Teresa Ovalles M. / Fotos Yrleana Gómez
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Puede que el mal de Alzheimer sea una manera de borrar la memoria de una vida, adelantarse a la muerte del pensamiento e impedir la realización de las necesidades básicas a las que nos obliga la vida. Y quizás esa ausencia del recuerdo inmediato sea una rebelión, el hartazgo… y por eso el extravío.
La lucha por una mejor calidad de vida y por un diagnóstico precoz no deja de ser importante para el equipo multidisciplinario de profesionales en ciencia y salud que participan en el proyecto denominado “Evaluación de un kit de lactoferrina salival en adultos mayores de 55 años como biomarcador para la enfermedad de Alzheimer”.

Entre las expertas involucradas en la investigación se encuentran la coordinadora del proyecto, Katiuska Pineda (Mincyt-IVIC); la neuróloga y jefa del Servicio de Neurología del hospital Domingo Luciani, María Camacaro; la licenciada en bioanálisis del IVIC, Yoana Baricelli; la farmacéutica Lesbia Muro, también del Ministerio de Ciencia y Tecnología (Mincyt); y la doctora Luisa Castillo, del hospital Domingo Luciani, conjuntamente con residentes del Posgrado en Neurología y Neurocirugía del nosocomio de El Llanito.
Cómo explorar un cerebro cansado
Un cerebro adulto pesa casi un kilo y medio, con sus 100.000 millones de neuronas y una cantidad más elevada de sinapsis, que permiten la conexión neuronal.
Diferentes investigadores descubrieron el biomarcador denominado lactoferrina. En este proyecto se está adoptando este procedimiento relacionado con la proteína que se acumula en el cerebro, causante de la enfermedad de alzheimer.
La lactoferrina está en la saliva, entre las neuronas está la proteína Beta Amiloide que con el tiempo se va haciendo densa y es lo que impide que se haga sinapsis; en consecuencia, mueren las neuronas y es entonces cuando se presenta el deterioro cognitivo.

Joana Baricelli y Katiuska Pineda son las encargadas de la determinación de la lactoferrina en la saliva, el biomarcador que se va a utilizar para conocer el riesgo que tiene el paciente de padecer Alzheimer. “Es una prueba automatizada que estamos llevando en el IVIC”, indica.
El cariño, la consideración y el respeto prevalecieron entre el equipo de especialistas que el sábado 8 de febrero de 2025 atendieron a los adultos mayores, mujeres y hombres, cada uno con distinto grado de afectación por la enfermedad.
Esta prueba tiene varias ventajas, entre las que se encuentra su carácter de examen diagnóstico no invasivo y de bajo costo, cosa que hasta ahora no se había practicado en Venezuela. En Venezuela existen otros estudios diagnósticos, pero son muy invasivos. Por ejemplo, el del líquido cefalorraquídeo, que requiere de una punción lumbar. El novedoso examen complementa y apoya el diagnóstico de la enfermedad.


“Tenemos las resonancias magnéticas, que parecieran no ser invasivas. Pero a los pacientes, cuando tienen deterioro cognitivo y los ingresan en esa cámara, el ruido los molesta y la prueba tiende a ser invasiva”, indica la bióloga Katiuska Pineda. “Son, además, pruebas de muy alto costo”.
El experimento va a confirmar el diagnóstico junto con otros test, como el de Evaluación Cognitiva de Montreal, MoCA, que determina el daño cognitivo mediante un sondeo escrito que hacen los neurólogos cuando entrevistan al paciente.

“Si es un paciente sospechoso de Alzheimer, se le toma una muestra de saliva y se cuantifica ese biomarcador, es decir, se mide. Si la lactoferrina está por debajo de 5 microgramos por mililitro, la prueba es positiva y ese resultado se le da al especialista junto con la clínica, y así se confirma el diagnóstico”.
La proteína que se acumula en el cerebro y que causa la enfermedad se empieza a concentrar hasta 10 o 15 años antes de que se presenten los síntomas. El biomarcador en cuestión está relacionado con la proteína que se acumula en el cerebro.
El paciente deposita la saliva en un tubo, parte de un kit que en breve va a estar disponible para la población venezolana en los diferentes centros de salud pública. Es complementario. Si se presenta un paciente con algún deterioro cognitivo, lo evalúa el neurólogo o el psiquiatra y lo remite para que se le practique esta prueba.

