Tarea de Semilleros Científicos: en una escuela de Carrizal las niñas y niños aprenden y realizan la recolección, purificación y aprovechamiento del agua de lluvia
Teresa Ovalles Márquez / Fotos Alejandro Angulo
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Sistema SCALL y filtro de rayos ultravioleta (UV): suena a instrumentos de tecnología compleja y difícil de manejar. Pero las niñas y los niños de la escuela Víctor Padilla de Carrizal (Miranda) los utilizan con gusto.
Fundada en 1961 y ubicada en la calle El Colegio, número 11, comunidad José Manuel Álvarez del municipio Carrizal, en los altos mirandinos, la Víctor Padilla es una escuela piloto que forma parte de los planes que desarrolla Fundacite Miranda, ente dirigido por el profesor Hector Constant. Es un sistema de educación para la infancia que deriva del “Proyecto de investigación, desarrollo, innovación, educación y concientización orientado hacia la gestión de recursos hídricos en el estado Miranda”, con la creación de brigadas escolares llamadas “El agua, un bien para vida”, parte de los Semilleros Científicos que mantiene en todo el país el Ministerio de Ciencia y Tecnología (Mincyt).

La subdirectora académica del plantel, María Alejandra Tremaria aportó datos y cifras de este plantel, votado por la mayoría en la Gran Consulta Popular Nacional 2024, el 21 de abril, como el mejor de los proyectos.
La comunidad educativa alberga en dos turnos a 460 pequeñines –227 niños y 232 niñas, entre ellas Nicole–. Hay actividad constante y participativa, gracias al dinamismo que imprimen regularmente las 13 mujeres y un hombre que dirigen las enseñanzas de los chicos y chicas en edades comprendidas entre los 4 y 13 años, cursantes del primero a sexto grados. Estos muchachitos y muchachitas tienen la fortuna de contar con el profesor itinerante del barrio para las clases de música, el compositor Juan Díaz; una profesora de computación; uno de educación física y dos coordinadoras.

La escuela tiene ocho aulas de primaria y dos de educación inicial, aparte del comedor y otras áreas. El nombre, Víctor Padilla, se le dio para honrar a un docente que falleció en el accidente registrado en el salto La Llovizna, en Puerto Ordaz, el 23 de agosto de 1964, cuando se celebraba la Convención de la Federación Venezolana de Maestros, en el que también murieron otros 50 educadores.
Estudiantes formando a estudiantes
Dos niñas: Aranza Alcántara y Aranza Padilla; y dos niños: Adrián Varela y Elián Rodríguez, de la Brigada “El agua, un bien para la vida”, se turnan la responsabilidad de manejar los dos instrumentos que captan, potabilizan y desinfectan el agua de la escuela: el SCALL –Sistema de Captación de Agua de Lluvia– y el filtro de rayos ultravioleta (UV). El primero atrapa el líquido en pipotes de plástico y lo pone a disposición del sector Servicios; el segundo, limpia de microbios al agua que fluye por las tuberías.
Asevera la subdirectora Tremaria que la reacción de los alumnos con respecto a los planes del agua “es muy significativa (…) Nuestros estudiantes siempre están activos y prestos a participar en todas las actividades que les proponemos. Antes trabajábamos con el proyecto del agua. Ahorita, desde que estamos con este plan, hemos tenido un repunte total. Los niños empiezan a preguntar ‘¿de qué trata, profe, cuándo vamos a participar, qué vamos hacer?’. Actualmente están muy atentos a las actividades que está proponiendo el profesor Hector Constant. Están super emocionados”.

Dice la maestra que ya les sembraron esa chispita. “Queremos que los brigadistas de sexto grado, que son estudiantes salientes, formen a los próximos del quinto grado para que luego ellos, iniciando el año escolar siguiente, den continuidad a todo el trabajo que ya han iniciado”.
–¿Por qué seleccionaron a la Víctor Padilla como escuela piloto?
–Yo digo que una de las grandes fortalezas que tenemos es porque nosotras, las maestras y el profesor de cuarto grado, siempre estamos buscando estrategias para educar a los niños y las niñas. Incluso, dentro de la misma planificación, tratamos de que los docentes coloquen actividades para el inicio de clases. Y los maestros cuidan. Ellos tienen su compromiso. Ellos saben los días que tienen que asistir a la escuela y hacen bien su trabajo.
La constancia de Constant
Héctor Constant anunció futuros planes para la escuela y manifestó su satisfacción por lo que considera el primer resultado de Fundacite Miranda. “Desde el punto de vista del ser humano, que es lo más importante, niñas y niños se convierten en diseminadores, difunden la información. En este sentido, queremos hacer actividades en Los Teques, por ejemplo; llevarlos a la Unidad Educativa Nacional Buenos Aires. Con esto extendemos el plan de formación acerca del agua para que se preparen nuevos brigadistas. Queremos hacer una coalición de brigadas que se conviertan en un ejército de amor, de paz, de embajadores por este recurso que, definitivamente, es el oro azul del presente, pero también lo será del futuro.

