de las aves que están observando, y eso queda registrado en bancos de datos nacionales e internacionales, que aportan valiosa información del comportamiento migratorio o de los déficits de población o de su aumento. Ya aquí se beneficia más a la investigación científica y los estudios. Por ejemplo este año se encontró una nueva especie en territorio venezolano: Aegolius harrisii, o Curucucú Barriga Amarilla, una especie de búho en el estado Mérida. Noticia fabulosa para el país y para la ornitología.

¿Qué opinión tiene del aviturismo?

–Conozco el aviturismo, se da más en el interior del país en hatos y fincas que ofrecen posadas y en esos paquetes incluyen la observación de aves. Yo prefiero verlos como unos aliados (los que hacen bien las cosas) porque ellos deben sembrar árboles y mantener el ecosistema, además esos proyectos contribuyen con la conservación del medio ambiente. Y aquí en Caracas conozco algunos grupos que ofrecen recorridos de avistamiento y fotografía de aves, pero creo que esa es una vacante en el ecoturismo en la capital. Yo estoy desde hace muchos años en el del Parque Francisco de Miranda, donde con mucha frecuencia hacemos charlas, cursos y avistamiento organizados con sus respectivos registros.

¿Cómo se podría incentivar la observación de aves en Caracas?

–Con publicaciones como esta, con charlas en instituciones educativas, en comunidades, en parques recreativos urbanos, a través de las redes, micros de televisión. Porque muy poca gente sabe de los beneficios que esto conlleva. Podemos revertir el uso estresado de la tecnología, para con calma caminar y observar con el teléfono en la mano listo para una foto de ave o grabar su canto e identificarlos en las aplicaciones correspondientes, para después compartirlo y crear comunidades que los disfruten. Vivimos en una ciudad muy acelerada y la observación de aves te hace aprender cosas nuevas y definitivamente más relajadas.

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