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Huellas ancestrales entre las montañas y el mar

En Tarmas, estado La Guaira, existen las marcas que demuestran la existencia de culturas con miles de años de arraigo y desarrollo desde mucho antes de la conquista. Ayer expresadas en piedras, la artesanía de hoy muestra esta memoria como resistencia ante el olvido

por Alejandro Silva Guevara
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Alejandro Silva Guevara / Fotos: Yrleana Gómez

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La producción de artículos para la cocina, placas, jarrones con diferentes usos y de variados tamaños, y otras creaciones más de confección artesanal, adquieren belleza y particularidad a través del trabajo de Ada Bello. Oriunda del pueblo de Tarmas, no desaprovechó la oportunidad de conjugar parte de la historia antigua contada por las rocas talladas por nuestros indígenas y que abundan en este estado costero, con los más de treinta años que ha dedicado a la artesanía como forma de vida.

Si bien es en el Limón (población que también pertenece al estado La Guaira) donde abundan muchos más grabados o petroglifos, en Tarmas se pueden encontrar algunas rocas en las que se aprecian figuras de arte rupestre. Estas cuentan muchos siglos del paso de nuestros padres y madres indígenas en la zona.

Ada Bello es un artesana que abarca varios estilos dentro de este tipo de creación artística. Comenzó con sus labores artesanales trabajando con resina y cobre en el año 1992. Alexis José Rojas y Luis (Laffer) Thanyi, ambos antropólogos y artistas, logran la primera edición del libro Arte rupestre del municipio Vargas, que contiene una completa muestra fotográfica sobre los sitios y la gran variedad de grabados que se extienden por estos lados de Venezuela. Este trabajo fue inspirador para hacer que Ada, quien apenas daba sus primeros pasos exploratorios en el arte de la cerámica, tomara en cuenta la necesidad de mostrar parte de estos tesoros escondidos e ignorados por muchos y muchas venezolanas.

Movimientos de artesanos y artesanas

Este pueblo guaireño tiene tradición de pueblo artístico y son muchos y muchas las artesanas que hacen vida allí, de manera que para Ada no fue problema iniciarse en la producción de artículos de arcilla. En principio fue autodidacta, porque solo contó con la guía de una de las ancianas del pueblo, llamada Carmen Ugueto, quien le daba consejos sobre cómo trabajar con el barro. Descubrió que en la zona, cerca de su casa, había vetas de este material y se inició en la tarea confeccionando piezas ingenuas, estructuras muy sencillas de barro. Luego comenzó a buscar otras fuentes de materia prima y en la playa las encontró; en el año de 1998 se localizaron varias vetas en las costas.

No tardó en descubrir que en el propio patio de su casa también había barro arcillado. Después de la pruebas pertinentes, y ya con mucha más experiencia, basándose en el trabajo fotográfico del libro, hizo moldes a escala de varios tamaños (según sea el de las piezas) utilizando yeso con el que calcaba las figuras y las aplicaba sobre el barro como una especie de troquel. En ocasiones realiza este trabajo a “mano alzada” (técnicamente se llama acabado a mano alzada de bajo relieve) demostrando su habilidad artística. Esto le dio una nueva perspectiva al trabajo de alfarería en el municipio Carayaca: “Es el sello de nosotros en Tarmas, lo que nos identifica, esa historia que está oculta; es una forma de compartirlo con la gente”.

A finales de los años 90, se creó la Asociación de Artesanos de Vargas, y se iniciaron los talleres debido a que la materia se encontraba cerca y era abundante, lo que no implicaba que no la trajeran de otros estados buscando variedad en los colores, como solía ocurrir. A esa altura Ada ya no era aprendiz, sino que fungió como una de las facilitadoras del movimiento. Había adquirido el conocimiento para extraer el óxido de las piedras ricas en hierro, con el cual se pueden procesar algunos colores, en su mayoría distintas tonalidades de ocre, los cuales se aplican a las piezas buscando que armonicen.

Hornear es otra parte bastante delicada del proceso. Hay hornos a leña, eléctricos y piezas que son cocidas al aire libre con una técnica llamada “quema primitiva”, que aparentemente era la usada por los antiguos indígenas. “Cuando metes piezas en el horno, uno sabe qué va a pasar: es el horno quien decide”, afirma Ada exponiendo la importancia de cada uno de los procesos del trabajo artesanal con arcilla.

Entre las piezas elaboradas por Ada Bello y que llevan “impresas” imágenes de petroglifos, tenemos juegos de memoria, flautas, ollas, platos, budares, pitos, arroceras, mecheros y otras muchas que la hacen una de las trabajadoras de barro con mayor versatilidad. Con el movimiento de artesanos y artesanas, se lograron muchas cosas durante los primeros años del Mandato de Hugo Chávez. Tarmas se convirtió durante varias ediciones, en el centro de un movimiento bastante fuerte de trabajadores no solo de arcilla, sino de las diferentes manifestaciones del trabajo artístico artesanal. Fue el centro de encuentro de movimientos internacionales en los que estuvieron presentes artesanas y artesanos de varios países en un profundo intercambio de saberes y donde pudieron ser testigos de la hospitalidad del pueblo guaireño, ya que a falta de una estructura de hospedaje en el pueblo, los invitados eran alojados en las casas de sus colegas.

Sin embargo, debido a los constantes ataques urdidos por el imperio y sus secuaces a nuestra economía, los problemas han frenado un poco el impulso que otrora colocó a Tarmas en el escenario creativo internacional. Sin embargo la lucha sigue en pie y se planean nuevos encuentros, exposiciones y actividades que mantengan viva la esencia de estos creadores y creadoras tarmeñas, incluso con el apoyo de misiones como Vuelvan Caras, creada para acompañar a quienes después del bloqueo, la crisis generada por la pandemia y la guerra económica, decidieron quedarse y enfrentar las adversidades que hoy parecen haber quedado en el pasado. Esta misión impulsó la creación de una cooperativa de artesanos y artesanas con el fin de que pudieran generar recursos para palear los duros momentos de la escasez inducida.

Las manos creadoras de Ada Bello

Ada Bello Nació en la parroquia Carayaca. De madre artesana en el arte de hacer muñecas y de padre pescador, desde muy joven se dedicó a múltiples trabajos artesanales: muñecas, orfebrería (principalmente con cobre, metal que posee ciertas características benéficas para el el humano), confección de abanicos y cestería (con las palmas de las plantas de Iraca, y el vástago de la fibra del cambur, y con la palma de otra mata llamada pandanos, proveniente de la parte tropical de Asia u Oceanía, en este caso de Hawai), y también hace moldes de rostros a mano alzada. Ya con treinta años de trabajar con arcilla, hablamos de una maestra en el arte ─de gran humildad─ que imparte sus conocimientos en varias locaciones de su parroquia.

El éxito alcanzado por siete encuentros nacionales de artesanía, que duraban los tres días de los Tambores de San Juan de Carayaca, es una tarea pendiente a retomar como parte del futuro de los artistas de Tarmas, así como la reactivación de un proyecto turístico artesanal que debe ser retomado. El encuentro internacional es otra manera efectiva de fortalecer la economía, mientras se da fe de la recuperación de un país que está lejos de rendirse.

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