–¿Se puede masificar esta experiencia?
–Uno de nuestros grandes objetivos es que proyectos de esta naturaleza se masifiquen. En primer lugar, a través de una programación que se hiciera desde Educación. Quiero decir con esto que se abran asignaturas, o por lo menos parte de las asignaturas y contenidos que den profundidad al tema agua. Claro que se introdujeron temas como el ambiente, pero que el agua vaya y tome un espacio importante o más importante. Lo segundo es que al igual que haya Brigadas Ecológicas, también se deben crear Brigadas de Agua. Entonces, esa es la verdadera masificación. A través del Ministerio de Educación, en el nivel básico, se puede lograr una masificación de manera importantísima a escala nacional.
El camello de Nicole
Nicole Valentina Navarro Ramírez es una niña de nueve años, extrovertida y colaboradora, que se destaca entre todos los alumnos y forma parte de la Brigada. Ella es del cuarto grado y la conoce toda la escuela, participa en todo. Tiene muchas virtudes que sabe disfrutar: canta, baila, lee y dramatiza. A veces hay que decirle: “Acuérdate que tenemos que darle oportunidad a los otros niños y niñas”, señala la maestra.
Esta hermosura de niña hizo un performance al terminar su intervención. Se lució y nos sedujo al dramatizar la historia de un camello que murió sediento en “un tiempo que nunca existió”:
Elián Rodríguez, de sexto grado, explica que después de crear todo el sistema de recolección hay dos procesos: el de captación de la lluvia y el filtrado de la que viene por tuberías. “El primer filtro del SCALL es para eliminar palos, matas y cosas así. El segundo es para eliminar tierritas y arenitas. El tercero es carbón activado para mejorar el sabor del agua. Después de que haya pasado todo ese proceso, va a pasar por el filtro de rayos ultravioleta, que elimina todos los microbios y bacterias que viven en el agua”.

–¿Cómo ha sido la experiencia de conocer el proceso de hacer potable el agua y de aprovechar la lluvia?
–Es una cosa excelente para el humano. Es muy genial, porque es necesaria. En mi familia ya estamos planificando montar un sistema de captación de agua de lluvia, pero primero necesitamos los materiales para hacerlo bien. A mi familia le ha parecido una idea maravillosa.
Shadhi Martínez, estudiante de sexto grado B, también es brigadista. “A nosotros siempre nos daban muchos contenidos de eso, pero no dominábamos el tema en profundidad. Con el SCALL aprendimos mucho y nos mandaron a aprender e investigar. He aprendido más cosas sobre el agua. Aprendí los párrafos que me mandaron.

–¿Y esos párrafos qué decían?
–Que sin beber agua no podríamos sobrevivir más de tres a cuatro días. El agua es esencial para el desarrollo de procesos orgánicos como la digestión, la absorción y eliminación de desechos. Además, la estructura del sistema circulatorio distribuye nutrientes hacia todo el cuerpo a través de la sangre. Ah, en mi familia, cuando llueve, lo que hacemos es recolectar el agua lluvia para usarla y la podemos hervir, podemos hacer muchas cosas con el agua. La recolectamos para que cuando se nos acaba el agua del tanque, agarramos la de lluvias y hacemos cualquier cosa con ella.
“A veces cuando se nos va el agua de los tanques o cualquier lugar así, agarramos agua de lluvia. Desde que yo era chiquita, como de cinco años, (ahora tiene 11) siempre agarrábamos agua de las canales o de lluvia directamente”.
Las lágrimas, como el dolor de los pueblos, están hechas de agua. Ese “cristal nervioso”, como el aire, es uno de los bienes más libres de la naturaleza. Ella determina el rumbo por donde irá, surcando la tierra. Ella siempre retoma su cauce aunque un embalse la redireccione. Ella nunca deberá ser privatizada ni ser propiedad de nadie. Solo de los pueblos.

