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Vuelta al mundo para descubrir mariposas

por Irania Medina
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Los viajes del biólogo Ángel Luis Viloria Petit lo han llevado a desenterrar tesoros científicos y a conectar hilos perdidos en la historia de la ciencia. Sus contribuciones son múltiples en el registro, taxonomía y estudio de los insectos, particularmente lepidópteros, en Venezuela (incluido el territorio Esequibo) y el mundo

Irania Medina / Fotos Yrleana Gómez

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En una conferencia en un rincón lejano de China, un investigador venezolano es invitado a compartir sus ideas acerca de una pequeña polilla que ha causado estragos en cultivos de repollo y brócoli en todo el mundo. Este lepidóptero de apenas un centímetro de largo se convierte en el centro de atención gracias a las pistas biogeográficas que sugieren un origen suramericano. La charla cautiva a la audiencia china, que designa al ponente como investigador (Jinshang Scholar) en el Instituto de Ecología Aplicada de la Universidad Agrícola y Forestal de la provincia de Fujian.

Durante tres años ese entomólogo, Ángel Viloria, se sumerge en un proyecto para ayudar a desentrañar el origen de esta plaga mundial, confirmando su hipótesis con datos moleculares obtenidos por sus colegas chinos, y consolidando su posición como experto en biogeografía y entomología.

Pero el viaje no termina en China. Un año sabático en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, lo lleva a explorar los archivos históricos relacionados con la ciencia venezolana, específicamente en la figura enigmática de Manuel Palacio Fajardo, científico y diplomático del siglo XIX. Su investigación conduce a descubrir conexiones sorprendentes entre la élite independentista venezolana y científicos británicos de renombre, abriendo una ventana a un pasado fascinante y poco explorado.

Continúa por el continente europeo hasta Australia, donde una beca de investigación de la Universidad de Sydney le permite redescubrir los tipos primarios que fueron utilizados en las descripciones de más de 200 especies de mariposas principalmente de América, África, Asia y Oceanía en el siglo XVIII y principios del XIX, específicamente entre 1770 y 1805. Se creía que estos ejemplares estaban perdidos, pero Viloria contaba con buenos indicios de que se encontraban en el Chau Chak Wing Museum de la Universidad de Sydney. A pesar de estar muy lejos de sus orígenes, tras investigar fuentes históricas fue posible detectar y determinar no solo que aquellas colecciones contenían gran parte del material deseado de Sudamérica, sino también una gran cantidad de “material tipo” de otros continentes, mucho más de lo que se esperaba encontrar.

En total se logró identificar y etiquetar con precisión 285 especímenes, lo que representó un verdadero tesoro histórico que ya se sabía que existía, pero que nadie se había preocupado por buscar hasta entonces.

Colecciones históricas de Sydney. Foto cortesía Á. Viloria

La historia de lo encontrado en Australia tiene su origen en los ejemplares de Alexander Macleay, un coleccionista adinerado de insectos en Londres, quien adquirió diversas recopilaciones importantes de gente fallecida en esa época. En 1826 se mudó a Australia como secretario colonial y llevó consigo la compilación entomológica más importante de Europa, que muchos creían que no había sobrevivido. El 90% de la misma estaba intacta, a pesar de tener más de 250 años de antigüedad. Incluía mariposas recogidas en diferentes partes del mundo, algunas de las cuales datan de 1750, mucho antes de que se fundara la Australia moderna en 1788. Detrás de estos ejemplares de insectos hay una historia fascinante que revela la importancia de preservar este tipo de material para futuras investigaciones.

Del calorón marabino al frío del páramo

Nació el 15 de mayo de 1968 en la vibrante ciudad de Maracaibo, estado Zulia. Desde temprana edad se vio atraído, no por los lepidópteros sino por la vida marina y acuática, ya que había crecido a orillas del eternamente herido lago. Sus días de infancia y adolescencia se vieron marcados por incursiones a los manglares cercanos, alimentando así su curiosidad por la vida marina.

