Tras la rehabilitación del Centro de Investigaciones de Astronomía de Llano del Hato y la ampliación del Museo de Astronomía y Ciencias del Espacio se reinician las investigaciones y las visitas a este importante recinto, único en el país
Teresa Ovalles Márquez / Fotos: Lheorana González
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El complejo científico de astronomía ubicado en Llano del Hato (Centro de Investigaciones de Astronomía “Francisco J. Duarte”) y su sede principal de La Hechicera, fueron reinaugurados recientemente (3 de febrero de 2024), después de una temporada de rehabilitaciones en su infraestructura.
Este importante complejo para la observación del espacio exterior recibió un aporte del Fondo Nacional de Ciencia y Tecnología, destinado a su remozamiento y actualización. El acto en el que se anunció la reapertura mostró diversos logros importantes de los 25 años de la Revolución Bolivariana, entre ellos este que reafirma un compromiso: incluso en momentos de asedio se ha seguido construyendo una Ciencia para la Vida en Venezuela.
Más allá de la poesía, la astronomía escudriña una hermosa y gran verdad: estamos hechos del mismo material de las estrellas.

“Nosotros somos, indudablemente, parte de las estrellas, de las galaxias, del polvo estelar, de la energía que existe en todo el universo. Todos los elementos que hemos conocido en la tabla periódica los hemos encontrado en todas partes, en nuestro cuerpo, en árboles, en el sol, en las estrellas, todos tenemos átomos de elementos que estuvieron siempre ahí”, indica Nomar Villa, Director del Centro de Investigaciones de Astronomía (CIDA) al hacer su reflexión acerca de los seres humanos y la vinculación con el inconmensurable Universo.
«La piel del cielo»
El título de la novela de la mexicana Elena Poniatowska (Premio Alfaguara de Novela en el año 2001), me sirvió de inspiración porque allí la mexicana describe y sintetiza con una hermosa, y a la vez terrible realidad, la historia de un astrónomo. En el Observatorio Astronómico Nacional (OAN) de Venezuela, desde el que se ven planetas, estrellas y galaxias, los protagonistas son Nomar Villa y los asistentes científicos y físicos Carlos Pérez y Libardo Zerpa, adscritos al centro astronómico.

Villa es físico especialista en óptica, culminó su tesis doctoral y su maestría en la Universidad de Bielorrusia. Se hizo maestro en Óptica y Optoelectrónica con fines instrumentales (telescopios, microscopios, óptica de precisión), y el doctorado estuvo basado en Películas delgadas (nanométricas), una rama de la Óptica.
En un amplio terreno sobre los 3.600 metros sobre el nivel del mar, a 70 km de Mérida, el Observatorio Astronómico Nacional cuenta con una posición privilegiada, ya que se encuentra ubicado muy cerca del Ecuador, lo que permite ver los cielos del norte y los del sur del hemisferio, cosa que no se puede hacer en otros observatorios como el de Chile, por ejemplo. El OAN venezolano cuenta con cuatro cúpulas, cada una con un telescopio: el reflector; el refractor; el Cámara Schmidt y el doble astrógrafo, cada artefacto se complementa con los otros.




Ahora que está operativo el telescopio Schmidt suben cuatro asistentes cada día para ponerlo a tiro y hacerlo enviar imágenes del firmamento a las computadoras ubicadas en el cuarto de control. El telescopio Reflector enfoca la luz de los astros y amplifica las imágenes. El telescopio Refractor corrige defectos cromáticos, es uno de los más grandes del mundo en su categoría. El telescopio doble astrógrafo está destinado a la determinación de posiciones y movimientos estelares con gran precisión. Hay especificaciones técnicas más complejas que describen el papel de cada uno de estos aparatos.

La cúpula de mayor dimensión del observatorio es la Cámara Schmidt, un telescopio de diez metros de largo catalogado como el tercero más grande del mundo. Desde allí se han descubierto cometas y asteroides. “Este telescopio ha contribuido con el enriquecimiento de la astronomía en proyectos de gran envergadura como lo fue el Quest adelantado con la Universidad de Yale, la Autónoma de México, UNAM, y la venezolana Universidad de Los Andes”, afirma el operador científico Carlos Pérez.
Pérez abunda en detalles: «Ese proyecto consistió en la adaptación de un mosaico de cámaras con un arreglo donde teníamos un campo de observación de aproximadamente 4 grados de cielo, un campo bastante amplio que lo hacía idóneo para la búsqueda de objetos estelares. Allí trabajaron profesores como Ignacio Ferrín, Orlando Naranjo, Katy Vieira, Katy Vivas, Cecilia Mateo, que son astrónomos venezolanos formados en el CIDA. Este telescopio también ha dado mucho material y muchos datos para trabajos de grado en licenciatura, especialización, maestría y doctorados.

Luego de que los asistentes acoplan los catalejos podemos desplazarnos a la luna sin movernos de Llano del Hato. También podremos alucinar viendo estrellas y los aros de Saturno. El paisaje será grandioso y quizás reflexionemos frente al desnudo e inmenso Universo. Observamos entonces la pequeña dimensión de los seres humanos en el redondo espacio que habitamos».
Desde el telescopio Schmidt –que tenía diez años inactivo– ahora se podrán observar las nebulosas, las constelaciones; planetas como Saturno. En septiembre podremos observar la luna –si se deja– lo que constituye, a decir de los expertos, “un verdadero espectáculo” con sus cráteres, su formación y sus fases.A simple vista, sin telescopio, se ven las estrellas fugaces o bólidos, que descienden con obstinada frecuencia. Podemos ver un cielo estrellado como en ninguna otra parte, ya que no hay tanta contaminación lumínica y al estar a una altura de 3.600 metros sobre el nivel del mar escasean las nubes.Y otra cosa que podemos hacer es apreciar los telescopios, que son bastante impresionantes. El de 10 metros de largo es impactante. En fin, toda la cúpula es una experiencia única.
El cielo y las estrellas
La entrevista transcurrió, primero, en la cúpula cuatro, frente al enorme telescopio Schmidt. Luego, rodeados por la amplitud del páramo, en la cima de una plazoleta con un reloj solar, frente a las cúpulas, desde donde observamos y disfrutamos en panorámica de un hermoso día, soleado y frío, que engrandecía la hermosura del lugar. Allí también se encuentra el rehabilitado Museo de Astronomía y Ciencias del Espacio, MACE.

