Equipo de Investigación La Inventadera
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El período de sequía más severo en la mayoría del territorio Venezuela, dentro del período conocido como “norte verano”, suele transcurrir entre los meses de diciembre y abril. En 2025 esa sequía fue particularmente recia; según informe del INAMEH, febrero de este año fue el tercer febrero más cálido registrado en el país desde que se lleva ese tipo de estadísticas:
0,18 °C más frío que el febrero más cálido registrado, febrero de 2024, y solo marginalmente más cálido, en 0,03 °c, que el cuarto más cálido, de 2020.
Un mes más tarde ya los pronósticos y previsiones de ese mismo organismo alertaban sobre la eventual ocurrencia de lluvias inusualmente profusas y prolongadas en amplias regiones del territorio nacional. Incluso existen informes que daban la voz de alerta desde enero de 2025:
La incertidumbre sobre la presencia de La Niña en 2024/2025 continúa generando debate en la comunidad científica. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) declaró el inicio del fenómeno en enero de este año (2025).
Esta información y este comentario vienen contenidos en el informe de INAMEH citado arriba.
Una especie de anuncio se esbozó en el informe 2023 del Departamento de Ingeniería Hidrometeorológica de la UCV, que establece que ese año fue “lluvioso extremo”, según sus parámetros técnicos.

Cuando empezó a producirse el fenómeno de las torrenciales y persistentes lluvias en junio, el presidente del instituto, Reidy Zambrano, declaró a El Universal que según “un equipo de científicos e investigadores de alto nivel que monitorean tanto el tiempo como el clima (…) la actividad ciclónica que influirá sobre la geografía venezolana inició el primero de junio y culminará el 30 de noviembre de 2025”. Este último dato resulta más que alarmante, ya que una buena parte del país tiene la impresión de que lo más grave culminó a mediados de julio, mientras en Portuguesa, Bolívar, Amazonas y Apure todavía en la primera semana de agosto lidiaban con el desbordamiento de los grandes ríos (detalles, más abajo).
Todo este cuadro de alertas y previsiones se cumplió a partir de junio con implacable precisión, cosa especialmente preocupante en un país lleno de ríos, lagos y embalses, y varios de cuyos más ingratos recuerdos de los últimos tiempos siglo por catástrofes naturales están asociados a las lluvias: tragedias por vaguadas y deslaves de Vargas (1938, 1952 y especialmente la de 1999, catalogada como la mayor catástrofe natural colectiva en la historia de Venezuela), deslaves de 2005 y 2010 en Distrito Capital, que dejó miles de familias damnificadas y dio origen al plan Gran Misión Vivienda Venezuela en 2011; deslave e inundaciones en Las Tejerías (octubre 2022); crecidas del río El Limón, Aragua, particularmente las de 1987 y 2020; inundaciones más recientes como las de Cumanacoa (julio 2024, con más de 30 mil damnificados), Socopó y todo el eje de los municipios Zamora y Antonio José de Sucre de Barinas (2023), entre otros eventos catastróficos que dejaron destrucción de infraestructura y dramática modificación de la geografía, cursos de agua y condiciones para la movilización terrestre de personas y bienes.

Un informe de Trading Economics aporta un singular dato o estadística en 2024:
Las precipitaciones en Venezuela aumentaron a 1881.10 mm en 2024 desde 1797.25 mm en 2023. Las precipitaciones en Venezuela promediaron 1965.37 mm desde 1901 hasta 2024, alcanzando un máximo histórico de 2360.36 mm en 2010 y un mínimo récord de 1633.04 mm en 2009.
El contexto de este informe es la devastación dejada por el paso relativamente cercano del huracán Beryl en julio de 2024. Aquí, un informe para ser leído con las debidas señalizaciones y alertas, por el sesgo informativo y la intención política detrás de una noticia que amerita un abordaje más respetuoso y menos amarillista. El medio se regodea en el concepto “desplazado climático” solo para culpar de cualquier cosa al gobierno venezolano.
Junio 2025: la catástofe
Arribamos a junio de 2025 y comienzan a producirse las primeras noticias del desborde de ríos de pequeño, mediano y gran caudal. En lenguaje técnico, ocurrió “un evento hidrometeorológico extremo asociado al paso de la Onda Tropical N°9 y la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT), que generó precipitaciones acumuladas superiores a 150 mm en 8 horas”
En principio las más resonantes provienen de Mérida, Trujillo, Barinas y Portuguesa; el río Chama, patriarca de los valles del páramo merideño, arrasó con viviendas, carreteras y sembradíos en Apartaderos y a lo largo de su cauce; la afectación fue evidente en los municipios Pueblo Llano, Cardenal Quintero, Rangel, Miranda, Cardenal Quintero, Santos Marquina, Libertador y Campo Elías.