Estudió primaria en varias escuelas públicas de la ciudad gracias a la volubilidad de su vida. Fue en el reconocido Liceo Rómulo Gallegos donde Gonzalo Godoy, quien había participado en la misión del buque Calypso, de Jacques Cousteau, dejó una profunda impresión en el joven estudiante. Motivado por la influencia de este destacado profesor y otros tutores decidió embarcarse en el estudio de la biología en la Facultad Experimental de Ciencias de la Universidad del Zulia. Con tan solo quince años de edad se graduó y rápidamente se sumergió en el mundo universitario.

Antes de entrar a la universidad a los 15 años, mi madre me fabricó una malla para recolectar insectos, ya que le pedí que la hiciera. En el año 1983 recolecté mis primeras mariposas. Hice un dibujo de la primera mariposa que atrapé, una mariposa marrón, ya que en ese entonces no tenía una cámara para tomar una foto. A falta de creyones, utilicé lápices para realizar el dibujo, el cual aún conservo.

Una vez en la universidad se unió al centro excursionista de la Universidad del Zulia, llamado CELUZ. Realizaban expediciones a los Andes, escalando los picos más altos de Mérida, incluyendo el Pico Bolívar a casi 5.000 metros de altitud. En esos páramos es sorprendido por una mariposa amarilla. Ese momento fue crucial en su interés por las mariposas de los páramos.

En Páramo del Tamá, Táchira. Foto cortesía Á. Viloria

Cuando llegué a la universidad me acerqué al decano de la Facultad de Agronomía, un entomólogo muy apreciado llamado Edmundo Rubio. A pesar de que yo era apenas un adolescente de 16 años él me ayudó y me prestó atención. Me proporcionó bibliografía y me dio indicaciones para mis estudios. Aunque él era el decano, solía visitar el departamento de entomología para construir trampas y capturar insectos. Le mencioné que me interesaban las mariposas, pero él me aconsejó estudiar otro grupo de insectos, ya que, según él, en las mariposas no había nada más por descubrir.

A partir de esta afirmación el mundo de la entomología venezolana empieza a tejer una historia de perseverancia, descubrimientos y dedicación que ha llevado al investigador a explorar los rincones más recónditos de la biodiversidad del país. A lo largo de cuatro décadas ha descubierto cerca de 100 especies nuevas, algunos géneros y subespecies también, principalmente en la región andina, cambiando así su pasión inicial por una dedicación ferviente por las mariposas que lo ha llevado a explorar los páramos venezolanos y más allá, en países como Colombia, Ecuador, Perú y Brasil. Este apasionante viaje desde las costas del Caribe hasta los laboratorios universitarios es solo el comienzo de una historia de descubrimientos y aprendizajes, por parte de este marabino que se mantuvo fiel a sus raíces.

El más alto reconocimiento para este distinguido investigador venezolano llegó en 2023 con el otorgamiento del Premio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación al mejor Trabajo Científico, mención Ciencias Naturales

Trayectoria y tiempo de reconocimientos

Su búsqueda de conocimiento lo llevó a obtener becas del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT) y del British Council, en 1995. Viajó a Londres a proseguir estudios doctorales, y allí se consolidó como un experto en mariposas tropicales. Sumergido en un importante epicentro de las ciencias naturales a nivel mundial, rodeado de bibliotecas, museos y colegas apasionados, encontró la inspiración y el impulso para seguir adelante en su camino hacia la excelencia científica. Tras completar su doctorado en el mínimo tiempo posible (3 años) regresó a Venezuela y se unió al Museo de Biología de la Universidad del Zulia, donde contribuyó a la fundación de la revista «Anartia», dedicada al estudio de investigaciones zoológicas. Durante casi tres décadas colaboró activamente con la revista, aportando su experiencia y conocimiento en el campo de la zoología.