Las responsables del mal son las proteínas beta-amiloide y la tau. La primera se acumula fuera de las neuronas y la proteína tau dentro de las neuronas. “El metabolismo alterado de tau está relacionado con diferentes enfermedades neurodegenerativas conocidas colectivamente como tauopatías, siendo la enfermedad de Alzheimer la más importante”. Cuando la beta-amiloide se acumula en el espacio extracelular, es decir, en la parte externa de las neuronas, llega un momento en que se impide la sinapsis, porque ya ella abarcó todos esos espacios. Y como no se produce la sinapsis, las neuronas tienden a morir. Así, a medida que va progresando la enfermedad, más neuronas mueren. Por eso es una enfermedad progresiva, que empieza 10 a 15 años antes de que se haga evidente.


Imaginar qué pudieran estar sintiendo emocionalmente estas personas que ayer fueron jóvenes y sanas, es una cuesta triste por la que subimos en aquel salón escalonado en el que se instalaron los afectados junto con sus familiares. Algunos llegaron solos, sin familia o acompañantes.
Es como la memoria del teléfono, llega un momento en el que ya no cabe más información. Por eso es que la primera memoria que se pierde es la reciente. Ya no cabe más nada en ese archivo
Cuidados para el cuidador
“El cuidador”, indica la doctora Katiuska Pineda, “es una pieza tan importante como el paciente. El familiar que cuida al afectado debe recibir orientación de psicólogos y psiquiatras que le proporcionen las herramientas adecuadas para el manejo de la situación. Debe dormir bien, hacer ejercicios, ir al cine, a la playa, mientras los otros familiares están obligados a involucrarse para aminorar el peso de quien permanece la mayor parte de su tiempo atendiendo al afectado”.

“Podemos ver personas mayores que tienen una memoria buenísima, se acuerdan de todo desde el inicio hasta el final. Pero la gente considera que la pérdida de memoria es un síntoma de vejez. Eso nos lo tenemos que sacar de la cabeza. Ese chip hay que quitarlo”, afirma Pineda. “Porque cuando tenemos a un familiar mayor, que sabemos que ha tenido muy buena memoria, que es una persona estudiada, educada, que ha trabajado toda su vida, y empezamos a ver esas fallas, eso es una alerta”, añade.
–¿Y qué recomendaciones le das tú a las personas para detectar el alzheimer?
–Bueno, si tú consideras que tienes pérdida de memoria constante o frecuente. No consigues las palabras para formar una oración. Te desorientas. Estás en un sitio y de repente no sabes cómo volver a tu casa. Repites mucho las cosas… Esos son síntomas clave. Es como la memoria del teléfono, llega un momento en el que ya no cabe más información. Por eso es que la primera memoria que se pierde es la reciente. Ya no cabe más nada en ese archivo. Toda tu memoria está con la información pasada. Entonces, la memoria reciente es la que primero se ve afectada. Y viene el tema de las palabras que se pierden. Y viene el tema de la desorientación en el espacio.


–¿En qué piensa una persona con Alzheimer?
–Las personas se dan cuenta de que tienen esos problemas de memoria. Pero tratan de disfrazarlos, los esconden. O no le dicen nada a su familia. ‘Ah, bueno, sí, yo me perdí, pero me acordé cómo volver, fue algo que me pasó en ese momento’. Entonces hay cosas que ellos tratan de disfrazar. De repente no se acuerdan del nombre de alguien. Pero no lo asumen. No dejan que su familiar se dé cuenta. Y eso, a veces, lo que hace es retrasar el diagnóstico. Y al final lo dicen, cuando ya es tarde.
Es tarde “porque ya el deterioro ha sido progresivo y ha avanzado. Estamos hablando de la pérdida de neuronas. Se trabaja, al final, en función de una mejor calidad de vida. La idea es que, a futuro, esta investigación pueda ser transmitida, trasladada o transferida al Ministerio de Salud. Darle toda la información del estudio y que se puedan crear programas de salud apropiados para contrarrestar los efectos perniciosos de la enfermedad».