En la otra vertiente de la montaña, la que baja hacia el piedemonte andino barinés, el río Santo Domingo produjo también destrucción de puentes y tramos de carreteras, incluidos varios de la emblemática ruta que baja de Apartaderos hacia Santo Domingo y más abajo hacia la capital de Barinas. Antes de llegar a esta ciudad se le unieron también en descontrolada crecida las quebradas que pasan por Calderas y Altamira de Cáceres, que destruyeron con mayor brío que en otras ocasiones esa precaria carretera rural, por loo general llena de derrumbes y accidentes.
Hacia el suroeste las aguas crecidas del Socopó, La Acequia, Quiú y otros cauces violentos se ensañaron contra todo el eje que va de Pedraza hasta Santa Bárbara de Barinas, dejando triste saldo de familias damnificadas y muros de contención devastados.
Hacia Trujillo las aguas causaron desmanes de particular intensidad en Boconó, Campo Elías y en la Mesa de Esnujaque.
Luego el país presenció con asombro las imágenes de puentes colapsados en el estado Portuguesa; las noticias y fotografías aéreas del derrumbe de un viaducto en la autopista José Antonio Páez, a la altura de Ospino, fluyeron caudalosas en las redes y medios de todo el mundo. Justo en los alrededores de Portuguesa, junto al embalse ubicado en la finca El Esfuerzo, falleció en el desborde su propietario.

A finales de junio el número de familias afectadas se calculaba en más de 8.500 en los estados Mérida, Trujillo, Táchira, Barinas, Portuguesa, Apure, Guárico, Amazonas y Bolívar. Un dato socioeconómico sobresaliente es que en los mencionados estados andinos se produce más de 70 por ciento de las hortalizas y algunos de los tubérculos que se consumen en el país, mientras que los estados llaneros son célebres por su producción de cereales (arroz, maíz) y leguminosas.
En julio, la vicepresidenta ejecutiva de la República, Delcy Rodríguez, informó que la incidencia las lluvias aumentaron en 300 por ciento en relación con los meses anteriores.
Los padres Orinoco y Apure
Como si no fuera suficiente con la crecida de quebradas y ríos de mediano y gran calado, los ríos Apure y Orinoco produjeron también inundaciones a lo largo de las ciudades y pueblos ribereños. El río más grande Venezuela, del que se miden regularmente las cotas. La Estación Hidrométrica de Ciudad Bolívar registró una crecida que rebasó niveles históricos, al reflejar en la tabla de medición 17,54 msnm el 4 de agosto de 2025. El punto de inundación del río Orinoco se ha fijado en 17 msnm.
Otras crecidas históricas, según varias fuentes que presentan diferencias entre sí, son las siguientes:
2024:15,01 msnm
2023:14,41 msnm
2022:15,54 msnm
2021:15,32 msnm
2018:16,52 msnm
Antes de los parámetros de medición actuales se habían registrado estas cotas o niveles:
10 de agosto 1892: 19,14 msnm
Agosto 1943: 18,03 msnm
4 de Agosto 1976: 18,04 msnm
22 de Agosto del 2018: 18,34 msnm

El 4 de agosto el gobernador del estado Amazonas, Miguel Rodríguez, anunció que el nivel del Orinoco comenzó a descender gradualmente, lo que anunciaba el retiro de las aguas al menos en esta temporada.
En cuanto al Apure y el Matiyure, grandes ríos apureños, causaron estragos en Apure, Guárico y parte sur de Barinas, que se agravaron más abajo y al este por la crecida de otros importantes ríos como el Cinaruco y el Capanaparo. También tributan sus aguas desde Colombia el Arauca y el Meta, lo que ocasionó perturbaciones en Guasdualito y todo el cajón de Arauca, franja binacional regada por esos ríos.
En la segunda parte de esta entrega, el análisis de estudiosos y expertos en eventos climáticos.