En el año 2002 Venezuela sufre convulsiones políticas que marcaron un antes y un después en la historia del país. El golpe de Estado y el paro petrolero dejaron una profunda huella en la sociedad venezolana. “Recuerdo con claridad aquellos días tumultuosos. Me encontraba en el IVIC cuando se produjo el golpe de Estado. Realizábamos reuniones políticas en la Unidad de Tecnología Nuclear”.

En una de esas reuniones fue convocado para participar en una comisión encargada de evaluar los daños daños ambientales provocados por los sabotajes petroleros en el Lago de Maracaibo. “En ese tiempo, me postularon como representante del ministerio de ciencia y tecnología en el consejo directivo del IVIC, y a pesar de algunas discrepancias entre mis colegas jóvenes, fui finalmente designado a finales de 2004. En el 2005, el subdirector renunció debido a un importante descubrimiento científico que lo forzaba a dedicarse íntegramente a la investigacion, y fui nombrado como su sucesor”. En el año 2008, con tan solo 39 años de edad, asume el cargo de director del IVIC hasta el año 2011.

Luego su pasión por la ilustración biológica lo impulsa a experimentar con equipos ópticos especializados, creando detalladas composiciones microscópicas que complementan su trabajo de investigación. Su trabajo en el Laboratorio de Biología de Organismos del Centro de Ecología del IVIC se ha centrado en la construcción de una colección de referencias de mariposas de la subfamilia Satyrinae, específicamente sus “mariposas marrones”.

Estudia estas mariposas desde el punto de vista morfológico, colaborando con otros colegas en biología molecular y otros campos de la biología. Además de su investigación en mariposas, ha tenido numerosos estudiantes a lo largo de su carrera. Muchos de ellos han trabajado en diferentes grupos de animales, como tiburones, peces y delfines de agua dulce, e incluso algunos han incursionado en la entomología forense.

Durante siete años impartí clases de entomología forense en la Universidad de Carabobo y actualmente continúo enseñando en el posgrado de ecología y biogeografía. Algunos de mis estudiantes han alcanzado posiciones destacadas en Australia y Alemania.

A lo largo de su carrera a Viloria le ha tocado enfrentar desafíos y obstáculos, como las complejidades de dirigir el instituto de investigación científica más importante del país en un entorno político complicado. Su compromiso con la transparencia, el diálogo y la excelencia científica lo ha llevado a superar adversidades y a mantenerse fiel a sus principios y valores.

El más alto reconocimiento para este distinguido investigador venezolano llegó en 2023 con el otorgamiento del Premio Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación al mejor Trabajo Científico, mención Ciencias Naturales, que galardona su trayectoria en el campo de la entomología. Poco después de este reconocimiento se fue a Australia al encuentro de la colección perdida del siglo XVIII.

Se mantiene humilde y enfocado en su trabajo, evitando el ruido público y buscando la compañía de amigos que comparten su pasión por el arte, la literatura y la música. Con una profunda gratitud por las oportunidades que le ha brindado su país natal, Viloria se siente afortunado de haber tenido acceso a una educación gratuita y becas que le han permitido alcanzar el éxito en su carrera científica. Con una visión clara de sus límites y prioridades, ha optado por enfocarse en la investigación y la divulgación científica, evitando cargos administrativos que puedan interferir con su misión de vida.

En Morrocoy, Falcón, 2015. Foto cortesía Á. Viloria
Mariposas Satyrinae del bosque del IVIC. Foto cortesía Á. Viloria
Foto cortesía Á. Viloria

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2 comentarios

Isabella 12 abril 2024 - 17:10

Con angel Viloria de director en el IVIC, Venezuela entró a hacer estudios en la Antártida, con angel Viloria se realizó el analisis de ADN del libertador, y se realizó la urba para el traslado de los restos del libertador al panteón, con el al frente el IVIC tuvo el primer centro comunitario , para acompañar a las comunidades. mi admiración siempre una persona cálida inteligente y honesta .

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Flaminio 9 abril 2024 - 22:55

Dr. Viloria… también participó en par de excursiones una al estudio del relámpago de Catatumbo y la otra no estoy seguro del todo tiene que ver con el proyecto de la Antártida.

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