Vamos a hablar de microplásticos. Pero primero algunos datos de nuestro sexto continente. Porque sí, son 6, no 5.
La Antártida es el continente más alejado del mundo, también el más frio, más seco y con mayores vientos y a su vez el que posee la menor cantidad de actividad humana en su superficie de 14 millones de kilómetros cuadrados. Igualmente, el continente blanco es la mayor reserva de agua dulce de nuestro planeta ya que contiene, como mínimo, el 70% de este vital líquido.

Entre los papeles fundamentales que juega esta región polar en la regulación climática de nuestro planeta, destacan dos aspectos. En primer lugar, participa en la regulación del nivel del mar, ya que la enorme capa de hielo que en algunos lugares tiene más de 4 kilómetros de profundidad, alcanza más de 26 millones de kilómetros cúbicos. Todo ello es agua en potencia y si se derritiera haría que el nivel del mar global subiera casi 60 metros.
El segundo aspecto está relacionado con el efecto albedo. La luz solar que ingresa a la atmósfera terrestre, se refleja en su superficie, sin embargo, cada terreno presenta índices de reflexión diferentes y una de las principales características que afecta esto, son el color y la porosidad. En el caso del hielo polar, su superficie lisa y blanca actúa como un espejo natural, refleja la luz y evita que el calor sea absorbido y por tanto no se derrita el hielo.

El incremento de las temperaturas globales, como consecuencia las actividades industriales, ha aumentado el derretimiento superficial en ambos polos; el agua líquida, más opaca, absorbe la radiación solar casi 10 veces más que el hielo o la nieve y de esta manera el calentamiento planetario ha disminuido la capacidad que tienen las regiones polares de actuar como radiadores naturales de nuestra Tierra.
Y en medio de esta compleja situación entran en escena los microplásticos.
En el año 2019 el estudiante de doctorado Alex Aves, de la Universidad de Canterbury de Nueva Zelanda, realizaba estudios en la plataforma de hielo de Ross. Se trata de una barrera de hielo ubicada en un área de la Antártida reclamada por Nueva Zelanda, y que tiene una superficie de 487.000 km², casi media Venezuela. Su trabajo consistió en la toma de 19 muestras y sus análisis. Fue publicado el 7 de junio de 2022.
https://www.researchgate.net/publication/361154464_First_evidence_of_microplastics_in_Antarctic_snow
En todas las muestras estaban presentes algunos de los 13 tipos de microplástico detectados, en una tasa significativa de 29 partículas por litro. Fue la primera vez en la historia que se encontraba este tipo de contaminantes en la nieve superficial de la Antártida, un lugar muy alejado de la actividad humana.
Las consecuencias de esto para la vida antártica son terribles. Animales como pingüinos, aves marinas, focas y ballenas se encuentran respirando, tomando agua o alimentándose en un entorno contaminado. Pero incluso, los efectos llegan a impactar el clima de nuestro planeta.

Para entender, volvemos al efecto albedo. Investigadores en el área ya han revelado preocupación ya que estas partículas afectan la capacidad de la nieve de reflejar la luz solar, y por lo tanto, se empeora aún más los efectos del calentamiento global en las regiones polares. Actualmente existen varias iniciativas que están evaluando el efecto de los microplásticos en la Antártida.
Una de ella es impulsada por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), y evaluará el ecosistema antártico en las inmediaciones de la base argentina de investigación científica Carlini. Entre las observaciones que serán realizadas se encuentran evaluar el impacto de los microplásticos, su presencia y distribución en el agua de mar, en los lagos, los sedimentos, la arena, el agua de descarga y en los animales del área, lo cual contribuirá a mejorar el entendimiento de su papel en la absorción de la radiación solar.
Esta misión del OIEA se realiza en el marco de la iniciativa TECnología NUclear para el Control de la Contaminación por Plásticos (NUTEC Plastics), la cual fue creada en el año 2020 con el objetivo de luchar contra la contaminación por plásticos, utilizando para ello tecnologías nucleares. Y consiste en una red de laboratorios de monitorización de NUTEC Plastics, que emplean técnicas nucleares e isotópicas para generar datos sobre la distribución de microplásticos en el mar, así como de su prevalencia en el ambiente.

https://www.iaea.org/services/key-programmes/nutec-plastics
Así mismo, desde enero de este año, el buque oceanográfico ARC “Simón Bolívar” de la Armada Colombiana, se encuentra en las aguas australes en lo que sería la X Expedición Antártica del país neogranadino. Entre los especialistas a bordo, se encuentra Paulo Tigreros, biólogo marino de 51 años. Es uno de los encargados de tomar y procesar muestras de agua del Estrecho de Gerlache en la península Antártica, el cual por su lejanía de algunas corrientes oceánicas, se presume a salvo de ciertas formas de contaminación.

Al retornar a su país, el investigador colombiano analizará las muestras en busca de microplásticos y otros contaminantes que pueden estar presentes en este remoto lugar de nuestro planeta.
La Antártida es un lugar del orbe que incluso ha sido invisibilizado desde el lenguaje, ya que la expresión “los cinco continentes” que señala a Asia, África, América, Asia y Oceanía, la excluye. Sin embargo, este concepto ha sido ampliado y actualmente, la importancia de la Antártida es cada vez mayor y es reconocida popularmente.
Ahora bien, la contaminación por plásticos no discrimina ni en el lenguaje ni en la distancia, y el lejano continente austral es también víctima de este flagelo, del cual ni los pingüinos se han salvado. Nos queda ser más conscientes de esta triste realidad y construir un modelo de consumo menos dependiente de estos terribles contaminantes.