Por otra parte, indica la especialista que hay que educar al cuidador. “Darle herramientas para que ellos sepan a lo que se van a enfrentar en el futuro. Tienen que planificarse además económicamente, porque la pérdida económica de una familia con un paciente con alzheimer es importante. Las personas que cuidan y se dedican a cuidar a los pacientes tienen que dejar su trabajo”.
Explica Pineda que el componente genético puede sumar e influir en que la persona tenga un riesgo mayor de padecer la enfermedad.
“Si tienes un porcentaje de riesgo porque tu padre padeció la enfermedad, y además eres diabético, hipertenso, te gusta consumir una alta cantidad de alcohol, fumas mucho, todo eso es una suma de riesgos que pueden causar la enfermedad. Es multifactorial. La gente piensa: ‘Mi mamá tiene Alzheimer, probablemente yo lo voy a tener’. No necesariamente. Se sabe que el componente genético implica un 5 % de riesgo. Es bien bajito con respecto a los otros riesgos. La hipertensión y la diabetes tienen un porcentaje mayor, por ejemplo.

La doctora María Camacaro advierte, por su parte, que hay que evitarles a los pacientes la soledad y el olvido, vaya paradoja. Así como la depresión, porque son situaciones que detonan la enfermedad. Pero no solo se trata de la amnesia, sino también de una suerte de demencia que afecta a las personas con alzheimer.
La segunda jornada de este proyecto sobre el estudio del alzheimer concluyó con una sesión de risoterapia que facilitó Luis Regueti, técnico superior en Recreación, con amplia experiencia en el hospital oncológico Luis Razzetti. Regueti usa la risa con un fin preventivo y curativo.
Las historias en los hospitales suelen ser dolorosas, pero cuando hay amor y atención, la experiencia puede llegar a convertirse en una sesión de risoterapia. No hay más opciones.

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El alzheimer es una enfermedad de salud pública mundial. Actualmente, no se dispone de estadísticas de cuántos pacientes con alzheimer hay en Venezuela, pero sí sabemos que por lo menos entre el 7 y el 8 % de las personas mayores de 65 años lo padecen en nuestro país. A escala mundial se sabe que hay más de 55 millones de personas que lo sufren y el número de diagnosticados es del orden de 10 millones. Eso equivale a que cada tres segundos una persona es diagnosticada con este mal. La incidencia es muy alta.
Una vez hecho el diagnóstico se deben tomar las siguientes medidas para retrasar la aparición de síntomas graves:
• Cambiar la alimentación,
• Cambiar el estilo de vida.
• Evitar la depresión
• Evitar el alcohol.
• Evitar el tabaquismo.
• Control de la presión arterial.
• Si se es diabético, evitar los picos de azúcar.
• Si se es obeso, hacer una dieta para adelgazar.




6 comentarios
Tere un saludo por aquí. Me gustó mucho la información, muy buena, muy interesante y muy útil
saludos..excelente artículo.. pienso que un factor que pueda incidir a desarrollar ese terrible mal es la contaminación ambiental aunado a la mala alimentación y estrés exponencial al que estamos expuestos, éxitos en esa investigación..🙌🏻
Bueno, por algo comenzamos Zuleyma. Quieran nuestras diosas ancestrales que se puedan desarrollar esos programas de formación para atender a pacientes con esta terrible y despiadada enfermedad. Es muy duro. A cualquiera nos puede pasar.
Teresa que trabajo tan bueno, cada párrafo es más interesante, la explicación es detallada, consistente, precisa, la exposición científica se multiplica, de paso el tema sobre el alzheimer involucra a todos porque en una enfermedad que puede sorprender a quien menos uno piensa. Un amigo periodista, dedicado al comercio o el emprendimiento en Barquisimeto, cuando cerraba uno de sus negocios la santamaría o la puerta plegable le pegó en la cabeza, perdió la memoria o quedó desmemorizado, lo que es extraño o, en su caso, es que el alzheimer ya había comenzado a afectar su cerebro, que se intensificó con el fuerte golpe de la puerta de hierro. Teresa, felicitaciones!!!
Gracias a ti Seijitas. Agradezco que lo sigamos replicando para conciencia de todos y todas. Es justo y necesario. Abrazos y mucho cariño colega.
Que buen artículo y aportes de investigación sobre el Alzheimer, realidad cada vez más común, ojalá se puedan crear programas de formación para la atención de cuidadores de familiares con Alzheimer, también es necesario que se divulgue, como lo está haciendo la Inventadera, los avances de esta gran investigación que lleva adelante el IVIC.
Muchas gracias Tere