Las cosas más bellas y en apariencia simples de la naturaleza como la lluvia reventado en un espejo de agua marino o lacustre, que otrora sirvieron de inspiración a pintores y poetas, hoy son motivo de angustia y preocupación.
El plástico, ese material que signa nuestra era, es una maligna omnipresencia en la naturaleza.
Una investigación desarrollada por científicos de la Universidad de Bayreuth ha demostrado mediante simulaciones por computadoras que las gotas de lluvia que caen sobre mares y océanos son capaces de recoger partículas de microplástico y lanzarlas al aire. Al evaporarse estas gotas, el vapor conduce el plástico hasta la atmósfera.
En palabras de uno de los responsables de la investigación: “el agua de las gotas de lluvia que está libre de microplásticos termina en los océanos, mientras que el agua que contiene plástico de los océanos termina en el aire. Cuando las gotas vuelan en el aire hasta que se evaporan, liberan las partículas microplásticas a la atmósfera”
El estudio revela que en una hora lluvia promedio, alrededor de 4800 partículas microplásticas pasan a la atmósfera por cada kilómetro cuadrado.
Los investigadores calculan que el impacto anual de la lluvia sobre las aguas del planeta puede llegar a significar la liberación a la atmósfera de unos cien billones de partículas microplásticas.
Si bien estas conclusiones no son definitivas pues existen muchas variables que deben ser consideradas, empezando por el hecho de que las concentraciones de microplástico no son las mismas en todas partes, no dejan de ser en extremo preocupantes.
Los investigadores esperan que la tecnología satelital y modelos meteorológicos puedan ayudarles a dar más precisión a su estudio. Por medio de estas podrían conseguir información confiable sobre los puntos oceánicos con mayor concentración de partículas de microplástico.