–Entonces: ¿somos o no somos infinitos como el universo?-, inquirimos a Nomar.
Responde: “Todos formamos parte de este universo como se entiende en física, que somos energía y sólo nos transformamos. La materia concentrada en una misma singularidad, según la teoría del Big Bang, es la misma que ahora ni se crea ni se destruye, es la misma materia, no ha aumentado ni ha disminuido”.
Libardo Zerpa y Carlos Pérez son físicos egresados de la Universidad de Los Andes, ULA. Allí se desempeñan como docentes en la Facultad de Ciencias, Departamento de Física. Pertenecen al grupo de Astrofísica Teórica y a su vez están culminando el posgrado de Física Fundamental. Son asistentes científicos en el Observatorio Astronómico Nacional Llano del Hato, OAN. ¿Puro físico?
–¿Qué ha significado para ti, Libardo, trabajar en el OAN?
–Es maravilloso, es hacer astronomía observacional, no solamente cálculos teóricos, sino estar ahí en el sitio para maravillarnos con el espacio. Esto lo vemos, no tanto como un trabajo, sino como una pasión, y no hay palabras para describir lo bonito de este mundo.
–¿Qué es lo que más te ha impresionado?
–Ver a Júpiter, sentir aquella emoción que sintió Galileo Galilei cuando por primera vez (en 1610) apuntó un telescopio hacia los cielos y observó a Júpiter y a sus lunas más grandes: Ío, Ganímedes, Europa, Calisto. Y ver cómo otros objetos más pequeños orbitaban alrededor de otro planeta, echando por tierra la teoría geocéntrica e iniciando la teoría heliocéntrica. Eso me emocionó mucho. De alguna manera, vivir o sentir esa apertura al modelo heliocéntrico donde orbitábamos alrededor del sol y donde ya no éramos el centro del sistema solar.

En cuanto a los telescopios espaciales antes citados, Nomar explica que algunas veces la atmósfera de nuestro planeta “nos hace jugadas, pues a veces queremos hacer una investigación y estamos a punto, y llega una nube, llueve, y nos tapa la visibilidad. Telescopios espaciales como el Hubble o el James Webb están en el espacio, ahí no van a tener problemas de observación y es mucha más la información que se puede obtener”.
–¿Qué significado tiene para ti la astronomía?
–Ver “hacia afuera” es algo que lo llena a uno, conocer y darse cuenta de las distancias y ver que somos tan pequeños, casi despreciables… Nosotros no le hacemos nada al universo, aunque le hacemos mucho al planeta. Si le hacemos mal a la casa donde vivimos, al universo no le hacemos ni cosquillas, y esa realidad lleva a pensar y preguntarse ¿qué hay más allá? Y empiezas a leer, a investigar y hasta a imaginar qué procesos se pueden haber dado por estos lados, en los confines de nuestra galaxia. Nos preguntamos si hay vida en otros planetas y es difícil que podamos saberlo. Nosotros hacemos la observación, pero lo que estamos viendo es la luz de una estrella que se encuentra, digamos, a cuatro mil años luz. Eso que estamos viendo se produjo hace cuatro mil años, entonces podemos pensar que quizá hubo vida en ese momento, pero no lo vamos a notar sino después de transcurrido ese tiempo.
–Cuando ustedes estudian una estrella y de qué está hecha, ¿no crees que le restan poesía, magia, a esa estrella?–
–No, al contrario, yo creo que dan más ganas de saber, de conocer, le imprime una cierta intriga, una gran curiosidad cuando uno empieza a estudiar la física y ver qué hay detrás de los procesos. Una estrella la podemos ver como un ser vivo, porque nace, va haciendo a través de su vida diferentes procesos hasta llegar a su muerte.

Las cúpulas están listas para recibir a los asistentes científicos y a los astrofísicos a partir de la cinco de la tarde, cuando comienza a sentirse un intenso frío y disminuye la luminosidad solar. Suele congelarse hasta el alma pero esta sensación es el preludio del avistamiento de impresionantes imágenes del firmamento.En las adyacencias de las cúpulas se encuentra un albergue acondicionado con 12 habitaciones para el público visitante –previa solicitud y reservación– y para los científicos.
Los meses de diciembre, enero y febrero son los mejores para observar nuestro cielo desde el Astrofísico de Llano del Hato. Nomar Villa invita a estar atentos a las redes sociales del Centro de Investigaciones de Astronomía. Allí se brindará información acerca de las tarifas y las reservaciones para las visitas a las instalaciones.

2 comentarios
excelente escrito divulgativo de las ciencias espaciales e Universal, así cómo Dios creó el universo, formó la inteligencia humanas para la exploración,la investigación y el desarrollar temas como el cosmo celestial
Excelente reportaje, Teresa Ovalles. Completo, bien descriptivo y con gran amplitud de detalles, que invitan a la visita del lugar. Pero,no solo eso,conjugas la curiosidad común con la poesía,el conocimiento y el misterio insondable del universo. Felicitaciones, eres una maravilla de periodista.